Dos candidatos

Dos candidatos

PEDRO BLANDINO
El preámbulo de la carta de las naciones unidas comienza diciendo «nosotros los pueblos del mundo». Lo que la convierte en el único ente mundial o globalizado, donde sus miembros son toda las naciones ó Estados del planeta tierra, eso significa que maneja todos los recursos de ella ya sea cuotas fijas, extras, donaciones y otras formas de obtener recursos.

El Secretario General de las Naciones Unidas es el oficial administrativo principal y encargado de las labores cotidianas principales y de la organización y servicios de todos los órganos de la institución, pero además es la encargada de administrar todos los programas y políticas  que elaboran estos aportes. De las personas empleadas, 10 mil están localizadas en la sede principal en New York y son las encargadas de que todas las decisiones tomadas de sus órganos principales sean empleadas.

Tras discretas negociaciones el Secretario General es elegido por la Asamblea General por un período de cinco años y reelecto por otro más, a partir de este momento adquiere políticamente la categoría de Jefe de Estado. Siempre subordinado a la Asamblea General y al Consejo de Seguridad. Además de sus funciones administrativas tiene capacidad para hacer propuestas sobre temas de la asamblea general y el consejo de seguridad.

En otro orden de ideas los Secretarios Generales Kofi Annan de Ghana, Boutrouss Ghali de Egipto, Javier Pérez de Cuellar de Perú, Y Kurt Waldheim de Austria, con la excepción de los dos primeros Lie de Noruega y Hammaskjold de Suecia, evidencian que la tradición más socorrida en la escogencia de los Secretarios Generales de la ONU ha sido la vocación al equilibrio y la procedencia de naciones representativas de países en vía de desarrollo o de discreta cuantía en la economía y la política mundial.

La nación dominicana está impregnada de una vocación trascendente reconfirmada en la superación de la crisis que nos ha limitado nuestro proceso de desarrollo.

La inspiración de quienes integran la creación de la (patria) trinitaria fue a fin de cuentas más firme y consistente que las distorsiones de los que dejaron de creer en el pensamiento libertario a finales del siglo XIX. Algunos pensadores modernos subrayan hasta cual punto pudimos los dominicanos soportar la dictadura y la guerra entre hermanos para acceder a una sociedad en permanente avance y crecimiento económico que llegó a alcanzar los índices más llevados en América Latina, durante la anterior gestión del Presidente Leonel Fernández.

El lenguaje diplomático suele ser prudente, eventualmente restringido a la búsqueda de niveles de comunicación destacadas por armonizar los intereses de las naciones, pero no es el diplomático como se pretende un funcionario ajeno a la inspiración que de la imaginación.

Me tocó la recepción y despido protocolar de los jefes de Estados, de gobiernos, príncipes herederos y otras misiones que participaron en la transmisión de mando del 16 de agosto del 2004 al Dr. Leonel Fernández, (actual presidente) con las que la comunidad internacional rindió tributo de reconocimiento al proceso democrático dominicano.

En ese ambiente de grandes estelares de la política me impactó de modo muy especial la afirmación de que se repita el advaijo de luxe» de un carismático jefe de Estado quien en la intimidad le comentó a su ayudante político que los actos de investidura del ejecutivo dominicano le presagian que había de acceder a la lista de futuro candidato a la Secretaria General de las N.U en los próximos años.

He escuchado muchas opiniones y comentarios juiciosos durante los años que me han tocado servir como diplomático, bajo la conducción y guía del fallecido Joaquín Balaguer, quien me llevó a insólitas encomiendas propias de un hombre que poseía la enorme virtud de diferenciar el grano de la paja como ningún otro político del siglo pasado, pero no puedo negar que la reconversión de nuestra economía agrícola en una de servicios a finales de la pasada centuria y hasta el oro de Félix Sánchez durante los juegos Olímpicos, me indican que tal vez están pendientes grandes epopeyas en la política internacional dominicano.

No escapa al conocimiento de los que se ocupan de estos temas, que Naciones Unidas es en ocasiones un foro de equilibrio ordinariamente conducido por estelares de naciones pequeñas dotados de carisma y vocación conciliadora, ahora que hemos logrado un espacio en el concierto de naciones tal vez no sea un exceso dejar correr la imaginación y ponderar los juicios de estos ilustres visitantes que hemos recibidos y llevarlos al bosque, donde sobre la montaña se desliza el pensamiento que ciertamente estamos en capacidad de abrir puertas que lleva al país a escenarios estelares.

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