Dos advertencias atendibles

Dos advertencias atendibles

Dos acontecimientos importantes ocurrieron en los últimos días que no deben ser obviados por las autoridades del gobierno. El espíritu de la democracia es el derecho a la disensión, un gobierno democrático debe poner atención al ejercicio de ese derecho por las fuerzas que gravitan en la sociedad, sin importar si las mismas son minorías, porque una de las bondades de la democracia es el derecho que estas tienen a expresarse y exigir soluciones a los problemas percibidos. la recién realizada huelga nacional, que paralizó una buena parte del país, debe servir para que las autoridades reflexionen sobre el mensaje que el pueblo quiso enviarle con la conducta asumida frente a la misma.

Si el gobierno entendía que los que convocaron la huelga del pasado lunes 9 de los corrientes no tenían la ascendencia social necesaria para detener el aparato productivo del país por un día, y por tanto no tenía que prestarle atención, también debió pensar en las necesidades acumuladas insatisfechas, que como deuda social, constituye en cualquier momento, una razón válida para cualquier protesta. Descalificar el éxito de la protesta diciendo que la misma no fue un paro de labores sino una huelga de transportistas, es una expresión que denota una actitud irreflexiva sobre los problemas que aquejan a la población. Además es desmeritar a los organismos de transportes públicos estatales, quienes días y horas antes de iniciarse la huelga, anunciaban al país que se encargarían de garantizar el transporte de la ciudadanía mientras esta durara. Lo que el país observó el lunes 9 fueron muchos autobuses de la OMSA vacíos transitando por las principales vías donde estos prestan servicios, lo que significa que el éxito del paro no fue solamente porque el transporte público en manos de los sindicalistas decidiera apoyarla, sino además porque hubo una decisión de la mayoría de la población de contribuir con su éxito. ¿Por qué? Esa es la pregunta que las autoridades del gobierno deben hacerse, asumiéndola con la transparencia y humildad que caracteriza a la democracia, y responderla sin jactancia, arrogancia ni prepotencia.

En países como el nuestro, de escaso desarrollo político e institucional, donde predomina el personalismo, el paternalismo y el presidencialismo, cuando se está en el ejercicio del gobierno, el poder termina casi siempre, obnubilando a quienes tienen la responsabilidad de gobernar, impidiendo ver con claridad el sentir de la mayoría.

Muchas veces no se logra comprender que la ejecutoria gubernamental se encuentra divorciada de las necesidades de esa mayoría, lo que va creando un malestar que se expresa cuando se abren oportunidades democráticas como las del pasado lunes 9 de los corrientes, o como las que se ejercen cada cuatro años cuando toca elegir el gobierno.

Si recordamos la reacción de los principales funcionarios del gobierno pasado frente a protestas similares a las del pasado lunes 9, eran semejantes a las respuestas de algunos funcionarios del gobierno actual. Para los funcionarios del gobierno pasado el país marchaba a las mil maravillas, no había crisis en los bancos, no había problemas con el endeudamiento público, los apagones eran inventos, la falta de agua potable en las comunidades eran simples ganas de los pobres querer asemejarse a los ricos, la inflación no existía y la alta tasa del dólar era responsabilidad de los que controlaban las divisas. Para Hipólito y sus funcionarios el país andaba bien y descubrieron que estaban equivocados cuando el pueblo aprovechó la oportunidad democrática del 16 de mayo del 2004 y les hizo ver los equivocados que estaban.

Ojalá que los de ahora no tengan que esperar el 16 de mayo del próximo año para despertar y empezar a enderezar los entuertos creados, porque el tiempo, el implacable, se agota y la hora de rendir cuentas al soberano se acerca.

El otro acontecimiento importante ocurrido recientemente y que debe llamar la atención de los que gobiernan, fueron las declaraciones del Ing. Temístocles Montás, Secretario de Economía, Planificación y Desarrollo del gobierno, en el marco del VI Curso Nacional de Efectividad en el Desarrollo y Gestión para Resultados, auspiciado por el BID. Denunciaba Temístocles, el mismo día que se desarrollaba la huelga nacional, que la tasa de desempleo del país es el doble de la media de América Latina y el Caribe, por lo que criticaba que el impacto del crecimiento económico no se había reflejado en este grave problema. Expresó que hay que aumentar el gasto social, mejorar la calidad y el nivel educativo, controlar y enfrentar la corrupción, crear condiciones favorables al acceso, al crédito, garantizar la estabilidad política y fortalecer la institucionalidad. Este alto funcionario, el día antes de la huelga acusó al PRD y al PRSC de ser sus propiciadores, pretendiendo dar un matiz político partidista al llamado, con lo que buscaba restarle importancia al movimiento, efecto que no logró. Lo importante para el gobierno es que esas denuncias de su secretario de Economía, Planificación y Desarrollo no caigan, igual que las de los huelguistas, en saco roto. Que el gobierno demuestre su vocación democrática y empiece a condolerse de las precariedades de nuestro pueblo.

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