Don Sixto Minier: «La música del Espíritu Santo es buena»

Don Sixto Minier: «La música del Espíritu Santo es buena»

Quien lo afirma, puede. Don Sixto Minier tiene 84 años y desde antes de tener uso de razón ya su vida estaba inexorablemente ligada a la música gracias a su familia. Una raza de artistas de Dios y en nombre del cual fueron reinas su madre y su abuela para el convertirse en un sucesor tan humilde como un capitán.

El capitan de la Cofradía de los Congos del Espiritu Santo de Mata los Indios Villa Mella que fuera declarado como “Obra maestra del patrimonio oral e Intangible de la Humanidad” en mayo del 2001, está feliz por la atención que se ha suscitado a partir de entonces.

Se ha convertido en un hombre querido y respetado por el cumplimiento de un oficio que le fuera encomendado como una obligación.

Don Sixto trabaja desde los 12 años sin importarle

el dinero, pero se le acaban las fuerzas –no para tocar– sino para trabajar y le hace ilusión que al final de sus días y tras tanto reconocimiento pueda contar con una pensión estatal que le permita sufragar los gastos medicos a que su avanzada edad le somete.

“Creo que me lo merezco, ya a la edad mía y el tiempo que yo he pasado trabjando en la cofradía, aparezca una pensioncita que sería muy bueno, porque ya estoy blandito, No tengo el ánimo que cuando estaba joven, ahora es cuando necesito una ayuda del gobierno yo creo que ahora es la hora por mi seriedad

y mi honradez.”

[b]Llorando por un lado y él cantando por el otro[/b]

Los congos de Villa Mella están de moda. Es más tienen cuatro años en que abandonaron para siempre el anonimato y con ellos, su gran mentor y guía Sixto Minier.

Domingo Sixto Minier nació en Mata Los Indios y en ese mismo lugar creció, hizo familia y permanece. Nunca ha usado el primer nombre, el que recuerda que nació un día como ese del 1920 –no sabe cual y no le importa.

Fue en diciembre y cualquier día de este era bueno –si tenía dinero para celebrarlo con sus amigos “una botella de ron y un sancocho”.

Recuerda que antes los cumpleaños no se celebraban tanto como ahora, es más su memoria solo está ligada a las celebraciones de la muerte.

No tenía edad aún para entender la vida cuando ya le cantaba a la muerte junto a su abuela la reina de la Cofradía del Espíritu Santo de Villa Mella.

Recuerda que Mayita Brazobán la enseñó a tocar los congos cuando tenía 12 años y como si fuera poco, ya sabía cuales eran sus obligaciones. “Primero me dieron la maraquita, después me dieron la canoita, después me dieron el conguito y luego el congo grande”.

Porque el arte de los Minier y los Brazobán no es hacer música como negocio ni cantar para grabar, es simplemente cumplir con sus deberes católicos con el espíritu santo.

Don Sixto declara su familia como “una raza de músicos”, de su abuela dice que “cantaba muy bien y que era inteligente” y que en donde quiera sobresalía “por la música”.

Su mamá Maximiliana Minier que heredó el reinado de la Cofradía de los Congos del Espíritu Santo también “cantaba muy bien y bailaba mucho”.

[b]ESTAS MANOS MIAS…[/b]

Convertido en el capitán de la Cofradía, don Sixto Minier tiene como un “cumplimiento muy serio”, sus obligaciones con la gente, la iglesia y las obligaciones.

Tiene las manos grandes y luminosas –Galeano me dijo que una mano abierta le recuerda al rey sol , ellas han constituido el centro de sustento y comunicación de su dueño.

Tocar los congos, cantar las 21 piezas –respetando las reglas que su abuela le dejó , fabricar los congos y sembrar la tierra han sido el móvil de sus días y su vida.

La cofradía que comanda don Sixto tiene doce miembros activos que cumplen con los compromisos con los muertos, tuvo que dejar en el camino a 4 o 6 cuya edad y salud lo alejan de los deberes para acercarlos cualquier día a reclamar sus derechos.

Un nieto de 28 años tendrá que asumir la tarea de su abuelo “él tiene que cumplir bien, porque yo cumplí muy bien y esta es una misión que no podemos dejarla caer”.

Tanto sus hijos como sus nietos tocan y cantan, como antes lo hicieron todos los hijos y los nietos de su abuela Mayita, solo que el que es elegido como el sucesor es el que mejor lo hace entre todos.

P: ¿Los sonidos y las letras de las canciones de la cofradía no han cambiado o variado con el tiempo?

R: “No han cambiado nada, todo el tiempo es la misma que encontramos y esa misma es la que se toca y el mismo golpe”. Me explica que son dos golpes, “los que no se bailan, porque esos son de muertos, esos no son de la iglesia. Esos no los tocamos en la iglesia”, y los que se bailan.

P: Aparte del reconocimiento de la Unesco y esta inusitada atención que tiene todo el mundo sobre los congos, para usted, ¿cuál es la importancia de que se hayan mantenido Los Congos?

R: “Bueno, la importancia es que yo veo que va para adelante, porque antes no teníamos esto, yo me encuentro muy conforme y muy bien que va para arriba en vez de ir para abajo. Nosotros lo hacíamos sin cuarto, ahora puede aparecer un par de pesos y con más gusto se hace o lo hacemos. Es decir yo me siento muy contento porque ya en mi vejez, va subiendo la cosa”.

