Dominicano, el agua es vida, gestiónala mejor

Dominicano, el agua es vida, gestiónala mejor

La adecuada gestión del agua es vital para el viaje de transformación hacia un país mejor. El agua líquida y dulce, que así se la conoce, es un recurso cuasi-renovable, y es cada vez más escaso en el mundo, a tal punto que pudiera convertirse en una restricción seria para alcanzar los objetivos de desarrollo. ¿Qué tan escaso? ¿Por qué tan vital?

En realidad hay mucha agua en el planeta, y de varios tipos. Lo que ocurre es que las aguas más abundantes no son precisamente las aptas para el consumo humano. De hecho, sólo el 0.61% del agua del planeta es la reserva apta para ese objeto. Pero esta pequeña proporción de  agua, la “dulce”, es vital pues es prácticamente fuente de toda vida: forma parte de todos los tejidos animales y vegetales, es medio esencial para el proceso de las funciones orgánicas, es indispensable como insumo para el desarrollo de las actividades productivas (agricultura, industria), es recurso básico para la conservación de una vida saludable, el procesamiento de alimentos y el esparcimiento en prácticamente todas las modalidades.  

Puesta en la perspectiva de la propuesta Estrategia Nacional de Desarrollo, al recurso agua, a la dulce me refiero, se lo enfoca en dos líneas temáticas: i) como recurso hídrico orientado a la producción agrícola e industrial  y como combustible para la generación eléctrica, y ii) como producto para satisfacer la demanda final, sea como agua potable (apta para consumo humano) o bien como insumo para saneamiento (incluye la disposición de excretas y de residuos sólidos).

¿Cuál es el panorama del desarrollo, demanda, oferta y gestión del agua en la República Dominicana? En el diagnóstico, se identifican problemas en tres frentes. Primero, asociados a la demanda, resaltan i) la cultura de desperdicio y consumo inadecuado del recurso por parte de los usuarios; ii) rezagos en educación y conciencia ciudadana con respecto al costo y valor económico del agua, y iii) baja eficiencia en el empleo del recurso, tanto doméstico como en uso industrial (agricultura y turismo incluidos). 

Por el lado de la oferta, los problemas identificados son iv) la desforestación y manejo inadecuado de las cuencas hidrográficas; v) extracción de materiales en los cauces; vi) reducción de la capacidad de embalse por erosión y sedimentación de las cuencas; vii) contaminación general de las aguas y acuíferos; viii) escasez y mala calidad del agua potable; ix) prácticas inadecuadas de agricultura en laderas; x) insuficiencia de construcción y mantenimiento de infraestructura de riego; xi) fugas de agua en zonas urbanas; xii) rezago en infraestructuras para la regulación de caudales y control de inundaciones; xiii) información hidrométrica deficiente, en cantidad y calidad, y xiv) baja cobertura de micro medición.

Vinculados a políticas públicas y gestión del recurso resaltan xv) rezagos en los ámbitos de la coordinación interinstitucional y del marco legal e institucional; xvi) baja inversión en desarrollo y conservación (gasto en operación y mantenimiento) de la infraestructura; xvii) invasión de los márgenes o riberas de ríos, cañadas y canales, y xviii) carencia de un  ordenamiento territorial.

¿Abunda el agua dulce en República Dominicana? No; más bien hay focos amarillos y rojos encendidos preocupantes para los propósitos estratégicos del desarrollo de un país mejor.

Por un lado, la demanda nacional de agua es estimada actualmente (2010) en 10.8 mil millones de metros cúbicos (mmm3). Esta demanda presenta la siguiente estructura: i) 6% corresponde a agua para consumo doméstico (potable y saneamiento); el gran resto, 94%, corresponde al uso del recurso en otros sectores y fines tales como riego (55%), pecuaria (5%), ecológico (32%), industrial (2%) y turismo (1%). La actividad productiva es, por mucho, la principal demandante de agua dulce.

En lo que corresponde a la oferta, según información contenida en el diagnóstico del Plan Hidrológico Nacional (2008), el país cuenta con una disponibilidad superficial de agua de 23.5 mmm3 por año distribuida en las seis regiones hidrográficas en las siguientes proporciones: Yaque del Norte (12%), Atlántica (20%), Yuna (15%), Este (13%), Ozama-Nizao (19%) y Yaque del Sur (20%).

