Donato di Pascuccio di Antonio, conocido como Bramante, fue un arquitecto y pintor italiano del siglo XV, considerado uno de los máximos exponentes del Renacimiento. Nació en Fermignano, en el Ducado de Urbino, probablemente en 1444. Se formó como pintor en el taller de Fra’ Carnevale, especializando en la pintura de fondos, que reproducen elementos arquitectónicos, utilizados como escenografía teatral para enriquecer los temas de las pinturas que representaban los cuadros. Sin lugar a duda esto dió a Bramante una habilidad de organizar el espacio arquitectónico en la realidad. Urbino era entonces un importante centro de difusión del humanismo durante el Renacimiento. Bramante conoció las obras de Andrea Mantegna, Piero Della Francesca y seguramente trabajó en la corte del duque Federico da Montefeltro, bajo la dirección de Luciano Laurana, que estaba construyendo en ese tiempo, el extraordinario Palacio Ducal de Urbino. Desde los 33 años Bramante comenzó a visitar y a trabajar en ciudades como Mantua (donde conoció la obra de Mantegna), Bérgamo, Milán, Roma, etc. En Bérgamo pintó al fresco la fachada del Palazzo del Podestá. En 1480 se trasladó a Milán, iniciando su carrera como arquitecto. Bramante conoció a Leonardo da Vinci de quien fue gran amigo, Bramante profundizó sus estudios sobre el tratado de Vitruvio, y escribió un pequeño tratado, llamado “Opinio”, en el que reflexiona sobre la construcción de la Catedral de Milán. Su idea de la arquitectura, además de la guía fija de Vitruvio, se basaba en el clasicismo de León Battista Alberti. En la ciudad de Milán, donde Bramante se trasladó desde 1480 a 1499, a la corte de Ludovico Sforza, conocido como ” il Moro”, Bramante continuó su estudio de la relación entre la pintura en perspectiva y la arquitectura, es decir, la relación entre el espacio creado a manera de ilusión óptica (en la pintura) y el espacio real (en la arquitectura), experimentando este conocimiento en diversas obras.
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La primera obra arquitectónica que se puede atribuir a Bramante es un dibujo. Un grabado realizado en 1481 por el grabador milanés Bernardo Prevedari, a partir de un dibujo de Bramante que representa el interior de un templo en ruinas con figuras humanas, en perspectiva vertiginosa. Esta estampa anuncia una revolución que barre el lenguaje estancado de los artistas reunidos en torno a la corte de Ludovico il Moro. Bóvedas perforadas y casetonadas, frisos con centauros, figuras reunidas en grupos, óculos y lunetos, rueda de la fortuna. Mientras todos intentaban copiar los nuevos elementos Bramante ya traducía esa visión bidimensional en ficción perspectiva
La influencia de sus primeras experiencias artísticas se siente en sus obras milanesas, en Milán diseñó una serie de obras basadas en el ilusionismo perspectivo. En la Iglesia de Santa María presso San Sátiro, construida entre 1482 y 1484 (iglesia adosada a un edificio paleocristiano existente), Bramante se encontró limitado por el pequeño espacio disponible y resolvió este problema diseñando un falso coro en perspectiva, al estar limitado espacialmente, creó una estructura en bajorrelieve de unos 70 centímetros de profundidad, que da la ilusión de un espacio largo y profundo. El artista utilizó los trucos del ilusionismo perspectivo para crear un ala entera de la iglesia, ya que existía una calle detrás, Bramante pintó los elementos arquitectónicos que no pudo construir, creando una profundidad espacial inexistente.
Durante los años que Bramante sirvió a las órdenes de Ludovico il Moro, participó en varias obras arquitectónicas importantes. La más importante fue la “Nueva Tribuna” de la Iglesia Santa María delle Grazie, una construcción monumental con soluciones arquitectónicas innovadoras, La majestuosa cúpula que domina el ábside de la iglesia fue considerada una de las construcciones arquitectónicas más bellas de la época.
