Donald Guerrero Martínez – ¿Acosa también The New York Times?

Donald Guerrero Martínez – ¿Acosa también The New York Times?

La pregunta cabe. Hace algunos días afirmó el consultor jurídico del Poder Ejecutivo que había una campaña de «acoso y derribo del gobierno», y en contra de la reelección. La atribuyó a «una franja perfumada de la sociedad» que incluía a periodistas y medios de comunicación. No habiéndolos identificado, hay margen para la especulación. La afirmación es temeraria. No hay que suponerle a ningún medio el propósito de acosar y derribar al gobierno. Su misión, garantizada por la Constitución, se cumple con solamente reflejar el acontecer cotidiano. Pero puede dársele crédito al funcionario en lo de que acosan al gobierno. Lo que ocurre es que yerra en la identificación de los elementos del acoso.

Según el Times, el país está en quiebra, luego de ser en los 90 el país de más rápido crecimiento, casi un 7 por ciento, en la región. El diario ve colapsada la economía del país. Cita la debacle del que hasta abril 2003 fuera el segundo banco más grande del sistema. Esa debacle le ha costado a los contribuyentes 2 mil 200 millones de dólares, con la consiguiente generación de inflación y una fuerte devaluación del peso. El periódico atribuye al presidente del banco quebrado «el reparto de millones de dólares a causas populares y entre políticos». Dice que su generosidad «sirvió para proteger al banco de los reguladores», que hubiesen podido descubrir la desaparición de cientos de millones de dólares. Hace algún tiempo manifestó el cardenal López Rodríguez, que fue deficiente la supervisión de las autoridades en las operaciones del banco citado. Dio a entender que «los reguladores» mencionados por el Times tenían responsabilidad en la situación creada.

El diario neoyorquino refiérese también a que fuera mejor para los dominicanos, que el Presidente se pasara «los meses que le quedan», dedicado a trabajar por el fortalecimiento de las instituciones del país. Pero, -nunca falta ese bendito-, «luego de prometer no postularse de nuevo» el mandatario está buscándolo. Por eso sus políticas y estilo siguen tan clientelistas como siempre, «y empeoran a medida que se aproximan las elecciones de mayo». En igual tenor hablaron los obispos en el reciente mensaje de la Conferencia del Episcopado Dominicano. En efecto, citaron la creencia de muchos dominicanos de que el desistimiento de la repostulación del Presidente «favorecería altamente la paz social y la gobernabilidad». Conscientes los obispos de que esa creencia generalizada ha sido olímpicamente despreciada por el mandatario, la han dejado «a su conciencia».

Las iglesias evangélicas también han manifestado su rechazo a la repostulación, porque «el país no resiste un nuevo mandato del Presidente». En Santiago, el grupo sacerdotal Helder Cámara denunció la situación crítica que se vive «debido al aumento de los problemas sociales, políticos y económicos. Y repiten algo que ya se les oyó decir a otros: de tan mala, la situación social puede estallar en cualquier momento. El Concilio Evangélico de las Asambleas de Dios ve al país «inmerso en un panorama tétrico, deprimente y angustioso». Aquí, el párroco de San Carlos cree que hay «un desgobierno» que tiene al país quebrado y sin solución a los problemas.

Desoídas, y despreciadas, todas esas voces, se puede afirmar que en la administración hay oídos solamente para dos ecos: el de la potencia de la terquedad, y el de los ardones de las ambiciones.

Entretanto, se puede estar de acuerdo con que al Presidente lo «acosa» desde hace tiempo, la inestabilidad de la tasa de cambio. No se conoce una sola acción oficial que haya podido «meterla en cintura». Por tanto, luce roto el equilibrio necesario para el normal desenvolvimiento de las actividades económicas de grandes y pequeños.

Ya se sabe de gestiones oficiales fracasadas para un financiamiento «puente» gestionado para enfrentar la crisis del sector eléctrico. Como se sabe que la readquisición por el gobierno de las Edes, aumentó en más de 500 millones de dólares la deuda pública del país. Ha sido desmedida la versión de la venta «a la flor» de ganancias de la mina de oro de Cotuí. Los que conocemos el campo sabemos que el agricultor que vende «a flor» su cosecha, lo cual hace solamente cuando ya no tiene otro camino, puede perder el valor de la cosecha, y el conuco.

Si se aceptara que hay «acoso» al Presidente, no le llega de «una franja perfumada de la sociedad».

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