Veinte deseos ha formulado para este año la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios. En julio pasado, la Anje firmó, con otras 51 organizaciones de la sociedad civil, una denominada Coalición por la Transparencia y la Institucionalidad en la que figuran algunos de sus deseos para el 2004. Mu-Kien Sang ha forjado para este año doce deseos. Entre aquellos y éstos hay puntos coincidentes. Casi todos son de difícil realización. A las autoridades, ocupadas «hasta la tambora» en el proyecto de «la maldita reelección», no les queda tiempo para atender ninguna obligación.

Los primeros seis deseos de Anje los considero natimuertos. 1. Restaurar la confianza y la credibilidad de los agentes económicos en la política económica. 2. Reducir el déficit cuasi fiscal del Banco Central. 3. Recuperar la estabilidad cambiaria. En este punto, la señora Sang deseo «ver el peso recuperado» y reducida la inflación hasta volver a cifrar de un dígito. 4. Aprobar una reforma fiscal integral consensuada que promueva el desarrollo económico. 5. Solucionar la crisis del sector eléctrico, el cual desea la señora Sang que sea «efectivo y menos costoso».Y 6. Reducir el gasto público y redimensionar el Estado. Se puede ver que algunos de esos planteamientos le han sido hechos a la administración por diferentes entidades desde hace mucho. Nunca se les hizo caso.

Más que deseo, es sueño «que en nuestro país se respeten la Constitución y las leyes». Anje no puede desconocer situaciones concretas habidas, citándose como botón de muestra la orden del Presidente al jefe policial de entonces, para que ignorara la citación, sólo para interrogarlo, de un juez competente.

Se necesita reinventar al país para que las campañas políticas «se basen en el debate de las ideas y planes de gobierno», y no en el derroche de recursos que son necesarios para aliviar los males de la población. La señora Sang plantea que en la campaña electoral «los partidos no se enfrenten con la violencia (me imagino que si siquiera la violencia verbal), de modo que no haya ni un solo muerto ni un solo herido; que los debates entre los candidatos «sean en base a programas y soluciones». Reinventarlo, también, para «que se garantice una lucha efectiva contra la corrupción», y para que haya transparencia en las ejecutorias del sector público y el privado. Luce difícil que en el gobierno se entienda «el rol que tiene que desempeñar el sector privado como dinamizador de la economía», por la imagen desfavorable que tiene el oficialismo del empresariado: mala paga, evasor de impuestos, especulador con el dólar…

Otro deseo de Anje, compartido por la señora Sang y anhelado también ampliamente por diferentes grupos sociales, es el de que las elecciones de mayo próximo se realizarán en «sin contratiempo, dentro de un proceso diáfano y pulcro», en el que el voto se ejerza libremente y sea respetado. Para la señora Sang, ese proceso debe ser, limpio, transparente y «sin travesuras». En esto hay que hablar de la preocupación colectiva respecto de lo que pueda derivarse de la actuación de jueces electorales con fuertes sospechas generalizadas de compromisos políticos con la administración. Desea la señora Sang que el organismo electoral tenga tiempo «para ganar la credibilidad que tanta falta le hace». No es poca cosa, señora.

Es una reiteración el deseo de Anje de que la nación «logre concertar un verdadero plan nacional de desarrollo a mediano plazo», como base para la continuidad en la ejecución de las políticas públicas.

La señora Sang desea también, muy importante, «que el Presidente de la República sea menos agresivo e insultante en sus respuestas a los periodistas, y sobretodo a sus adversarios. A ella le «tocó en suerte» el primero de los boches dados por el mandatario. Decir aquella vez que el gobierno era «autoritario, irreflexivo, ligero y desproporcionado», le ganó una reacción airada del Presidente. La mandó a formar un partido, postularse y ganar, para que entonces dispusiera.