El expresidente Donald Trump (2017-2021) entró este lunes en la sala del tribunal de Nueva York donde está previsto que preste declaración como testigo en el juicio civil por fraude empresarial en la Organización Trump, un proceso impulsado por la Fiscalía, que reclama una compensación de 250 millones de dólares.
El esperado turno de Trump en el estrado de los testigos, en un caso que afecta al corazón de la marca empresarial que Trump pasó décadas creando, supone una notable convergencia de sus problemas legales y sus aventuras políticas.
El testimonio le da la oportunidad de intentar utilizar el estrado como plataforma de campaña en su intento de volver a la Casa Blanca mientras se enfrenta a múltiples acusaciones penales, pero su formato bajo juramento, ante un juez que ya le ha multado por comentarios incendiarios fuera del tribunal, crea un claro peligro para un empresario y candidato famoso por un despliegue retórico desenfadado.
Trump llegó al tribunal poco antes de las 9:30 del lunes, tras haber publicado a primera hora de la mañana en las redes sociales duras críticas contra el juez que preside el caso y la fiscalía general del estado que presentó la demanda.
“Es una situación muy triste para nuestro país”, dijo a los periodistas en la entrada el tribunal, llamando matones a sus críticos.
Trump siguió la tónica de sus apariciones previas: vestido con traje azul y corbata azul, rodeado de sus abogados y con semblante serio, mirando al frente al pasar por la primera fila del público, en que estaba la fiscal Letitia James, por quien Trump no oculta su animadversión.
Una vez llamado el público al orden, el juez Arthur Engoron permitió entrar a los fotógrafos y dijo que quería proceder con rapidez, por lo que llamó a Trump a la silla de los testigos; este caminó despacio, hizo su juramento y se sentó a declarar.
La sala de audiencias del número 60 de la calle Centre ya se ha convertido en un destino familiar para Trump. Durante el último mes ha pasado horas sentado voluntariamente en la mesa de la defensa, observando los procedimientos. En una ocasión, Trump subió al estrado -de forma inesperada y breve- tras ser acusado de violar una orden de silencio parcial. Trump negó haber violado las normas, pero el juez Arthur Engoron no estuvo de acuerdo y le impuso una multa.
La mayor parte de su intervención ha tenido lugar fuera de la sala del tribunal, donde ha aprovechado al máximo el banco de medios de comunicación reunidos para expresar su indignación y dar la vuelta a los procedimientos de los días de la manera más favorable.
Además, el lunes volverá a verse las caras con Engoron, a quien en los últimos días ha tachado en sus redes sociales de “chiflado” y “JUEZ DEMÓCRATA OPERATIVO DE IZQUIERDA RADICAL” que ya ha “fallado con saña” en su contra.
Aunque Michael Cohen, su arreglador-abogado-convertido-en-testigo, había dicho inicialmente que planeaba estar también en la corte, dijo a The Associated Press el lunes que ya no asistiría porque su presencia creaba un potencial desafío de seguridad.
Entre los temas que probablemente se tratarán: El papel de Trump en la toma de decisiones de su empresa, en la valoración de sus propiedades y en la preparación de sus estados financieros anuales. Es probable que se pregunte a Trump sobre los préstamos y otros acuerdos que se hicieron utilizando las declaraciones y qué intención tenía, si es que tenía alguna, al presentar su riqueza a los bancos y aseguradoras de la forma en que lo hacían los documentos.
También es probable que se le pregunte cómo ve y valora su marca -y el impacto económico de su fama y de su etapa como presidente- y que se le pida que explique las afirmaciones de que sus declaraciones financieras en realidad infravaloran su riqueza.
Trump ha argumentado que las cláusulas de exención de responsabilidad en sus estados financieros deberían haber alertado a las personas que confían en los documentos para que hagan sus propios deberes y verifiquen las cifras por sí mismos, una respuesta que es probable que repita en el estrado de los testigos. Trump ha afirmado que la cláusula de exención de responsabilidad le absuelve de haber actuado mal.
Eric Trump, el hijo mediano del ex presidente, que testificó en el caso la semana pasada, dijo que su padre estaba impaciente por subir al estrado.
“Sé que está muy entusiasmado por estar aquí. Y piensa que ésta es una de las injusticias más increíbles que ha visto nunca. Y realmente lo es”, dijo el menor de los Trump a los periodistas el viernes, insistiendo en que su familia estaba ganando a pesar de que el juez ya ha fallado mayoritariamente en su contra.
A diferencia de la mayoría de los estadounidenses, Trump tiene una amplia experiencia respondiendo a preguntas de abogados y tiene un largo historial de declaraciones y testimonios en los tribunales que ofrecen una idea de cómo podría responder. Pero Cohen, que trabajó para Trump durante más de una década, dijo que nada en el pasado de Trump se ha acercado a lo que está enfrentando ahora ya que eran en gran parte asuntos civiles “donde aunque las cantidades en dólares eran de millones de dólares, nunca fueron de ninguna consecuencia real para él u obviamente para su libertad.”
“Ahora mismo este caso del fiscal general de Nueva York es una amenaza para la extinción de su empresa homónima, así como para su futuro financiero”, dijo. Los próximos casos penales de Trump -que lo acusan de clasificar erróneamente los pagos de dinero por silencio, de tratar ilegalmente de anular el resultado de las elecciones de 2020 y de atesorar documentos en su club Mar-a-Lago– “tienen consecuencias mucho más significativas, más específicamente la terminación de su libertad.”
El historiador presidencial Douglas Brinkley dijo que había pocos precedentes de la comparecencia de Trump, pero dijo que no sería la primera vez que un ex presidente sube al estrado en un juicio en el que se le acusa de haber cometido un delito. Señaló un caso en 1915, cuando, tras presentarse sin éxito a un tercer mandato como candidato de un tercer partido, el ex presidente Theodore Roosevelt fue demandado por difamación por criticar al jefe del Partido Republicano de Nueva York, William Barnes.
El juez falló finalmente a favor de Roosevelt tras un juicio de cinco semanas, en el que el ex presidente pasó ocho días en el estrado de los testigos.
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