¿Dónde estabas?

¿Dónde estabas?

HAMLET HERMANN
¿Dónde estabas cuando en Palacio Nacional un amanuense trataba de engrandecer a Balaguer despotricando contra la imagen de Juan Bosch? ¿Estabas en ese salón augusto? Pregunto por preguntar, sólo para calibrar cómo cierta gente cambia para peor cuando el momento histórico los pone a administrar el Estado dominicano.

Insisto: ¿dónde estabas? Pregunto porque una de las cosas con las que se desgañitó don Juan fue por inculcar lealtad a los miembros del Partido de la Liberación Dominicana que él lideraba. ¿Recuerdas aquello de no engañar ni cometer falsedades y, por supuesto, nunca traicionar los ideales? Entiendo que la lealtad no es una cualidad permanente ni generalizada en toda la humanidad. Eso se crea con el trato familiar y con la formación social. Y Bosch se ocupaba mucho de ese aspecto. Nadie debe traicionar a un compañero aún cuando tuviera que sacrificarlo todo, decía. Eran aquellos los tiempos en que ser del PLD era un aval de nobleza, lealtad y sinceridad. Se vivían momentos de solidaridad partidaria donde había que servir al Partido para que éste pudiera servir al pueblo.

No lo tomes a mal pero, ¿dónde estabas cuando se ponían en boca de Juan Bosch expresiones y criterios que nunca emitió? Con razón decía don Juan que el cojo y el mentiroso se ven desde lejos. Pero que nadie, absolutamente nadie tuviera el valor y la entereza de ponerse de pie, abandonar el salón o protestar de viva voz por la infamia que allí tenía lugar fue indignante. Que nadie hable ahora de protocolo ni de la cortesía de los anfitriones. Cuando alguien ofende debe recibir respuesta inmediata. Callar es validar la ofensa. No en balde al ver la aceptación de sus manipulaciones el amanuense fue cogiendo cuerda. Y multiplicó sus mentiras y exageraciones al ver que en el auditorio nadie reclamaba respeto por las agresiones a la imagen del fundador del PLD. De repente el expositor balaguerista parecía sentirse mejor que en sus buenos tiempos del Palacio Nacional y buscaba la forma de prolongar su aburrida perorata.

Cuando los disertantes terminaron sus exposiciones formales se renovó la esperanza al anunciarse que, aunque no estaba incluido en el programa, el Presidente de la República haría uso de la palabra. Aquella aparente improvisación sugería que la imagen de Juan Bosch Gaviño sería reclamada y defendida por el joven discípulo.

Pero que va. El remedio fue peor que la enfermedad.

¿Estabas todavía ahí? ¿Sentiste frustración o te importó un pito que el discípulo requintara las expresiones negativas de los disertantes? Justificar lo injustificable es la peor de las tareas que un político pudiera imponerse.

Amnesia selectiva podría ser el diagnóstico del psiquiatra.

Aquel discurso improvisado hizo pensar en el tiempo perdido por Juan Bosch cuando hablaba de completar la obra de los fundadores de la República. ¡Cuán poco duraron sus enseñanzas!

Dejando eso atrás hay que volver a preguntar dónde estabas cuando el Presidente hizo un abierto llamado a su repostulación. ¿Fuiste de los asistentes al acto que eufóricos se pusieron de pie para aplaudir la exhortación reeleccionista? O con alguna dosis de pudor te quedaste sentado soportando la arrabalización del Palacio Nacional.

¿No fuiste tu uno de los peledeístas que en los buenos tiempos escribía artículos de prensa y hasta libros condenando las sucesivas reelecciones de Joaquín Balaguer y ensalzando las virtudes democráticas de Juan Bosch? ¿Qué pasó con aquel pasado de defensa de la democracia y las condenas a los fraudes balagueristas de los cuales don Juan fue siempre víctima? No resulta agradable usar expresiones hirientes pero, por definición, lo realizado y aceptado por los asistentes a esa conmemoración del centenario del nacimiento de Balaguer fue un acto de apostasía. En otras palabras, allí tuvo lugar el abandono definitivo de las convicciones de Juan Bosch a cambio de las de Joaquín Balaguer.

Con actos como ese lo que el PLD hace es perder autoridad.

Sí, pierden capacidad para que la gente respete sus decisiones al ver cómo se desnaturaliza esa organización creada por Juan Bosch en 1973. La contaminación del peledeismo es tanta que puede olerse a la distancia. Y eso desagrada, frustra y entristece porque en esa organización se hablaba de futuro. Desde los tiempos de Ronald Reagan en Estados Unidos no se escuchaba a alguien decir que su futuro era el pasado. Pero eso fue lo que dijeron y manifestaron los cuatro expositores al micro-mitin reeleccionista en honor a Balaguer en el Palacio Nacional.

A propósito, no has respondido todavía: ¿dónde estabas?

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