Donald Guerrero Martínez – El «solitario» senador Tonty Rutinel

Donald Guerrero Martínez – El «solitario» senador Tonty Rutinel

Es un perredeísta «de los de antes, a carta cabal». Ha vivido sus años políticos apegado al jacho con inquebrantable fidelidad. Ninguna fuerza o circunstancia ajenas al partido lo ha contaminado. Ni lo ha mareado el humo de otros fuegos. Tiene muchas más horas de vuelo político que otros llegados antes que él a posiciones encumbradas, que se arrimaron al jacho sabedores que era el fogón donde podían calentar sus aspiraciones de vida pública, para después salirse de la cocina creídos en que dejaban apagado el jacho.

El senador Rutinel preside, desde su creación en marzo 2001, una Comisión Bicameral que desarrolla el Programa de Institucionalización y Modernización del Congreso Nacional y la Cámara de Cuentas. La completan otros cuatro senadores y cuatro diputados. El programa tiene financiamiento del BID por 28 millones de dólares, y del gobierno de Taiwán por otros 4.5 millones. La comisión descubrió irregularidades y actos de corrupción incurridos por la Cámara, atribuyéndolos a la pobre calificación profesional de sus miembros, su falta de ética y de escrúpulos. Se opuso el senador, por tanto, a que el Senado ratificara en sus puestos a los jueces de la Cámara, y quiso también que sus operaciones fueran auditadas por una firma internacional. El Senado rechazó, «al vapor», las propuestas del senador Rutinel.

Entonces, en una acción a la que es fácil verle tintes de desquite, la Cámara ordenó una auditoría financiera y de gestión al Programa citado. El senador, luego de reconocer la facultad de la Cámara para esa actuación, dispuso facilitarles el trabajo, abriéndole los archivos, registros, informes y cuanta documentación haya. Empero, manifestó la indignación suya y de sus compañeros de Comisión, por la actitud de la Cámara, principalmente su bufete directivo, por ordenar una auditoría «justo en el momento en que la Comisión, como autoridad superior del Programa, ha cuestionado la gestión administrativa y financiera», de esa dependencia gubernamental.

Como organismo internacional de financiamiento, el BID es celoso de la forma en que son manejados los recursos aportados a los gobiernos. En esa línea, contrató mediante licitación pública una firma internacional que ha auditado el Programa referido desde sus inicios en marzo 2001, hasta diciembre 2003. Lo ha auditado también la Contraloría General de la República. La Cámara de Cuentas, por su parte, con más de tres mil casos pendientes de hacerles «residencias» como se decía en tiempos de Trujillo, examinó en el 2003 solamente 49 de ellas.

Por la detonación del escándalo renunciaron a sus puestos dos de los jueces confirmados. Las vacantes no han sido suplidas. Además, una comisión de técnicos del BID está en el país para determinar las irregularidades y supuestos actos de corrupción denunciados por el senador Rutinel, quien entiende que por la forma en que se ha manejado la Cámara, principalmente su bufete directivo, están descalificados para cumplir rectamente sus responsabilidades.

De Rutinel se ha dicho desde el Poder que es un «senador solitario, porque nosotros tenemos 28». Lo de «solitario» pudiese ser porque no compagina con el pepehachismo. Se le vincula a Hatuey De Camps, en cierto modo el «vendedor» de las pretensiones reeleccionistas. Por tanto, el senador Rutinel puede ver entorpecida o torpedeada más de una iniciativa suya, porque muchos legisladores, olvidados de que lo son de la República, no de partido alguno, se muestran dispuestos a seguir, no importa el precio, las directrices de la facción humillada en mayo pasado por el voto popular. Pudo ser también lo de «solitario» la señal oficial para que se rechazaran las solicitudes del senador de no confirmar los jueces de la Cámara, y para que las labores de ésta se auditaran.

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