Don Emilio y la Historia

Don Emilio y la Historia

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
Gollito Polanco era un general de la montonera, comienzos del siglo pasado, con las flaquezas y costumbres de los demás «generales» y «políticos» de entonces. Para ellos el gobierno era una forma de vida muelle sin que les importara el destino del país ni el progreso de la sociedad.

Era gente capaz de cualquier bajeza. Pertenecían a la gentuza que se ensoberbece con el poder porque carece de méritos personales o profesionales que pueda presentar con orgullo. Sólo el estar pegado a la vaca nacional les permite participar en la sociedad, de manera momentánea y fugaz, en los más casos. Esa gente no ha desaparecido. Está en todos lados, siempre al acecho de una oportunidad de engancharse, aunque sea en la huella del poder. Es un reflejo del desprecio a la escala moral que comienza desde arriba, porque donde hay un corrupto siempre hay un corruptor.

El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española dice:

Corromper: Alterar y trastocar la forma de una cosa. Echar a perder, depravar, dañar, podrir. Sobornar a alguien con dádivas o de otra manera. Pervertir o seducir a una persona. Oler mal.

Corrupto: Que se deja o ha dejado sobornar, pervertir o viciar. Dañado, perverso torcido.

Se sabía en la comarca que Gollito Polanco estaba en mala. Nunca trabajó la agricultura, nunca crió animales ni ejerció algún arte manual.

Meses después, una mañana de domingo, Gollito brindaba cervezas y tragos a un grupo de amigos en el ambigú del mejor restaurante de la zona. Un chusco lo llama, se frota los dedos en el aire, abre los brazos y el general le grita: «es que la paz es buena, pero con dinero». Se había vendido al gobierno. Había saltado la valla hacia la indignidad. Le habían hallado el precio.

«Para el que no tiene nada, la política es una tentación comprensible, porque es una manera de vivir con bastante facilidad», dijo el escritor español Miguel Delibes.

Recuerdo la conversación en la cual el profesor Juan Bosch sostenía que «Cien años de soledad» era la mejor obra de Gabriel García Márquez, yo digo que es mejor «El coronel no tiene quien le escriba» porque describe con mayor propiedad el espíritu indomable del hombre latinoamericano, dispuesto a comer mierda antes que vender su dignidad.

El mercado político está abierto permanentemente. No tengo a quien culpar. Hay corruptores que ofrecen y corrompidos que se brindan.

El dramaturgo, poeta y novelista español Antonio Galá dijo:

«Los políticos honrados se quitan de en medio cuando cae sobre ellos la sospecha».

Lo peor es que los deshonestos se exhiben como si actuaran correctamente.

Al fin y al cabo, como dice el cuento de política criolla que publica don Emilio Rodríguez Demorizi en el libro del mismo nombre: son los mismos.

El agudo actor norteamericano Groucho Marx definió la política de un modo que los dominicanos no debemos permitir que continúe:

«La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados».

Ello, porque la política no es un espejismo que se maneja con hilos de titiritero.

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