Confiesa que cuando era “muchacho” no le tenía “tanto amor”, como le tiene ahora que “el público está con nosotros”.

Cada domingo Mata los Indios se llena de gente que va a disfrutar de los cantos y los sonidos de los congos de don Sixto y los demás integrantes de la Cofradía.

El se cuestiona “no sé si es por verme que estoy viejo o por oír la música y no sé, pero estoy muy agradecido porque veo gente todo el tiempo encima de nosotros, me tienen mucho cariño…”

P: ¿Estaba usted consciente durante todos estos años en que este trabajo tenía una trascendencia mayor a su cumplimiento con la iglesia y con los muertos?

R: “Yo no lo pensaba, yo no pensaba esto, porque imagínese en aquel tiempo yo no podía pensar que esto podía llegar a esto. De ante tocábamos para cumplir con el muerto y nos íbamos a dormir sin pensar que íbamos a llegar a ese estado”.

P: Mucha gente sostiene que Villa Mella es una cantera de buenos músicos y artistas, ¿usted cree que tiene que ver toda esta tradición músico religiosa con eso?

R: “Bueno allá lo hay, hay músico de todo, pri pri que eso pertenece a nosotros, canuto que también pertenece a nosotros, la cuestión de la velada pertenece a Villa Mella aunque no a lo mío”.

Piensa que lo suyo y lo de su familia tiene más oportunidad de permanecer en el tiempo por las obligaciones que tiene con la iglesia “ellos tocan una velada aquí, un banco allí, pero no con una responsabilidad”.

Dice que los congos son los únicos que pueden entrar y tocar en la iglesia y que de los otros “no puedo decir ni que son malos ni que son bueno, son músicos y tocan y cumplen con su dinero que le paguen, pero nosotros no vamos por dinero a la iglesia, nosotros tocamos gratuitamente y lo contrario nosotros a veces tenemos que quitarnos el cuero para darle comida a la gente, nosotros hacemos tres comidas para la gente que va a acompañarnos y tenemos que buscar chelitos así, porque no tenemos fuerza”.

Le preguntamos que si alguno de los integrantes de la cofradía no ha levantado el vuelo para hacer una carrera lucrativa y comercial y nos responde que no. Pero, Josefina Tavarez que le acompaña le refresca la memoria con el caso de Enerolisa y su grupo de Salves.

“Ella tocaba conmigo y de ahí se dividió y se fue con Kinito Méndez, a buscar cuarto”, corrobora.

P: ¿Cuál es su relación con el dinero, nunca le ha interesado tenerlo?

R: “A mi me interesa, porque imagínese, pero no me ha llegado todavía, no he tenido una suertecita de que me llegue”.

Interviene otra vez Josefina Muñoz para declarar su intención de hacer la gestión ante el gobierno del país a fin de que le sea concedida una pensión de unos 20 mil pesos a don Sixto Minier.

P: Estando tanto tiempo cantando o rondando lo que es la muerte, le hace de alguna manera tener una relación muy especial con ella, ¿cuál es la idea que usted tiene de la muerte y cuál es su relación con ella?

R: “Que cuando yo me muera quedan ellos y hay que cumplir conmigo y con los demás como yo lo estoy haciendo, como mismo ellos ven que yo lo hago. Mis hijos, mis nietos ya saben lo que hay que hacerme y a mis biznietos ya los estoy enseñando también”.

Si don Sixto se muere hay que tocarle tres piezas cuando le estén velando, de ahí esperan los nueve días y el último día hacerle su túmbulo (dar mucha comida y tocarle de 9 de la mañana a 5 de la tarde).

“Espirítu santo, consolador” no puede faltar y para terminar “Kalunga eh” hasta que 4 años después se vuelvan a reunir en su honor con el mismo programa.

P: A los cuatro años, cuando ya hayan cumplido con usted, ¿dónde piensa que usted va a estar?

R: “Ya hay que irse uno de aquí, a los 4 años ya uno no tiene más nada aquí”.

P: ¿Por qué cantar cuando una gente se muere?

R: “Cantan los músicos, no son los parientes. Los dolientes están gritando en los aposentos”.

A excepción de los miembros de la cofradía, ellos tienen la obligación de tocar tres piezas (Camino reales, Devenyugué, Chamaliné) y don Sixto no escapó esto cuando se despidió con dolor de su madre y de su padre.

Pero, aún a don Sixto Minier le queda mente, corazón y manos para tocar los congos y para prestarse a esa fiesta dominical con la que satisface a los curiosos –a los cófrades y a su propia existencia que se confirma ese día como si se repitiera semanalmente su nacimiento ante sí mismo y ante los demás.

[b]Artesano[/b]

Entre los tesoros de don Sixto se encuentra el congo “que tiene 200 y pico de años”. que le dejó su abuela y con el que aprendió solo a reproducirlo en distintos tamaños y estilos.

[b]Educador[/b]

Don Sixto enseñó a sus hijos a tocar, a sus nietos y hasta a un biznieto que tiene “de 5 ó 6 años baila bien y toca. Yo me ocupo de enseñarlos, no a ellos nada más, a cualquiera que vaya yo le doy práctica, porque a mí me interesa mucho que se aprenda”.

Relata la amarga experiencia que vivió una vez en que se alquiló en una fábrica y los ayudantes “no me daban la máquina para que yo no aprendiera, porque dicen que el ayudante dizque tumba al jefe, pero eso no es así, yo tuve que aprender mirando”.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas