Don Manuel, un coloso de trabajo

Don Manuel, un coloso de trabajo

ROBERTO B. SALADÍN SELIN
El martes 9 de noviembre en la noche, fue llamado al seno del Señor, don Manuel Corripio, ejemplo de trabajo sin parangón, en la historia empresarial de la República Dominicana, donde supo levantar una cultura del trabajo que ha sentado cátedra para orgullo de nuestro país y de España.

Encontrándome en Orlado, Fl., en la Universidad Central de Florida (UCF), dictando una serie de conferencias, me enteré de la noticia del fallecimiento de Don Manuel (Q.E.P.D.) y reviví en la memoria de mi infancia como capitaleño, la visión de ese coloso de trabajo, que en la calle Emilio Prud»home, casi esquina Palo Hincado era paradigma de hombre laborioso, en una empresa comercial, donde el  trabajo era y sigue siendo una religión en la familia que levantó en nuestro país.

El Señor le permitió a Don Manuel, sentar el record de ser el emigrante español, que alcanzó mayor edad, en nuestra América, manteniéndose activo por lo que fue condecorado por el Gobierno de España, siendo a la vez un ejemplo de amor y compromiso con esta  República Dominicana, a la que legó el patrimonio de una cultura de trabajo sin lugar a dudas es y sera la herencia más valiosa, no solo para su familia, sino para el país, porque nunca desde que llegó a la República Dominicana a los 13 años de edad en 1921, si la memoria no me falla, pensó jamás en jubilarse.

Don Manuel, fue un testigo excepcional de las transformaciones que vivió nuestro país desde su llegada al mismo y allá por los años de su juventud trabajó en la Casa Lavandero, de la calle Pina, compartiendo en esos años habitación, nada más y nada menos, con alguien que al paso de los años se convertiría en Presidente de la República, Don Juán Bosch, sellándose una larga amistad desde entonces.

En los años en que Juán Bosch estuvo en el exilio, cuando Don Manuel salía de su comercio y se dirigía a su casa, en la Avenida Mella a esquina Santomé, acompañado de su esposa Doña Sara y su hijo Pepín, entonces un joven, muchas veces se encontraba con Don Pepito Bosch, el papa de Don Juán, diciéndole Don Pepito, «que te parecen Manolo, las vagabunderías de este gobierno, » refiriéndose obviamente al régimen de Trujillo, «este país solo se arreglará cuando mi hijo sea Presidente!»

Don Manuel, con esa prudencia y esa sabiduría que lo adornaba, le decía a Don Pepito, «baja la voz que pueden escucharnos!»   El sólido ejemplo de trabajo de Don Manuel fue el escudo que siempre lo protegió en todos los avatares de nuestro país, a lo largo de su fructífera vida.

A través de mi esposa Bertha, siempre escuché las historias de cómo se trabajaba en la Distribuidora Corripio, porque fue compañera de vecindario y de colegio, de María Luisa González, hoy de Armenteros, cuyo padre lo era Don Pepe González y su esposa Doña Angelina, quienes le tenían un gran cariño a mi esposa y en el seno de esa familia, escuchó ella lo que era la devoción y el amor al trabajo de la familia Corripio.

Al extenderle a José Luis Corripio (Pepín), su esposa Ana María, sus hijos, sus nietos y a toda la familia, nuestras más sentidas condolencias ante el fallecimiento de Don Manuel, rogándole al Señor que lo haya acogido en su Santo Seno y asi mismo, expresarles también, que su ejemplo, siempre sera un estímulo para muchos dominicanos que siguen creyendo en la cultura del trabajo, verbo que Don Manuel a lo largo de su vida, supo conjugar en todos sus tiempos.

¡Descanse en paz, Don Manuel!
¡Un coloso de trabajo!

Publicaciones Relacionadas

Más leídas