Don Pepe Mujica: un referente para los políticos

Don Pepe Mujica: un referente para los políticos

Alfredo Cruz Polanco

“Nadie se muere de verdad si queda en el mundo quien respete su memoria”. Juan Bosch

José Alberto Mujica Cordano (don Pepe), uno de los principales líderes de la “izquierda revolucionaria”, acaba de dejar este mundo terrenal, luego de casi 90 años de existencia caracterizada por sus luchas armadas como miembro del movimiento guerrillero MLN-T contra la dictadura cívico militar (1973- 1985) que dirigió la República Oriental del Uruguay; por su participación constante en las luchas políticas y sociales, sufriendo persecución y encarcelamientos y torturas por más de 14 años.

Fue diputado, senador, ministro de Agricultura y presidente de la república (2010-2015).

A pesar de haber sido encarcelado, en su corazón nunca existió el odio, el rencor, el resentimiento, espíritu de venganzas y la retaliación.

Puede leer: El cambio climático también enferma

Nunca claudicó ante las vicisitudes y los golpes que la vida le proporcionó.

Siempre luchó con gallardía por alcanzar su sueño: la liberación del Uruguay de la sanguinaria dictadura, para establecer un gobierno democrático.

Sus vivencias y sufrimientos son muy similares a los de Nelson Mandela. Fueron hechos prisioneros por muchos años por el único delito de defender con pasión y vehemencia sus nobles ideales de luchar por la democracia, la paz, la justicia social y los derechos humanos.

Desde la cárcel fueron electos presidentes, el primero por la República Oriental del Uruguay y el segundo, por la República del África del Sur. Mujica debe ser un paradigma, un referente y un modelo a seguir por la clase política de nuestro país y de toda la América. Fue un hombre coherente con sus principios ideológicos, de honestidad, éticos y morales. Siempre actuó consciente de que al Estado se va a servir, no a servirse de él.

Demostró que se puede ocupar una posición pública sin que sus manos se vean manchadas por el peculado o el oro corruptor.
Salió de la presidencia con la frente en alto, sin que nadie lo cuestione de haber cometido actos de corrupción, sin riquezas.

Renunció a la senaduría para permitir la alternabilidad.

Demostró que en la vida hay que luchar con dignidad, ahínco, persistencia por un sueño que, aunque muchas veces no se alcance, queda la satisfacción del deber cumplido. Porque triunfar en la vida no es ganar una posición, es saber levantarse a tiempo y continuar.

Renunció a todos los privilegios y canonjías que otros jefes de Estados disfrutaron.

Decía: “Pues no podemos dormir y comer tranquilos, mientras millones de personas no tienen un pan para comer ni para comprar un simple medicamento”.

Siempre fue una persona austera. Donó el 90% de sus ingresos personales para causas sociales y humanas.

Renunció a utilizar el palacio presidencial y a los vehículos de lujo.

Cuando concluyó su periodo presidencial, volvió a su pequeña finca (chacra) a cultivar lo que siempre disfrutó, las flores, arando la tierra con su propio tractor y conduciendo su Volkswagen, 1987.

Así como supo enfrentar con estoicismo el inhumano cautiverio sin doblegarse, soportó, sin quejarse y sin dejar de cumplir con sus deberes, el cáncer maligno en el esófago, al que desistió de seguir siendo atendido y que finalmente lo venció.

Hasta siempre don Pepe. Paz a su alma.

Más leídas