Hoy en día, la trascendencia de las obras de Bramante en Milán es confusa y extraña. Construyó dos obras maestras, pero es como si no existieran. La iglesia de San Sátiro se encuentra a dos pasos del Duomo (Catedral), escondida en Vía Torino (Calle Turín), con una fachada anónima de piedra gris (la original de Bramante no se terminó y luego fue demolida). La pequeña iglesia, pasa desapercibida delante a la impresionante estructura del Duomo de Milán. Para muchos, Santa María delle Grazie es simplemente la iglesia que está al lado del edificio donde se encuentra la obra la Ultima Cena de Leonardo, a menudo sucede que los numerosos grupos de turistas que van a ver la pintura de Leonardo no dedican más de una mirada distraída a la bella iglesia que se encuentra justo a su lado.
En 1499, poco antes de la caída de Ludovico el Moro, Bramante decidió trasladarse a Roma. Esta elección no fue casual, Bramante partió con el preciso propósito de estudiar los monumentos antiguos, sus proporciones y la técnica con la que habían sido construidos, solo inspirándose en las obras del clasicismo grecorromano seria posible renovar verdaderamente la arquitectura italiana, dotándola de dos características que aún le faltaban, la sencillez y la armonía. En Roma, Bramante se dedicó a un impresionante complejo de obras. Las primeras obras realizadas fueron el claustro de la iglesia Santa María della Pace (1500), el Palacio del Cardenal Corneto (actual Palacio Torlonia), la fachada y el patio del Palacio del Cardenal Riario (actual Cancillería), y la obra que hizo de Bramante el verdadero innovador de la arquitectura italiana: el “Tempietto di San Pietro in Montorio”, un pequeño edificio circular, con sus columnas y su cúpula de formas clásicas. El Tempietto, fue considerado una obra maravillosa por su técnica constructiva y sus perfectas proporciones, los arquitectos lo estudiaron y midieron como si se tratara de una obra maestra del arte antiguo recientemente descubierta. El “Tempietto di San Pietro in Montorio (1502-1508), situado en el “Gianicolo”, lugar donde la tradición indica fue crucificado San Pedro. Bramante eligió la estructura del templo redondo, símbolo de la perfección divina, que debía levantarse en el centro de un patio también redondo (extraordinaria ilusión arquitectónica), rodeado de columnas (el patio no fue realizado), el tempietto revivió la tradición antigua de los templos circulares que los romanos construían para conmemorar a personajes importantes.
Tras la elección del Papa Giulio II, el Papa quiso devolver a Roma las glorias de los tiempos clásicos y eligió Bramante para realizar sus ambiciosos proyectos. En primer lugar, la reconstrucción de la Basílica de San Pedro, Giulio II nombró Bramante como “Arquitecto Jefe de la Fabbrica di San Pietro”. Como en el templo de Gianicolo, Bramante eligió un esquema a planta central, no circular sino en forma de cruz griega (es decir con brazos de igual longitud), con una gran cúpula en el centro perfectamente colocada sobre la tumba de San Pedro, sostenida por cuatro grandes pilares. El proyecto se inició, pero no se realizó en esta forma. La construcción de los pilares influyó en las decisiones de los arquitectos que se turnaron durante más de un siglo en la “Fabbrica di San Pietro”. Otro proyecto grandioso de Bramante, construido solo parcialmente, fue el patio (jardín) del Belvedere en el Vaticano, en este proyecto, Bramante propuso la sucesión clásica de los órdenes siguiendo el modelo del Coliseo y, refiriéndose a los grandes espacios de las villas romanas, creó un patio aterrazado en diferentes niveles, con escaleras y un hemiciclo terminal que cerraba el gran espacio abierto. Muchas de las obras de Bramante han desaparecido a lo largo de los siglos o han sido muy modificadas, sin embargo, estas construcciones tuvieron una notable influencia en los arquitectos más jóvenes (Rafael, Peruzzi, Antonio da Sangallo, etc.
Muchos de estos grandes proyectos quedaron inconclusos debido a la muerte de Giulio II y al año siguiente la muerte de Donato Bramante quien murió en Roma el 11 de abril de 1514 a la edad de 70 años. Su contribución sigue siendo fundamental para la evolución del arte y la arquitectura.
“Non si puó negare che Bramante fosse valente nell’architettura”. Este breve juicio es el mayor reconocimiento a toda la obra de Donato Bramante. Escrito por el gran Miguel Ángel, quien lo escribió en 1555, cuando Bramante llevaba muerto más de cuarenta años.