La justicia francesa declaró este jueves culpable y condenó a la pena máxima a Dominique Pelicot, por drogar entre 2011 y 2020 a su entonces esposa Gisèle para violarla junto a decenas de desconocidos, al término de un juicio histórico que dio la vuelta al mundo.
Pelicot ha sido sentenciado a 20 años de prisión, en línea con la solicitud de la fiscalía, después de que nunca negase las acusaciones.
«Señor Pelicot, respecto al conjunto de los hechos, lo declaramos culpable de violación con agravantes», declaró el presidente del tribunal de Aviñón, Roger Arata, precisando que anunciarán la pena un poco más tarde en la mañana.
El acusado de 72 se puso en pie para escuchar atentamente al presidente, pero no expresó ninguna emoción en particular.
No obstante, su abogada Béatric Zavarro aún esperaba el miércoles, que el tribunal «se alejara» un poco de esta pena y tuviera en cuenta los «traumas» que su cliente sufrió durante su infancia, incluida una violación a los 9 años.
Antes de la lectura del veredicto, que continúa con el resto de 50 acusados, el colectivo feminista Amazonas de Aviñón, en el sur de Francia, pegó carteles alrededor del tribunal con el lema :»Navidad en prisión, Pascua entre rejas», «la vergüenza cambió de bando».
«La violación afecta a las mujeres en todo el mundo. Es por eso que todas las miradas están puestas en lo que ocurrirá», explicó una representante de este movimiento.
La presión es elevada sobre los cinco jueces del tribunal de Aviñón que juzgaron desde el 2 de septiembre y hasta el pasado lunes a estos 51 hombres –uno de ellos en rebeldía– de entre 27 y 74 años y perfiles sociales diversos.
La decisión del tribunal se sigue muy de cerca en Francia y también en el extranjero, donde este juicio y su víctima Gisèle Pelicot se convirtieron en un símbolo de las agresiones sexuales a las mujeres.
«La hora de la verdad», titulaba el diario regional La Provence. Para el rotativo de izquierdas Libération, los jueces tienen entre sus manos dar «un veredicto para el futuro», que permite acabar con «la banalidad de la violación».
¿Absoluciones?
Más allá de Dominique Pelicot, la gran incógnita está en las penas que recibirán los acusados, ya que el tribunal tendrá que individualizar cada condena, y si habrá absoluciones.
A finales de noviembre, el ministerio público pidió entre 10 y 18 años de prisión para 49 de ellos, y cuatro años para el único procesado por «tocamientos» a Gisèle Pelicot.
Estas solicitudes de penas son más duras que la condena media por violación en Francia, que era de 11,1 años en 2022, según el ministerio de Justicia.
Laure Chabaud, una de las representantes de la fiscalía, deseó que la decisión del tribunal vaya más allá de la suerte de los acusados y envíe «un mensaje de esperanza a las víctimas de la violencia sexual».
La fiscal insistió que el veredicto debe servir de guía en la educación de los «hijos», «porque es a través de la educación como se logrará el cambio» en la sociedad.
Los abogados de la defensa presentaron en cambio una treintena de peticiones de absolución en nombre de sus clientes, de quienes dijeron que fueron «manipulados» por el «monstruo», el «lobo», el «ogro» Dominique Pelicot.
Sus clientes no tenían «ninguna intención» de violar a Gisèle Pelicot, que ahora tiene 72 años, y por tanto no habrían cometido un delito en virtud del Código Penal, defendieron.
86 medios de comunicación internacionales
Poco antes del veredicto, la tensión era palpable en la sala, donde se desplegó una gran presencia policial. En caso de condena generalizada, 32 acusados que comparecieron en libertad podrían ir directamente a prisión.
Un total de 180 medios –86 extranjeros– se acreditaron para seguir la lectura del veredicto, pero sólo cuatro pudieron acceder a la sala principal del tribunal. Los demás periodistas se instalaron en salas de retransmisión contiguas.
Fuera de lo común por su duración, el número de acusados y, sobre todo, la atrocidad de los hechos denunciados, este juicio ya ha hecho historia.
Las asociaciones feministas esperan que el juicio cambie la actitud ante las violaciones, intentos de violación y agresiones sexuales, que en Francia denuncian más de 200.000 mujeres cada año.
Este caso también habrá contribuido a encarnar la lacra de las víctimas de agresiones sexuales, en particular mediante el uso de la sumisión química, a través de la figura de Gisèle Pelicot, que pasó de ser una víctima anónima a icono feminista que insta a las mujeres a «dejar de callar» para que «la vergüenza cambie de bando».
«Gracias Gisèle», proclamaba una pancarta colgada en el centro histórico de Aviñón el jueves por la mañana, frente al tribunal.
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