Dos animales luciferinos

Dos animales luciferinos

FEDERICO HENRÍQUEZ GRATEREAUX
Por qué son tan crueles los dictadores caribeños? – Todos los dictadores son crueles; los caribeños no hemos inventado la dictadura; tal vez la hayamos adaptado a nuestro clima tropical, a nuestras mezclas raciales, o a las formas de producción que nos fueron impuestas por los colonizadores. – ¿Qué quiere decir con eso de las mezclas raciales?

¿Qué tiene que ver el clima con las instituciones de gobierno? – Sobre estos asuntos no puedo ayudarle mucho, doctor Ubrique; en cambio, sí estoy en condiciones de explicar cómo actuaba Trujillo, de describir la manera de pensar de su hijo Ramfis, matador de los que mataron a su padre en 1961; y, lo mas importante, puedo proporcionarle algunos datos desconocidos sobre la vida de Marguerite de Bertrand y la desaparición de su hijo Ascanio en 1965. Son asuntos concretos, específicos, que podrían quizás enriquecer su trabajo acerca del siglo XX.

– De todos modos, dígame lo que piensa sobre las mezclas raciales; vengo de Santiago de Cuba y este tema me interesa vivamente; he escuchado música afro-cubana y leído un poco a ciertos poetas negros muy expresivos. ¿Sabía usted que en Santiago de Cuba viven muchas personas nacidas en Haití? – Aquí, en Santo Domingo, ocurre igual. Ya que usted insiste, le contaré algunas creencias de gentes entradas en años, de dominicanos que no son científicos, ni expertos. No debe tomar mis palabras en serio. Los colonizadores blancos que llegaron a esta isla eran unos hombres «desprendidos» de sus costumbres originales. Un historiador español, muy famoso, afirma que los colonizadores de América «dejaban la conciencia en la península» y vivían sin reglas ni normas en las nuevas tierras recién descubiertas. Los indios taínos, impotentes, fueron «expulsados» de su cultura primitiva; se encontraban entonces en lo que llaman el «período de piedra pulimentada». Los negros fueron «sometidos» al trabajo esclavo a partir de 1510. Los asentamientos humanos de nuestras primeras ciudades estuvieron compuestos por «blancos desprendidos», «indios expulsados» y «negros sometidos». Los tres grupos: «desprendidos», «expulsados», «sometidos», sufrieron severos traumas culturales.

– El hombre en cuya memoria se levantó esa estatua gobernó entre 1502 y 1508. Los primeros años de la colonización fueron años de desorden y fracaso administrativo. Los eruditos españoles consideran que este personaje de mirada torva dejó la ciudad de Santo Domingo trazada, las cloacas construidas, el control y el orden consolidados. Se le tiene por un constructor concienzudo, un estadista sabio y enérgico. Él fue responsable de la célebre matanza de Jaragua. Obligó a los indios a trabajar en las minas de oro. Al rey de España le pareció que Ovando era tan cruel, que decidió sustituirlo en 1509 por Diego Colón, virrey y segundo almirante, sucesor de su padre, el descubridor. Este virrey fue quien ordenó levantar aquel edificio de piedra. Entre nosotros, doctor, crueldad y eficiencia son sinónimos.

– Por favor, no me trate como a un turista norteamericano desorientado. He pasado bastante tiempo en Cuba; y he aprendido un poco de historia colonial en la Unidad de Investigación donde le detuvieron hace unos días. – Discúlpeme doctor, mi intención ha sido devolver en parte sus atenciones en Europa, reciprocar las precisas explicaciones que recibí de usted en Budapest. No crea que he olvidado la impresión tremenda que le causó la primera rumbera que conoció cuando llegó a La Habana. Recuerdo todo lo que me contó en el sótano de la taberna «Fatal». Sus palabras fueron: «los glúteos parecían independientes del vientre y de las caderas, aunque pertenecían a la misma persona. El cuerpo de la mulata estaba diseñado por la naturaleza para esta clase de baile; […]» los dos hombres rieron alegremente. De la cara de Ladislao desapareció la tensión. Brindaron; esta vez con cierto entusiasmo y comedido gozo.

– Me gustaría que me aclarara el asunto del asesinato de los matadores de Trujillo. – Mañana le entregaré un folleto escrito por el secretario de Ramfis Trujillo, el señor Cesar A. Saillant V. Fue publicado por la Editora del Caribe C. por A., en el año 1962. Contiene datos importantes para conocer la mentalidad del hijo mayor de Trujillo. En este escrito Saillant narra la muerte del general José René Román, uno de los implicados en el complot contra el dictador. Asegura que dos personas, el hijo de Trujillo y su cuñado, fueron haciendo disparos sobre el cuerpo desmadejado de Román. Se turnaban para usar el revolver de Trujillo, y cumplir así las reglas de su venganza: matarlo con el arma misma de la víctima. Lo perforaron minuciosamente, en las manos, en los brazos, en los hombros, los muslos, las rodillas, los pies. No quedó ningún lugar del cuerpo de Román que no hubiera recibido un disparo. Diez o doce veces recargaron el revolver de Trujillo. – ¿De dónde brota tanta crueldad? Es un caso de saña patológica, innecesaria e inexplicable. – Sepa usted que este hombre había sido torturado previamente, hasta un punto tal, que hubo que sostenerlo atándolo a un poste. – ¡Los antiguos religiosos de Bohemia les llamarían animales luciferinos… hechos de soberbia, de cólera y de maldad! Santo Domingo, R.D., 1993.

henriquezcaolo@hotmail.com

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