Dominicanos no permiten disfrutar de «Andrea»

Dominicanos no permiten disfrutar de «Andrea»

POR MANUEL EDUARDO SOTO
El éxito de taquilla que ha tenido «Andrea», la más nueva película dominicana que ha salido al mercado, no significa que el espectador que concurre a disfrutar del trabajo de un esforzado equipo de cineastas y actores pueda disfrutar logre su objetivo.

Desgraciadamente, el mismo público –y se trata tanto del «culto» como del «tigueraje»– es el que impide que uno pueda apreciar en toda su magnitud la encomiable tarea que realizó el director Roger Bencosme para llevar a la realidad con sacrificios económicos extremos la primera película de suspenso que se filma en la República Dominicana con un tema supernatural supuestamente ocurrido en un sector rural de Moca.

En la cinta, Manuel (Hensy Pichardo) regresa de Estados Unidos horas después del entierro de su padre para consolar a su madre (Elvira Grullón) y a su adolescente hijita Andrea (Any Ferreira), que fue criada por sus abuelos tras la muerte de su mujer. No llegaba aún a su casa, cuando comienzan a ocurrir hechos sobrenaturales que se van intensificando a medida que van pasando los días. Un niño se aparece frente al taxi, casi causando un accidente, pero cuando el chofer baja a ver qué pasó, el chico no se ve por ninguna parte. Desaparece como por arte de magia.

Hace el recorrido desde el Aeropuerto Cibao hasta la finca de sus padres en Moca en un taxi manejado por Johany Sosa, quien al final «se roba la película» con sus jocosas observaciones y gestos.

Decidí asistir al estreno oficial para la prensa e invitados realizado el miércoles 17 de agosto –un día antes de su debut comercial en los cines de todo el país– para poder apreciar tranquilamente la película de la que tanto se había hablado en televisión, prensa y radio, y para la cual se hizo un millonario despliegue publicitario para despertar el interés del público, lo que los productores consiguieron con creces.

Como en el Palacio del Cine del Bellavista Mall íbamos a verla un grupo selecto de personas, supuse que en ese ambiente no habría perturbación de parte de los presentes, pero me equivoqué. Aunque la gente vestía cara ropa de marca y joyas genuinas, la complicidad de la oscuridad les dio el coraje para sacar a relucir sus orígenes plebeyos, transformando una obra cinematográfica que pretendía asustar al público en una comedia barata que servía de motivo para vocear comentarios que ellos encontraban muy jocosos.

La noche del sábado emprendí viaje al Megacentro de la Vicente de Paul y la Carretera Mella –a pesar del alto costo de la gasolina premium que usa mi automóvil– para comprobar en el terreno la reacción del público de barrio ante el aterrador tema de «Andrea». Y la reacción no varió mucho. Los asistentes, en su mayoría chicas adolescentes, no pararon de comentar en voz alta las diversas situaciones que muestra el filme, pretendiendo arrancar risas de momentos de espanto, como cuando Andrea es poseída por el diablo y trepa desfigurada por las paredes de la habitación, en una copia subdesarrollada de «El exorcista», la que sin duda influyó mucho en sus realizadores.

Después de una larga espera en una fila que era continuamente filtrada por «tígueres» sin paciencia para ponerse al final, los empleados del cine del Megacentro fueron llenando ordenadamente sala tras sala para dar cabida a todos los que quisieran asistir a la función de las 7:30 de la noche, sin los desmanes que se habían producido en algunos lugares el jueves del estreno.

Aunque los críticos dominicanos han prometido escribir sobre la película sin mucha dureza –»para estimular al cine nacional», según dijo uno por ahí– la verdad es que «Andrea» deja mucho que desear. Una joven de 20 años que se identificó sólo como «Betty» salió decepcionada del cine. «Yo esperaba algo más impactante», dijo a HOY. «No es nada de otro mundo, sino una película más».

Otra, de nombre Laurie, opinó por su parte a la salida del Bellavista Mall que «es una película para reírse. A mí no me dio miedo en ningún momento».

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