Donación de órganos y tejidos… vista por el forense

<p>Donación de órganos y tejidos… vista por el forense</p>

POR NICOLÁS RIZIK CABRAL
Cuando se habla o se escribe por los medios de comunicación sobre el tema de los trasplantes y la donación de órganos, los conceptos toman una dimensión que se sale de los linderos de la práctica médica debido a la complejidad que conlleva   esta actividad, considerada como uno de los mayores adelantos de la humanidad en el siglo XX en las fronteras entre la vida y la muerte.

 Es por eso que no me he cansado aún de explicar lo que esta área de la medicina tiene de especial.   Y consiste en un ingrediente que no es una pomada, una poción, una pastilla o una inyección.  Se trata de una parte humana, de un órgano o un tejido.   Se trata de un trasplante. » Más para bien que para mal» Algunos médicos dominicanos de diferentes especialidades se han entrenado en esos Avances tecnológicos y científicos, que no son exclusivamente Estadounidenses, y han estado desde hace 20 años o más realizando esas técnicas «en este suelo patrio», con un éxito mayor, que el que las condiciones del sistema de salud podrían proporcionar.

 «La gran diferencia estriba en que la sociedad norteamericana es Extremadamente…

Conciente de sus deberes tanto como de sus derechos, y la donación de órganos y tejidos allá es una acción tan común y tan corriente que ocurre sin espavientos ni parafernalia, como lo que es, el ultimo acto de humanismo de una persona que parte de esta vida, y permite que otro ser humano, a quién no conoce ni conocerá, pueda mejorar su salud, prolongar su vida o ganar mejor calidad de vida con una pequeña parte de su anatomía.

LOS CADAVERES SON GRATIS

Una de las materias más fascinantes de la carrera médica era la Anatomía Patológica, o sea, el estudio de las alteraciones que sufren los órganos y tejidos afectados por las diferentes enfermedades o traumas.   Se dividía en: Microscópica, que se estudia con preparaciones de cortes de tejidos  en una lámina de vidrio  y por supuesto debe ser observada con un microscopio.  Todo un mundo de células cuyas alteraciones inflamatorias o tumorales,  en colores preciosos, parecen muy ajenas al padecimiento y a los dolores del paciente al que se extrajo la muestra. La patología macroscópica, se estudia a simple vista, como parte del estudio inicial del tejido u órgano, y es fundamental en las autopsias.  Como estas no se podían hacer en la universidad, uno de nuestros profesores nos llevó en pequeños grupos a observar el procedimiento en el Hospital Salvador B. Gautier.

La experiencia fue tan interesante como desgarradora.   Esa extracción de todos los órganos después de abrir todas las cavidades del cuerpo, observados cuidadosamente, medidos meticulosamente, pesados en una balanza de precisión y después seleccionar pequeños cortes para su posterior estudio microscópico.  La apertura del cráneo  con la sierra eléctrica y la exposición del cerebro intacto retirado con la delicadeza de un rito sacerdotal, nos convencieron de que por grotesco que nos pareciera, una autopsia no solamente   era la búsqueda de un diagnóstico tardío, pero a fin de cuentas, la búsqueda de la verdad.  Al final, se hacia una reparación apresurada de las inmensas heridas, se lavaba con una manguera y se guardaba el cadáver, con la dignidad intacta, en una gran gaveta refrigerada.

 A la salida del recinto me atreví a preguntarle al profesor patólogo, cuanto cuesta una autopsia.   La respuesta todavía repercute en mi memoria:  «El valor de una autopsia es solamente lo que aprendemos de ella…. y los cadáveres son gratis.»

OJO POR OJO

Las leyes pueden ser buenas o malas, completas o incompletas, útiles e inútiles, pero lo más difícil ha sido siempre definir la frontera entre lo legal y lo justo.   Lo primero es un papel, un sello o una firma.  Lo segundo es un concepto.

 La ley 329-98 promulgada en 1998 por el actual presidente, discutida, estudiada y modificada durante varios años previos a su puesta en vigencia, no es perfecta ni esta completa ya que sus reglamentos debieron ser redactados, discutidos y no estoy seguro si aprobados por los estamentos correspondientes con posterioridad a su promulgación, debido a que este tipo de leyes tiene implicaciones muy delicadas en términos   técnicos.  Por eso la propia ley crea el Consejo Nacional de Trasplantes (CNT), presidido por el Secretario de Salud Publica o su representante, y compuesto por un delegado de importantes instituciones estatales vinculadas al sector de la salud como son el IDSS, La U.A.S.D,  el C.M.D. y El Departamento Médico de las Fuerzas Armadas.

También crea un Instituto Nacional de Coordinación de Trasplantes (Incort), como un organismo técnico que asumiría el papel del Estado en lo que se refiere a la procuración, distribución, asesoramiento y coordinación con los centros que se puedan dedicar a hacer trasplantes, así como a aplicar las regulaciones   reglamentarias.

Lamentablemente ninguna de las tres administraciones gubernamentales desde la vigencia de esta ley, ha tenido interés en darles funciones ni presupuesto.   Los intentos que se han hecho se han quedado entrampados entre la burocracia y los sueños.

