¿Dónde quedó la moral?

¿Dónde quedó la moral?

Uno de nuestros tantos eximios olvidados, Don Américo Lugo, profundo conocedor de nuestra accidentada historia, pronunció en tono preconizador hace ya unos noventa y nueve años, refiriéndose a la República Dominicana: “El pueblo es una masa informe. El Estado Dominicano no ha nacido viable. Murió asfixiado en la cuna. Proscriptos salieron los Padres de la Patria, condenados por el crimen de haberla creado.” Minuciosa descripción de lo que ha sido y es aún, nuestra infortunada historia. Parece como si hubiera mirado a través de un cristal magnificador y agorero, el descarriado presente de nuestro país.
Ayer nos enteramos con acostumbrado estupor, sobre el vil asesinato accidental de una industriosa y buena mujer, a manos de una bala dirigida hacia unos despiadados asaltantes, que inundan nuestras calles en absoluta e indiferente libertad. Por otro lado, maniatados presenciamos los casos de innumerables reenvíos judiciales en nuestras cortes viciadas y secuestradas, como es el caso del probado asesino, que no supuesto, de Mateo Aquino Febrillet, y tantos otros que me abstengo de mencionar. Me impaciento ante la facilidad con que salen de nuestras cárceles confesos delincuentes, violadores y asesinos, con disimulada licencia para volver a delinquir. Y qué decir de la premeditada dilación de la Procuraduría para pronunciar un veredicto de culpabilidad a los sobornadores y sobornados enquistados en todas las instancias del poder, ahora con el caso específico de la tan cacareada Odebrecht, el cual sirve de distracción para desviar la atención de otros muy graves casos anteriores.
Confieso mi repulsión tanto a la anarquía, como también al retorno de un feroz Estado dictatorial sea de derecha o de izquierda. ¡Por Dios! Está en nosotros como pueblo unido, la evasión de cualquier otro desequilibrio social que nos regrese a un mundo inferior al Tercero, dentro del cual ahora estamos, al contrario de lo que nos venden los voraces políticos satisfechos de su poder. Muy a nuestro pesar, de seguir a la desbocada deriva que nos arrastra, cumpliremos los tristes designios de Don Américo Lugo, cuando pronosticaba que somos en definitiva, “un Estado que no nació viable”, lo cual interpreto yo como “un Estado Fallido”.
Parece ser, sin embargo, que en el mar revuelto de corrupción e impunidad que nos ahoga, ahora se añade la otra cara de nuestra destrucción como Estado Soberano. Si pensamos en nuestra fecha nacional, el 27 de Febrero de 1844, la cual conmemora la creación de nuestra atesorada República Dominicana por Haití subyugada durante veintidós largos años, sólo bastaría mirar a todo nuestro rededor para evidenciar la gradual y premeditada invasión, una vez más, por nuestros vecinos despavoridos y quasi-primarios. Conscientes estamos además, de todas las componendas atadas tras bastidores por intereses económicos y políticos de nuestros connacionales, además de las imposiciones internacionales siempre favoreciendo la fusión de Quiqueya, todos atentando en contra de nuestra Soberanía. Una razón más para tocar nuestras fibras patrióticas y derruir la indolencia ante tan inmerecido castigo.
Concluyo con vehemencia diciendo que entre la pluma y el fusil, escojo la pluma como arma que muevan las neuronas intelectuales, como himno de ánimo moral salvador de nuestra República Dominicana.

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