Don Francisco Comarazany, maestro del periodismo dominicano, acaba de cumplir cien años de edad.

Don Francisco ha sido uno de los grandes periodistas dominicanos de todos los tiempos. Somos muchos los que nos hemos beneficiado de su experiencia. Persona de modales respetuosos, don Francisco inició su carrera profesional hace 64 años, como corresponsal del diario  La Opinión, pero ya desde los 14 años colaboraba en periódicos de San Pedro de Macorís, su ciudad natal.

Yo tuve el honor de trabajar bajo su dirección en El Caribe cuando apenas comenzaba mi carrera, que ya va por los 48 años. Y fueron muchos los gazapos que don Francisco me corrigió, cuando yo trataba, ingenuamente, de hacer un periodismo “de combate”.

Recuerdo que don Frank cariñosamente me llamaba,  y con palabras adecuadas me daba a entender que “una cosa piensa el burro y otra el que lo apareja”. Jamás he olvidado esa ocasión, porque de inmediato supe quién era el “burro”.

Es mucho lo que puedo decir de don Frank. La carrera de don Frank lo llevó, como ya dijimos, desde simple corresponsal  de  un diario provincial, hasta  director del principal diario de aquellos tiempos, el Listín Diario.

Yo aprendí mucho con don Frank, pues éste tenía la prudencia (vamos a llamarlo así) de llamar a cualquier redactor y enseñarle, por ejemplo, que el “quien” no va  delante en el “lead” de una información… ¡Salvo que se tratara del jefe del Estado!

Hay mucho que escribir de don Frank pero a mí, en particular, me llegó al corazón cuando dijo que ha leído muchos libros, pero que el mejor ha sido la Biblia. Éste, para mí, es el libro máximo del cristianismo, pero al mismo tiempo es un formidable libro de la historia del hombre, de la historia universal.

A mí me hubiera gustado haber sabido un día antes que don Frank cumplía sus cien años. Pero no importa, quiero que sepa que lo admiro, le agradezco y que le deseo todas las bienaventuranzas del mundo. Él las merece.