Dos amigos

Dos amigos

El Presidente de la República, doctor Leonel Fernández Reyna, estudió en la academia militar de Zaragoza, España, como parte del cuerpo de cadetes de cuya clase formaba parte el Príncipe Juan Carlos de Borbón, en la década de 1950.

Pero, es imposible que Leonel formara parte de la misma promoción que el Príncipe, dado que el político dominicano no había nacido para el tiempo en que el hoy monarca español estudiaba ciencias militares.

El encuentro que fomentó la cercanía entre el Rey  y Leonel  no pudo ser cuando el entonces Príncipe visitó Santo Domingo como guardiamarina del Juan Sebastián Elcano, en la segunda mitad de la década de 1950.

Tampoco se juntaron cuando el Príncipe estudió en la misma clase que se graduó el dominicano, hoy General retirado de la Fuerza Aérea, Fidel Teodoro (Cuchito) Báez Berg, a quien el Rey Juan Carlos saludó con efusión en las escalinatas del Palacio Nacional, en uno de sus viajes a República Dominicana.

Tanto el Príncipe como Leonel realizaron estudios en Estados Unidos, el primero en Washington y el segundo mientras vivía en Nueva York, pero uno y el otro vivieron en Norteamérica en épocas diferentes.

No pudieron conocerse en la academia de Jimmy Sierra, donde Leonel impartió clases, ni en la cancha del club Mauricio Báez, ya que el Rey caza elefantes pero no encesta canastas pues no juega baloncesto.

Resulta difícil entender si el Rey Juan Carlos o el Presidente Fernández han sido beneficiarios de la máquina del tiempo, que a tantos despistados científicos les ha robado el sueño.

Esos científicos, cuya imaginación fue desbordada por escritores de distintos siglos, vieron colmadas sus ambiciones, deseos y esfuerzos, cuando el cine de Hollywood filmó episodios, tramas, historias cuyos personajes viajaron entre uno y  otro siglo.

Todo es posible. Alejandro Magno no bregó con el nudo gordiano y decidió cortarlo de un sólo tajo de la filosa espada con la que ganó tantas batallas que lo llenaron de gloria.

Esos filmes llevan al espectador conducido por una trama que los fuerza como el narigón que obliga  al buey a halar el arado o la carreta cargada de bienes.

Inmersos en esas tramas, personajes de leyenda se sorprenden de cómo se vivió antes, cuando ellos no eran ni personas ni personajes y parecen ser, y quizá se sienten, dueños de la verdad y del mundo; un mundo en el cual se desplazan como si fueran seres superiores.

Lo cierto es que el Rey de España y Leonel Fernández son tan enllaves que el Presidente dominicano, ahora que va a entregar el poder, viajó a Madrid a despedirse de su amigo Juan Carlos de Borbón, como si se tratara de Ludovino, el yaniquequero de Villa Juana.

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