Dondequiera se cuecen habas

Dondequiera se cuecen habas

Bonaparte Gautreaux Piñeyro

¿Qué nos pasa? ¿Acaso se trata de que el aumento de la población trajo, atada, la multiplicación de los porcentajes, y una gabela en favor de la delincuencia?
No sé. Habrá que averiguar, si es que se trata de si el mismo porcentaje de personas delinque hoy, con relación al porcentaje de delincuentes de cuando éramos 3 o 4 millones de habitantes.
Las habilidades y mañas se han sofisticado y diversificado desde el simple robo o arrebatar una cartera, hasta asaltar un camión de transportación de valores, el robo de un camión de combustibles, hasta el allanamiento de un banco por maleantes con uniformes iguales, con armas iguales que las de las autoridades.
Dicen que los narcotraficantes sacrifican la cantidad que cargan las “mulas” que envían con la droga dentro de sus cuerpos, para entretener a la autoridad, mientras el gran tráfico se realiza por otras vías
Algunos avanzan cifras y sostienen que sólo se captura el 10 por ciento de la droga se transporte hacia los ricos y permisivos mercados de consumo.
Se ha sofisticado la ocultación de los robos al erario y los frutos del tráfico de influencias mediante el uso de paraísos fiscales donde no se pregunta el origen y procedencia de los dineros que se depositan.
Algunos compran solares, fincas, apartamentos (dicen que un funcionario es tan aficionado a los apartamentos que tiene cientos, aunque a nombre, por supuesto, de otras personas).
Otros entienden que realizar inversiones en otros países y comprar casas y apartamentos de lujo en el extranjero garantiza la impunidad de sus acciones indebidas e ilegales.
Del general Ludovino Fernández escuché esta frase: “Los vagos no inventan nada bueno”, tampoco aquellos que han dedicado su vida al delito.
Por supuesto, con la multiplicación de los caminos de la corrupción todos los días se publican en los diarios y en los certeros comentarios de las redes sociales, nuevas formas y fórmulas de delinquir que contribuyen no solo al conocimiento de esas novedosas formas.
Leí en este diario, días atrás, dos informaciones que ilustran cómo se intenta acotejar la verdad mediante nuevas burlas a la sociedad.
La primera información, falsificar y plagiar artículos para obtener puestos es una vieja práctica que revela la existencia de una cultura de fraude sin consecuencias, y de una sociedad éticamente enferma”.
La denuncia responsable de tres maestros de la medicina sobre la peligrosa práctica la han querido minimizar , por eso se decidió que: tres médicos serán puestos a disposición de la justicia acusados de falsificar documentos para obtener subespecialidades y residencias médicas.
Es una práctica indecente que se emplee a jueces que cubren “vacaciones” para enviar delincuentes a las calles.
Lo último, involucran un fiscal en poner drogas a personas con fines inconfesables.

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