Los papeles de la presidencia palestina y hasta cien organizaciones no-gubernamentales es probable que alcancen mayor prominencia mientras Israel y la comunidad internacional buscan mecanismos para circunvalar las relaciones con Hamas, con el fin de poder entregar la ayuda.

Después de la victoria legislativa de Hamas, los donantes se enfrentan la perspectiva de revertir sus políticas, que incluyen dar ayuda presupuestaria directa de apoyo a través del ministerio de finanzas palestino a las jóvenes instituciones gubernamentales. El efectivo de los donantes había totalizado US$6 millardos en los 11 años desde el acuerdo de paz de Oslo de mediados de los 90, que se suponía conduciría al estatus de estado de Palestina.

Mahmoud Abbas, el presidente de Fatah, se espera que desempeñe un papel principal en dirigir la ayuda, con las agencias de la ONU, en lugar de los departamentos del gobierno palestino, para la puesta en marcha de más proyectos. UNRWA, la agencia de la ONU para  ayuda y obras para los refugiados ya es uno de los mayores empleadores en escuelas y hospitales en los territorios ocupados.

El dilema de cómo lidiar con Hamas ya surgió, cuando los movimientos islámicos tomaron control de un grupo de consejos locales el año pasado. Cuando EEUU y la Unión Europea están forzando la puesta en vigor de su prohibición a la ayuda y contactos con Hamas, y la Autoridad Palestina controlada por Fatah ahoga las municipales de Hamas con los fondos, el movimiento ha tenido que desarrollar alguna creatividad para tratar de cumplir sus compromisos electorales.

Los consejos locales de Hamas licitaron tierras públicas, vendieron activos municipales, redujeron los gastos y elevaron los impuestos, pero en general lograron cumplir con los déficits presupuestarios.

Otra forma de aislar a Hamas sería dirigir la ayuda sobre una base de emergencias, en lugar de perseguir proyectos a largo plazo de construir una nación. Pero para incrementar el impacto de la ayuda, aún a corto plazo, organizaciones como el Banco Mundial dicen que tiene que haber una mayor libertad de movimiento dentro y entre los territorios ocupados.

Los diplomáticos temen una pérdida del control sobre la supervisión de la ayuda y un aislamiento mucho mayor de los que ocurre en el terreno. Ante la ausencia de movimiento hacia la creación de un Estado palestino, pudiera haber más interrogantes sobre la responsabilidad de Israel como la potencia de ocupación.