Como presidente de Estados Unidos, Donald Trump podrá ser recordado por varios motivos, y uno de ellos será el que se haya convertido en el primer ocupante de ese cargo en perder la reelección en el siglo XXI (o en los últimos 28 años).
De hecho, el triunfo electoral del candidato demócrata Joe Biden coloca a Trump en una corta lista de apenas una decena de mandatarios de EE.UU. que a lo largo de la historia buscaron ser reelectos y fracasaron.
Ningún otro inquilino de la Casa Blanca había fallado en su intento de obtener un segundo mandato presidencial desde la derrota del también republicano George H. W. Bush frente Bill Clinton en 1992.
La situación actual de Trump contrasta no sólo con su sorprendente triunfo electoral en 2016, sino con las perspectivas que tenía a comienzos de año.
En la primera semana de febrero, Trump parecía más invencible que nunca al sortear un juicio político en el Congreso y ver sus índices de aprobación en alza, con la menor tasa de desempleo de EE.UU. en medio siglo.
«¿Qué derrotará finalmente a Donald Trump?», preguntaba en aquel momento el diario The New York Times en el título de un editorial.
Nueve meses después la BBC proyecta que Biden ha superado la mayoría de 270 votos en el Colegio Electoral, lo que significa que será nombrado presidente de EE.UU. en enero, pendiente del resultado de cualquier desafío legal.
Varios motivos explican la caída de Trump. Aquí analizamos tres de ellos:
1. Liderazgo incierto en tiempos de crisis
Mientras Trump lucía inexpugnable en febrero, un nuevo coronavirus avanzaba silenciosamente en EE.UU. para cambiar radicalmente el escenario económico, político y electoral del país.
Claro que Trump difícilmente pueda ser culpado por la llegada a EE.UU. de un virus que se expandió por todo el mundo.
Pero el presidente sí fue acusado de eludir el papel de líder durante la crisis sanitaria y actuar de forma errática o caótica..
En vez de advertir sobre la gravedad de la amenaza, Trump buscó una y otra vez minimizarla, contradijo a expertos y sugirió soluciones sin base científica.
El presidente mantuvo esa actitud aún después que EE.UU. se volviera el país con más muertos e infectados por covid-19 y que él mismo contrajera el virus, lo que llevó a hospitalizarlo unos días en octubre, en plena campaña.
Las criticas a su liderazgo fueron más allá de la pandemia.
Algunos republicanos y figuras religiosas cuestionaron su respuesta agresiva y divisiva ante la histórica ola de protestas por justicia racial que surgió tras la muerte del afroestadounidense George Floyd bajo custodia policial en mayo.
El presidente reclamó mano dura frente a esas protestas y buscó deslegitimarlas, catalogándolas de radicales y evitando abordar sus causas o tender puentes con los manifestantes.
La estrategia del presidente este año pareció ser actuar como opositor y pasarle a los gobernadores estatales o alcaldes la responsabilidad de responder al coronavirus y las protestas contra el racismo.
«En lugar de lidiar con los desafíos de 2020, Donald Trump volvió a su manual de retador de 2016 y pensó que podía eludir los problemas que enfrenta el país. Por supuesto que eso no funcionó», dice Allan Lichtman, un historiador experto en elecciones en EE.UU., a BBC Mundo.
Algunas encuestas previas a la elección mostraron que los votantes preferían a Biden antes que a Trump para liderar la respuesta a la pandemia, mantener la ley y el orden, o unificar la nación.
Y encuestas a boca de urna el martes mostraron que el control del coronavirus es una prioridad de la mayoría de quienes decidieron votar por Biden.
2. El desplome de la economía
Lichtman había anticipado la derrota de Trump en base a un modelo de predicción de elecciones presidenciales que él mismo creó y que le funciona sin errores en EE.UU. desde que Ronald Reagan fuera reelecto en 1984.
El modelo consta de 13 variables que contemplan distintos aspectos del panorama electoral, más allá de las encuestas: si seis o más de esas «llaves» se cierran contra el presidente o el partido que ejerce el gobierno, éstos pierden.
Trump apenas tenía cuatro llaves en su contra a fines de 2019.
Pero, tras la llegada de la pandemia, otras tres llaves giraron contra Trump para anticipar su derrota. Y dos de ellas tenían que ver con la situación económica a corto y largo plazo.
De hecho, el cierre de actividades para evitar la propagación del virus provocó una profunda recesión este año en EE.UU., con pérdidas de millones de empleos.
Y, aunque en el tercer trimestre del año hubo una recuperación importante de la actividad, la economía aún era 3,5% menor que a fines de 2019.
Durante la campaña, los demócratas también buscaron atacar ese flanco al insistir en que Trump sería el primer presidente desde Herbert Hoover (1929-1933) en dejar el cargo con menos empleos en la economía que cuando asumió.
Ese saldo es difícil de medir con exactitud, según expertos, pero lo cierto es que la salud de la economía es un factor clave para definir las elecciones en EE.UU. y esta vez la recesión jugó contra Trump.
3. La antipatía hacia Trump
La tercera llave del modelo de Lichtman que giró contra Trump este año está relacionada con el malestar social que se expresó tras la muerte de Floyd.
Más allá de las críticas que recibió por su respuesta a esas protestas o al coronavirus, Trump nunca fue un presidente muy popular, aunque siempre mantuvo una base fiel de simpatizantes.
En rigor, en los casi cuatro años que lleva en el gobierno Trump ha tenido un rating de aprobación inferior al 50% en las mediciones de Gallup, otra variable clave para las chances de reelección de un presidente.
Trump tampoco ganó el voto popular en 2016, aunque en esa ocasión obtuvo la mayoría del Colegio Electoral gracias al modo como este se conforma, ponderando a los estados menos poblados.
Biden, por su lado, logró que la elección se volviera un referéndum sobre Trump y su estilo de gobierno.
Y la mayor antipatía por Trump le permitió a Biden no sólo mantener unido a su Partido Demócrata pese a sus grandes diferencias internas, sino atraer votantes independientes e incluso republicanos.
Sin embargo, el Partido Republicano siempre dio un firme respaldo a Trump, incluso durante sus mayores escándalos o el impeachment al presidente por abuso de poder, y ahora padece su derrota.
«En la historia de EE.UU., ningún partido que ocupa la Casa Blanca ha sufrido jamás un cambio de suerte tan repentino y dramático en apenas unos pocos meses», señala Lichtman.
«Nunca sucedió antes y Donald Trump no tiene a nadie a quien culpar más que a sí mismo: él es el presidente», agrega. «Nos guste o no, como dijo Harry Truman (quien gobernó EE.UU. de 1945 a 1953), la responsabilidad llega hasta aquí».