¿Dos años?

¿Dos años?

Es común escuchar continuamente las numerosas dificultades que conlleva enfrentar la crianza de un niño de dos años. Y no en vano, esta etapa, la identificamos entre los profesionales como “los terribles dos”.

Se conoce como la edad más difícil de los bebés, pues los cambios que experimentan en su comportamiento son diversos, se convierten en un dolor de cabeza para muchos padres. Y es conocida también como “la etapa de la negación”, porque son muy constantes en su “no”.

Durante este segundo año de vida, comprobarás rápidamente cómo tu hijo se vuelve más inquieto y su comportamiento resulta imprevisible. Pero es que aún no comprende las reglas de la vida en sociedad y se cree que puede hacer todo, cómo y cuando se le antoje. Las rabietas, las manipulaciones, los llantos sin razón y sin lágrimas, los gritos estridentes, etc., son tan solo algunos de esos síntomas de los llamados “terribles 2”.

Para empezar, debemos entender por qué se comporta así. No es que tu hijo sea malo, es que está descubriendo el mundo. Y esto lo vuelve egocéntrico y posesivo, ya que todavía tiene una idea muy limitada de lo que está bien y lo que está mal. No se comporta mal deliberadamente, sino que actúa según sus impulsos.

Estos son momentos, en los que muchos especialistas entienden que es como vivir la primera adolescencia, porque las características de esta etapa son extremadamente diversas: se vuelven rebeldes y caprichosos, buscan ser más independientes, los berrinches son más continuos e inesperados, quiere todo y de inmediato, no controla sus impulsos, inician con sus primeros desafíos a la autoridad que son los padres, y tan solo por mencionar algunas.

Pero, sí existen soluciones al problema de estos terribles dos años, y una de las estrategias vitales  es la paciencia, para poder ayudar a los hijos a superar esta etapa con éxito y que les resulte un aprendizaje será trascendental tener una buena comunicación con ellos.

Y otros puntos importantes para ayudarle a superar sus frustraciones, son:

– Marcar unos límites claros,

– Nunca te olvides de llevar al parque alguno de sus juguetes preferidos,

– Ayúdale a controlar su agresividad,

– Nunca le grites ni le castigues, o le hagas lo mismo que él ha hecho,

– Si a pesar de todo, llega un momento en que comienza con una de sus pataletas y no hay forma de calmarlo, regrésalo a casa. Así verá que lo único que consigue con sus rabietas es quedarse sin diversión. Yo sé que no es nada fácil hacer esto, pero hay que enseñarle que todo acto tiene consecuencias.

“Los terribles dos serán menos difíciles si sabemos priorizar en la crianza de nuestro hijo el amor, el cariño, el afecto y la comprensión”. 

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