Doña Pura, san Gregorio y su nacimiento de ochenta años

Doña Pura, san Gregorio y su nacimiento de ochenta años

Ya se está acercando a los 90 años, pero doña Pura aún sabe muy bien cómo  maquillarse en unos pocos minutos para estar lista para las fotos.

 Acostumbrada a recibir a periodistas interesados en su historia, ya se sabe las poses de memoria que pueden salir mejor. Y aunque la edad se delata en su piel y su  dentadura, su fuerza y vitalidad son de alguien de mucho  menos edad.

 Todavía tiene ánimos y vigor para salir a recoger las palmas y follajes que utiliza para montar su nacimiento, una tradición que lleva desde hace ya 80 años.

Desde los siete. Ya lo ha contado muchas veces… A los siete años, gravemente enferma de fiebre tifoidea, se le apareció en visión José Gregorio Hernández Cisneros proponiéndole  hacer un nacimiento mientras vida tuviera, de manera que así hablaría con Dios. Ella accedió y recibió del personaje, que se identificó como médico venezolano, una inyección que la salvó de morir.

Doña Pura  nunca ha dejado de  hacer el nacimiento. Ni siquiera ahora que vive en un apartamento pequeño, la sala es el espacio destinado para el nacimiento desde que entra el mes de octubre y hasta después del Día de Reyes.

“Nunca he dejado de hacerlo, aunque esté fuera del país yo tengo que venir a hacer ese nacimiento. Fíjate que ahora es un apartamento muy chiquito y es un sacrificio muy grande yo tenerlo en la sala entera para hacerlo. Cuando en mi casa estaban mis hijas, que eran cinco, para mí era una alegría pero a ellas les causaba pena porque no podían recibir sus amigos y novios porque no tenían dónde, no tenían sala”, cuenta Pura.

Pero para poder usar toda la sala en el nacimiento tuvo que esperar a tener su propia casa. En su casa materna de Higüey sus padres le reservaban una esquina para que preparara esa especie de espectáculo que llamaba la atención de mucha gente.

Una obra original. El nacimiento de doña Pura tiene de todo: gallinas, tortugas y muchas otras figuras que ya tienen unos cincuenta años con ella. El amor que guarda por ellas es tal que prefiere no botarlas aunque el tiempo las haya deteriorado.

 Para ella es mejor volverlas a unir con cinta adhesiva y colocarla como si fuera la primera vez. Claro que algunas no han corrido la misma suerte. “He tenido que botar varias porque se han roto. Pero tengo algunas nuevas que me han regalado y he comprado también. Prefiero conservarlas porque son cosas antiguas y me gustan mucho las antigüedades, me da pena botarlas”, explica.

Y así como ella ha mantenido su costumbre navideña espera que las madres pongan un nacimiento en su hogar, aunque sea pequeño, para que le enseñen a sus hijos el verdadero significado de Navidad.

¿Sus deseos? Los de cualquier buena madre. “Que la juventud, por lo menos estén un poquito más moderaditos, que no tomen cuando estén manejando para que no le den tormento a su mamá. Que sepan qué es la madre,  la respeten y se lleven de ella, que los esposos se lleven bien, que nos llevemos todos bien.

Que seamos más humildes, que haya más consideración con los vecinos, que es la familia más cercana de uno”.

Tradición

Recuerdos

“Cuando san Gregorio se me presentó quise levantarme pero no me dejaron. Al otro día me levanté, cogí unos muñequitos de concha que yo tenía, les puse maticas y cositas que yo tenía y lo preparé.  He hecho este nacimiento en las distintas casas que he vivido. La última vez fue en la Zona Colonial, ahí estuve 40 años haciéndolo, donde muchas personas vienen a verlo, niños, sacerdotes, hasta gente de los pueblos”.

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