¿Dónde está el dinero?

¿Dónde está el dinero?

Lo más lejos que mi imaginación puede llegar en escenas de terror, sería una mezcla de  capítulos de películas como Saw, Pesadilla en la calle Elm y Regreso de los Muertos Vivientes, pero una versión criolla de terror macabro sería inmovilizar a un individuo con alambre de púas, tomar en bloque sus genitales y atarlos con el mismo alambre y el extremo libre pasarlo por la rama de un árbol y halarlo hasta que solamente quede entre sus piernas un hueco sangrante por el que su líquido vital fluya y finalmente muera.

El que quita a los ricos para darles a los pobres hay que llenarlo de reconocimientos, hacerle monumentos y hasta inmortalizarlo con leyendas como Robin Hood, pero el rico que roba a los pobres para hacerse más rico no tiene perdón posible ni aún en la infinita misericordia de Dios.

Después de la tragedia haitiana se recaudaron cientos (tal vez miles) de millones de dólares sin que hasta ahora, que se sepa, se haya colocado el primer block en el inicio de ninguna obra de reconstrucción en Haití; el dinero se ha estado gastando en reuniones, almuerzos y bebentinas internacionales y nada se ha estado haciendo concretamente para que ellos retomen sus actividades productivas, educativas y de desarrollo en sentido general.

La pena de muerte es poco para los que hayan robado las donaciones a los haitianos; merecerían una ejecución pública como la descrita con los alambres de púas y como alternativa ejemplarizadora, menos violenta, arrastrarlos por las calles, que se erosionen toda la piel y luego bañarlos con agua de limón con sal y un poco de methiolate (metiolé).

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