Washington.- El presidente estadounidense, Donald Trump, juega al golf hoy en su ya tradicional retiro de fin de semana en Florida con la tranquilidad de haber acallado con su ataque en Siria las rencillas en su equipo, la baja popularidad y los difíciles momentos en el Congreso.
La primera acción militar directa de Estados Unidos contra el régimen sirio por el supuesto uso de armas químicas ha granjeado a Trump el apoyo de líderes demócratas, comentaristas televisivos y socios europeos y ha monopolizado la atención en un momento especialmente complicado para el mandatario.
Las 63 horas que pasaron entre las primeras noticias de un ataque con armas químicas con más de 80 muertos civiles en Jan Shijún, en la provincial de Idleb y bajo control de fuerzas rebeldes, y la lluvia de 59 misiles Tomahawk en una base aérea siria han marcado un punto de inflexión para Trump.
El ataque, que se llevó a cabo mientras Trump cenaba con el mandatario chino, Xi Jinping, en el resort de Mar-a-Lago (Florida), fue no solo un aviso para Siria y su aliado ruso, sino también para China, para que presione a Corea del Norte por sus provocaciones, uno de los temas más espinosos de la agenda, según indicó hoy una fuente de la Casa Blanca al diario “The Washington Post».
Las últimas 48 horas en Mar-a-Lago transcurren sin que ningún alto miembro de la administración, ni siquiera el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, comparezca ante las cámaras con la intención de mantener en las pantallas el protagonismo de Trump.
El bombardeo, que Rusia criticó como una falta de respeto al orden internacional pero sin cerrar la puerta al diálogo, también sirvió para publicar la primera imagen de un Trump como comandante en jefe rodeado de su equipo para evaluar el ataque en una sala acorazada en Mar-a-Lago.