Don Emilio Lapayese

Don Emilio Lapayese

POR JOSÉ ANTONIO NÚÑEZ FERNÁNDEZ
En el 1934 Madrid la real villa del oso y del madroño, de cuna le sirvió a don Emilio Lapayese. Para el 1936 don Emilio era un niño de apenas dos años, y a tan temprana edad tuvo que ver el comienzo de la guerra civil española, una de cuyas famosas batallas fue la cruenta y larga batalla de Madrid, la cual duró desde el 1936 hasta el 1939.

El niño Emilio Lapayese del Río, era hijo de la ciudad heroica de Madrid. Ciudad que soportó los terríficos bombardeos de los Stukas en picada de Adolfo Hitler con sus infernales bombas llamadas las «arranca manzanas».

Los defensores de Madrid con el general de la República José Miaja a la cabeza, enfrentaron y frustraron durante tres años los ataques severos e impiadosos del general franquista Varela. En el 1939 cayó Madrid y terminó la guerra que costó un millón de vidas.

Hacemos este relato o recuento para resaltar cómo un niño que estuvo cerca de las llamaradas de una tremenda hecatombe, recibió temple de acero para las fibras vitales de la que a todas luces fue una existencia setenta añera; recia, sin flojedad y sin claudicaciones.

Don Emilio anduvo por las aulas del Derecho; pero apartó de esos estudios para adentrarse en los conocimientos clericales y quedar involucrado en la orden de los dominicos. En la República Dominicana en el 1965, cuando la Fuerza Interamericana de Muerte nos invadió; en el 1965 cuando la OEA se convirtió en el Tribunal del Santo Oficio del texano mister Lyndon Baines Johnson, el sacerdote don Emilio Lapayese ofició en los altares de la dignidad por las glorias inmortales del pueblo heroico de Francisco Alberto, de Minerva y de Luperón.

Después voluntariamente se privó de los hábitos sacerdotales y se dedicó a la enseñanza y al periodismo ya escrito ya hablado, ora radial ora televisivo. Haciendo del periodismo un elevado magisterio, casi, casi un sacerdocio.

Don Emilio en el diario HOY, en su breve columna «En sólo cien  palabras», con donosura, inteligencia y valentía, lograba decir lo que otros no hubiéramos podido decir con más de mil palabras.

Como a veces el botón de la muestra o de la prueba se hace necesario, vamos a evocar algunas muestras o pruebas. Recordamos «Lástima de Fecha», donde brillaron estas líneas: «El significado de aquel abril, hace ya 39 años, ha sido tan tergiversado y prostituido que preferiríamos pasarlo por alto. Pero tenemos que recordarlo porque ahora menosprecian deslealmente la figura de Caamaño».

Don Emilio les hizo frente a los despilfarradores, cuando dijo: «Ahora quebró el Estado. Tiene que recaudar de urgencia improvisando fuentes fiscales. Miles de millones malgastados en los Juegos». ¡Válgame Dios, qué despilfarro!

Hace unos días que la prensa daba cuenta de suspensiones y nombramientos en los tribunales de justicia de casi toda la nación. Por eso queremos recordar que cierta vez don Emilio clamó y aclamó al «Consultor».

«Consultor Jurídico que consultas con rigor, lo tuyo es la Justicia y la Verdad, nunca el favor. Tampoco el temor. Simbolizas viejas ansias siempre engañadas. La Ley se torna truco y trampa para servirse mejor. Consultor, no apoyes a los de siempre».

Para acabar con ese sencillo homenaje para el autor feliz de la columna de HOY «En sólo cien palabras», lo hacemos diciendo que en el Madrid de las puertas de Toledo y de Alcalá. En el Madrid de la Gran Vía, de la fuente de la Cibeles y del paseo del Prado, en el 1934 nació don Emilio Lapayese del Río, y aquí en esta jerosolimitana cuna del nuevo mundo, murió don Emilio cuando iba a cumplir sus setenta años.

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