Esta ley no menciona al Instituto Nacional de Patología Forense, como no tiene que mencionar por su nombre ninguno de los Hospitales donde se realizan autopsias o que tienen un depósito de cadáveres o morgue. A los que nos dedicamos al trasplante de órganos, que en el caso nuestro se limita al riñón, no nos sirven de nada los órganos extraídos en patología forense, ni ninguno extraído a un cadáver con muerte clínica, ya que estos se deterioran al cesar la circulación y coagularse la sangre que contienen.   Los potenciales donantes para estos trasplantes son aquellos con diagnostico de muerte encefálica que todavía permanecen en la unidad de cuidados intensivos a la espera de ser desconectados de los equipos que le mantienen artificialmente con latidos y circulación.   En lugar de ello, si cualifican para donantes de órganos, una vez cumplidos los requisitos legales y procedí mentales, se lleva a sala de operaciones y se practica la cirugía de extracción de los órganos a ser utilizados en trasplantes con todos los rigores de asepsia y con técnicas de preservación in situ.   En los 8 años de vigencia de la ley, ha sido posible hacerlo una sola vez.    Los    cadáveres del Instituto de Patología Forense no siempre llegan en buen estado.   Solo algunos cualifican para donar las corneas y ya hay de antemano una autorización judicial para remover lo que sea necesario, y de hecho se le remueve todo, «Con la finalidad esencial»,- que no significa la única- «de la determinación de la causa medica de la muerte, estados Patológicos preexistentes» y demás aspectos medico-legales.

 La Ley de trasplantes por su lado, autoriza al medico legista, que en el caso que nos ocupa   se eleva a la categoría mayor de patólogo forense, a permitir la remoción de órganos o tejidos para trasplantes, siempre que no obstaculizare la investigación (Articulo 13.Párrafos I y II).  Donde le damos toda la razón al director forense, es que no hay mandato alguno en ninguna ley para remover órganos y tejidos, ya que esto solo ocurre en países con regimenes totalitarios (el caso de china continental es bien conocido)   y el tiene la potestad de permitirlo o no, ya sea por su acendrado celo profesional, porque remover las diminutas corneas constituyan una extralimitación en sus funciones,   o porque no le sale de la túnica el colaborar con esa causa, pero ese es su derecho y su verdad y será mejor esperar que la sociedad de «La adorada Quisqueya» cambie su cultura funeraria.

 No tengo vinculación alguna con el Banco de Córneas de República Dominicana.   Conozco las personas que lo manejan y la labor que realizan en trasplantes de corneas para devolver visión a muchas personas, la mayoría de escasos recursos, ya que como siempre ocurre en nuestro país, los de mayores posibilidades se van al extranjero para procedimientos delicados.

 Se que ante la escasez de donantes  » en el suelo Patrio» reciben corneas donadas en Estados Unidos, donde los pruritos forenses no impiden la donación de tejidos.  Se que los oftalmólogos que realizan estos trasplantes, tienen otros procedimientos mas rentables y con menos complicaciones con que beneficiarse de su especialidad, pero alguien tiene que hacerlo, sobre todo cuando no es una prioridad de ninguna Administración Gubernamental de Salud.   Donde si se extralimita el director forense es en una serie de epítetos peyorativos que dañan su retórica patricia, utilizados al final de su articulo con los que alude no solo a los del Banco de Córneas sino a todos los que, por las razones que fuera, nos dedicamos al trasplante.   Si se cree que hay traficantes y vendedores de órganos y tejidos, como dependencia de la procuraduría se deberían entonces tomar las iniciativas de lugar que la misma ley prevé.

 En cuanto a las aves de carroña mencionadas, se me ocurre creer que no son los únicos que viven de los cadáveres.

La Dignidad de las Corneas

Mi primera experiencia con cadáveres ocurre, como casi a todos los médicos, en el Instituto de Anatomía de la Escuela de Medicina.  Aquellos cuerpos preservados por las técnicas milenarias del formol y la parafina, nos parecían tan ajenos a las personas que vivieron en ellos, que el legendario maestro   anatomista Dr. Alejandro Capellán nos recordaba a diario que debíamos mantener el respeto por esos cadáveres, como si ellos fueran nuestros profesores inertes.

 Esas disecciones totales han permitido a docenas de generaciones de médicos adquirir las bases del conocimiento del cuerpo humano, tal cual es, no obstante lo desagradable que les resultaba a no pocos de nosotros.

 En esa práctica, que duraba casi un año disecábamos la orbita del ojo, pero nunca le dimos importancia a las transparentes y finas membranas que lo recubren en su parte visible.   Como si no existieran.  Hasta que años después, en la clase de oftalmología nos percatábamos de su importancia para la visión, de lo fácil que se podían dañar, y de la tragedia de la ceguera.   La cornea es tan fina, pequeña y transparente, que si se cae al piso, es difícil encontrarla de nuevo.  Hoy aprendimos de los conceptos del Dr. Sergio Sarita, que aparte de la visión, las corneas alojan también la dignidad de una persona, sobre todo cuando ya ha fallecido.

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