Dos agendas. Dos destinos opuestos

Dos agendas. Dos destinos opuestos

FIDELIO DESPRADEL
¿Cuál era la agenda dominicana en los años 1959-61? Basta consultar los periódicos de la época y los libros de historia para identificar que había dos agendas.

El régimen trujillista tenía su agenda: Exaltación de la  figura de Trujillo; enfrentamiento de la crisis económica que agobiaba al país; contrarrestar las sanciones de la OEA contra Trujillo; incremento de los planes de seguridad y represión interna; movilización de centenares de miles de personas en desfiles para expresar lealtad al “jefe”; manejar los ataques de la Iglesia, sin romper con esa institución que siempre lo había apoyado.

Apoyándose en los medios de comunicación y los instrumentos ideológicos a su servicio, el régimen trujillista convertía en “sentido común”, y casi en cultura, lo que era, exclusivamente, su agenda. El grueso del país actuaba de acuerdo a esta agenda diseñada y construida por el Bloque de Poder encabezado y hegemonizado por Trujillo.

Pero había también otra agenda; la agenda de los círculos antitrujillistas progresistas y revolucionarios, y esta incluía, entre otros aspectos: La determinación de que “si el pueblo de Cuba pudo derrocar al tirano Batista, nosotros, los dominicanos, también podemos derrocar a Trujillo”; la organización del movimiento clandestino contra Trujillo; organizar e impulsar la insurgencia armada contra Trujillo; el Programa Mínimo de los expedicionarios de la Gesta de Constanza, Maimón y Estero Hondo; el Programa del Movimiento Revolucionario 14 de junio, que asumió como propio el de los expedicionarios de junio; el Programa del Frente Cívico Revolucionario y sus planes de ajusticiar a Trujillo y armar al pueblo; todas las conspiraciones para combatir el régimen, y muchos otros aspectos relacionados con el objetivo de cambiar el rumbo del país. O sea: dos agendas y dos destinos distintos y opuestos: el de la reproducción y perpetuación del régimen y el de su desplazamiento mediante la insurgencia armada de los dominicanos y dominicanas.

Finalmente, aunque en aquellos momentos parecía una tarea imposible, la agenda de los círculos antitrujillistas progresistas prevaleció. Trujillo fue ajusticiado, y aunque este acontecimiento no devino de una insurgencia del pueblo, con su movilización, el pueblo derribó las compuertas y se dio inicio así a uno de los períodos más ricos en toda la historia republicana dominicana. No sólo se luchó con ahínco; no sólo se desarrollaron poderosas organizaciones, como el gran 14 de junio, y sólidos liderazgos, sino que durante esos años de luz (1959-65) se desarrolló un poderoso “movimiento”, que es mucho más que poderosas organizaciones, cuyo momento culminante fue la revolución de abril de 1965. O sea, la agenda de este “movimiento” y de todas las organizaciones y personas progresistas de la época, se fue cristalizando, poco a poco, hasta hacerse carne en la Revolución Democrática de abril de 1965.

Guardando las diferencias, ahora pasa algo parecido. Los Estados Unidos, los partidarios y beneficiarios del modelo neoliberal impuesto al país, todo el sistema político al servicio de estos designios y el gobierno del Dr. Leonel Fernández, tienen su propia agenda, y a través del formidable aparato de propaganda (medios de comunicación), de sus cúpulas partidarias, de un ejército de comunicadores y de sus aparatos ideológicos, han convencido a la mayoría del pueblo dominicano de que esa, su agenda, es la única posible. ¡El país ha venido bailando al ritmo de esa música! ¿Cuál es esa agenda?: Más y más impuestos; impuestos indirectos, para que todos paguemos por igual; más y más FMI; mantener deprimidos los presupuestos de educación, salud, seguridad social y otros; a pagar una deuda externa impagable; garantizar el equilibrio macroeconómico; la modernidad entendida como gobierno electrónico o virtual, como educación elitista y reparto de unas cuantas computadoras; combatir la pobreza repartiendo funditas y tarjetas plásticas, para ampliar el clientelismo; megaproyectos no prioritarios; abrir las puertas a cualquier inversión extranjera; privatizarlo todo; modificar la Constitución en base a consultar a “los notables”; entregarle nuestro patrimonio natural y estatal al gran capital extranjero y nacional; y así una larga lista de iniciativas y programas ignominiosos.

Y resulta, que como ya dijimos, a través de los medios de comunicación y los instrumentos ideológicos a su servicio, hemos sido convencidos de que este es el único camino; una especie de maldición que les ha caído a los dominicanos y dominicanas. Todo ello, a pesar de que todos y todas sentimos que la situación va de mal en peor. Hay que decirle ¡no! a esta trampa; decirle al pueblo que puede y debe, con su lucha, construir otra agenda; una agenda alternativa, para cambiar el rumbo del país.

Recuérdense que Trujillo parecía invencible y cayó abatido por la lucha.

Lo primero es que tenemos que comprender que ello es necesario y posible, y lo segundo, que esto sólo se consigue, como en 1959-65, a través de la lucha, de la confianza en nosotros mismos y de la unidad, como predicaban Manuel Tavárez, Minerva Mirabal y su generación.

Y ello es tarea de los mejores hombres y mujeres de esta Patria. ¡Avancemos pues hacía la construcción, en medio de la lucha, de nuestra propia agenda; de la Agenda de la Nueva República Dominicana!.

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