Doña Ligia y las redes sociales

Doña Ligia y las redes sociales

Hay que reconocer que las redes sociales son las vigilantes de nuestras conductas, son el espía que sigue nuestros pasos, nos sorprenden. Inadvertidamente (para nosotros) captan nuestra imagen, no importa la circunstancia o escenario, arrebatos emocionales momentáneos y pasajeros (algo que no escapa a ningún ser humano en determinadas circunstancias). Peor aún, distribuyen nuestras fotos y videos sin consulta previa (todo es permitido en el reino del Señor). Esas imágenes circulan por un corredor donde cientos de miles, probablemente millones de usuarios, nos ven en actitudes nada agradables, en ocasiones. Por morbo, por intereses políticos, grupales o económicos, pero también porque ese o esa me cae mal, les damos clik o compartimos lo que nos llega. A nadie se le ocurre, aún por curiosidad, detenerse, frenar sus impulsos, para cerciorarse si lo que le ha llegado se corresponde con algo real, nadie se detiene a investigar si lo que recibió en su aparato electrónico sucedió tal y como se le presenta. Nos olvidamos de la manipulación, de las ediciones perversas y de mala fe. Al segundo tenemos un verdadero ejército de seres desocupados desconsiderándonos, irrespetándonos y calumniándonos, como si se tratara de un deporte nacional. Nada podemos hacer frente a este ejército que disfruta su maldad, que se ceba en su morbo y da riendas sueltas a sus prejuicios y predisposiciones. Es la era digital, el mundo que vivimos. Ni los tribunales nos sirven para reparar daños morales y en el peor de los casos hasta económicos.
Conozco a Ligia Amada Melo, la actual ministra de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, desde hace muchos años, probablemente desde más de dos décadas, y nunca le he observado asumiendo actitudes violentas, desconsiderando a otro ser humano, discriminando o tomando decisiones prejuiciadas.
Si doña Ligia salió de sus cabales como muestran “las redes”, alguna situación desagradable tuvo que anteceder para provocarle tal arrebato, partiendo del supuesto de que ese hecho ocurriese como se nos muestra.
Creo que no toda la verdad ha trascendido al público y guardo serias reservas de que eso fuera el resultado de alguna reacción impulsiva y sorpresiva de una funcionaria de su talla, profesionalidad y experiencia política. Siempre se ha reconocido su labor meritoria al frente de ese ministerio, donde miles de estudiantes dominicanos han recibido una beca para cursar carreras académicas, agregando maestrías, post grado y doctorado en universidades nacionales y extranjeras. Es una política gubernamental que rinde sus frutos, pero ahora todos parecemos disfrutar las desconsideraciones contra la administradora y ejecutora de esa política oficial, parece que nadie recuerda sus acciones de bien, ni siquiera los padres y familiares directos de los beneficiados de esas becas cuyos hijos pudieron tramitar sus casos en un ambiente de transparencia y respeto.
A Ligia se le prejuzga, se le ofende, se le desconsidera y se le manda al infierno por un caso, por una situación incómoda de la que nadie tiene una versión objetiva, real, de lo ocurrido.

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