Dominicos, la orden que dio más al país

Dominicos, la orden que dio más al país

Continuando la vocación educativa y evangelizadora sobre cuyas bases fue fundada en 1215 la orden religiosa por Santo Domingo de Guzmán y del título de predicadores que les fue otorgado dos años después por el Papa Honorio III, tan pronto arribaron a nuestra isla los dominicos crearon una unidad para la enseñanza de niños que denominaron Casa de los Apóstoles y poco después en 1512, en su convento fundaron otra entidad de mayor nivel para adolescentes y jóvenes, para clérigos y servidores de la iglesia.

El éxito de la labor educativa de los dominicos motivó al rey, en el 1518, a ordenar que anualmente fueran enviados a su monasterio de La Española, seis frailes y estudiantes para enseñar. El número, seis por año, muestra que la población de estudiantes aumentaba.

Todo indica, por otra parte, que la labor educativa de los dominicos no disfrutó de la complacencia de las autoridades coloniales, pues en marzo del 1530, el Presidente de la Audiencia y Obispo, Sebastián Ramírez de Fuenleal, en carta que dirigió a la monarquía le sugirió que:

…“se podría fundar un colegio, do fuesen enseñados en la fe los naturales y los hijos de lo que han venido; también maestros de todas ciencias”… El documento no menciona para nada la labor que en ese orden venían desarrollando los dominicos, lo que ponía en evidencia que las diferencias entre los dominicos y las autoridades coloniales tenían raíces profundas.

Pero además aquí en La Española la posición de los predicadores en defensa de los aborígenes motivó muchas discusiones entre los religiosos, particularmente entre franciscanos y dominicos, e incluso, escándalos. En el  1520, por ejemplo, la Corte de Madrid se vio en la necesidad de expedir dos cédulas reales lamentando los altercados entre ambas comunidades y en demanda a que terminaran.

Tales diferencias se reflejaron en los esfuerzos de cada una de estas ordenes por marchar a la cabeza del control de la educación.

Pese a todas las dificultades los trabajos de los dominicos orientados a elevar la educación continuaron. En enero del 1532, en el monasterio de Santo Domingo, con fondos aportados por el bachiller Álvaro de Castro, clérigo de la orden y tesorero de la catedral, fue creada una “Cátedra de Sagrada Teología”. Del examen de los documentos históricos se puede concluir que la fundación de una institución dedicada a la educación superior, es decir, de una universidad se debió, además de la labor tesonera de los dominicos, al desarrollo económico de La Española y a la importancia que habían tomado la ciudad de Santo Domingo y su puerto.

En tal virtud, su creación se convirtió en una necesidad. En julio 20 del 1538, una carta del Cabildo Secular señaló la urgencia de la fundación de una entidad de estudios superiores.

Las palmas para su creación, sin embargo, se las llevaron los dominicos con la promulgación por el Papa Pablo III, de la Bula “In Apostolatus Culmine”, en octubre 28 del mismo año, que creó la Universidad Pontificia Santo Tomás de Aquino, la cual obtuvo el reconocimiento del rey de España, Carlos V.

Los documentos históricos indican sin embargo, que los opositores a la labor educativa y evangelizadora de los dominicos no se detenían en su empeño por el dominio de la educación superior. En esa dirección se puede mencionar el poder que concedió el “acaudalado” encomendero que vivía en Azua, Hernando Gorjón a Pedro Villanueva “residente en la corte de sus majestades”, el 13 de marzo de 1537 (poco más de un año antes de la bula que creó la Universidad Santo Tomás de Aquino), para que en su nombre le fuesen concedidos “cualquier mercedes”, para la fundación de un Colegio de Estudios Generales.

La propuesta de Gorjón era extraña por su magnanimidad, pues al tiempo que ofrecía todas sus propiedades para el mantenimiento del Colegio que esperaba fundar, en el mismo documento presentado al rey,  declaró que la enseñanza se ofrecería sin fines de lucro, es decir, “sin ynteres alguno, ni por ello se dee ni pague cossa alguna”.

La petición hecha por Hernando Gorjón fue aceptada años más tarde y mediante Cédula Real del 14 de agosto del 1540, fue creada otra universidad que llevó el nombre de “Santiago de la Paz”, que por cierto no tuvo larga vida.

Como se conoce en principio la Universidad Santo Tomás de Aquino o la Universidad de Santo Domingo, como se conoció después, registró una vida esplendorosa, pues se convirtió en un centro educativo donde venían a cursar sus carreras estudiantes procedentes de las otras colonias antillanas españolas, e incluso, de Venezuela y Colombia, unidas en aquel entonces en el Virreinato de Nueva Granada.

Sin embargo, la crisis económica que comenzó a registrar La Española a consecuencia del descubrimiento y colonización del territorio continental, donde fueron encontradas minas de oro y plata que parecían inagotables, y el proceso de despoblamiento que comenzó a registrar a partir de ahí; además, las peligrosos alzamientos de esclavos negros, más las amenazas constantes de los negros cimarrones, que llegaron a convertirse en “verdadera amenaza para la paz” de la colonia, a lo que se agregaron las incursiones frecuentes de piratas y corsarios ingleses, franceses y holandeses dedicados al saqueo y el contrabando, originaron un decaimiento terrible que a partir de 1570 afectó en todos los órdenes la vida de la isla y como era natural también a la universidad.

Pero el golpe mortal a La Española, hecho que liquidó por completo la actividad académica, ocurrió con las devastaciones de 1605-1606 ordenadas por la monarquía que envolvió a Santo Domingo en más de un siglo de miseria.

La historia de la universidad fundada por los dominicos, como ustedes  conocen, es larga y está llena de dificultades infinitas que se extienden hasta nuestros días y su vida ha caminado pareja a la lucha por la libertad de nuestro pueblo, pero como tengo el tiempo limitado debo detenerme, pero me parece que hasta aquí es suficiente para que nuestros estudiantes e interesados comprendan la importante contribución realizada por esa orden religiosa no sólo a la educación en nuestro país, sino también, a la defensa de los derechos humanos y al avance de las ideas progresistas en nuestra patria.

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