El problema es que del volumen total de agua superficial disponible, sólo el 30% califica como disponibilidad segura. Y en cuanto a volúmenes garantizados, embalsados en presas y lagunas, sólo se tiene un 9% de la disponibilidad superficial, que a su vez representa el 18% de la demanda total de agua. Contrastando esta disponibilidad segura con la demanda nacional, se concluye que, en efecto, el agua dulce es un recurso muy escaso.

Una gran proporción disponible es, como quien dice, pájaro volando, dada la carencia de infraestructura que facilite el adecuado aprovechamiento.

¿Qué hace falta para cubrir esta condición deficitaria? En general, más y mejor inversión en infraestructura, que por su naturaleza es muy costosa. Expandir la capacidad de oferta del servicio de agua potable y alcantarillado en el país, en consonancia con la demanda calculada actual y la que se añadirá en los próximos diez años, requerirá un esfuerzo de inversión heroico pero necesario para el desarrollo de un país mejor.

Pero además, de importancia no menor y poco costosas, vinculadas al ámbito de las políticas públicas, se requiere más y mejor marco regulatorio, más y mejor marco institucional y más y mejor voluntad política (“querer que se pueda”) para propiciar el uso racional y mejorar la calidad de la gestión de los recursos acuíferos. En suma, más y mejor gobernanza en el sector. 

La aplicación del esfuerzo en sus diferentes modos (financiero, técnico, de política y gestión) habrá de repercutir en el desarrollo y preservación de las infraestructuras hidrográficas (ríos y afluentes que los nutren, presas y represas, embalses y contra-embalses, centrales hidroeléctricas y otras) en las seis regiones existentes.

También, en desarrollo de nuevas infraestructuras de acueductos y preservación (operación y mantenimiento) de los existentes  para asegurar el abastecimiento de agua de las fuentes (superficiales y subterráneas) de las seis cuencas acuíferas para la provisión del servicio.

Hay que desarrollar nuevas presas y preservar las 27 grandes presas existentes, en las que se basa la disponibilidad de agua para satisfacer distintas demandas provenientes de diferentes usuarios y sectores: 12 hidroeléctricas, 3 para riego y 12 para usos múltiples (agua potable, agrícola, producción de energía eléctrica y seguridad ciudadana), evitando o minimizando el riesgo de avenidas de aguas o inundaciones de zonas bajas y vulnerables.

Repercutirán, también, en preservación de la vida útil de las presas, muchas de las cuales adolecen de un alto nivel de sedimentación, lo que reduce la capacidad nominal de operación de estas infraestructuras. Además, en aumento de la generación de fuentes hidro, aliviando el peso de producción y consumo de energía proveniente de fuentes fósiles; en extensión del sistema de riego y mejora de eficiencia del recurso para fines agrícola e industrial, así como en mejora en el nivel de la recuperación del efectivo por parte de las corporaciones que suministran el servicio (las “coras”, la CAASD, INAPA e INDRHI).

Los esfuerzos de inversión y de políticas públicas por realizarse habrán de redundar en el cierre de la brecha de cobertura de acceso de la población al suministro de agua potable y saneamiento, que en 2007 se estimó en 83% para zonas urbanas y 57% para las rurales. La meta al 2015, en el marco del Objetivo 7 de la estrategia – Objetivos de Desarrollo del Milenio, es reducir a la mitad la proporción de personas sin acceso sostenible al agua potable y a servicios básicos de saneamiento.

La cifra

10.8  mil millones de metros cúbicos  es  la demanda de agua estimada para la República Dominicana durante el 2010, el 6 por ciento de la cual correspondería al  uso doméstico, es decir a la necesidad de agua potable.

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Caso dominicano

¿Cuál es el panorama del desarrollo, demanda, oferta y gestión del agua en la República Dominicana? En el diagnóstico se identifican problemas en tres frentes. Primero, asociados a la demanda, resaltan i) la cultura de desperdicio y consumo inadecuado del recurso por parte de los usuarios; ii) rezagos en educación y conciencia ciudadana con respecto al costo y valor económico del agua, y iii) baja eficiencia en el empleo del recurso, tanto doméstico como en uso industrial (agricultura y turismo incluidos). Por el lado de la oferta, los problemas identificados son, entre otros, iv) la desforestación y manejo inadecuado de las cuencas hidrográficas; v) extracción de materiales en los cauces; vi) reducción de la capacidad de embalse por erosión y sedimentación de las cuencas; vii) contaminación general de las aguas y acuíferos; viii) escasez y mala calidad del agua potable.

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