Dos centurias después, Haití busca el extraviado sendero de la paz

Dos centurias después, Haití busca el extraviado sendero de la paz

El 28 de noviembre de 1803, el general Donatien Marie Joseph de Vimeur, vizconde de Rochambeau, derrotado y amargado, abandonó en un buque de guerra, junto a su Estado Mayor, la ciudad de Cabo Haitiano.

Una cruenta guerra entre negros esclavos y el ejército napoleónico había terminado en la colonia francesa de Saint Domingue, cuando el día 18 de ese tétrico y glorioso mes de noviembre las huestes de Rochambeau fueron derrotadas en las batallas de Vertières y La Butte Charrier, por los generales negros Capois-la-Mort y Jean Jacques Dessalines.

El vizconde de Rochambeau dejó a su partida toda una orgía de sangre en el desolado campo de batalla. Había sido enviado Rochambeau por Napoleón Bonaparte a sustituir al general Emmanuel Leclerc, quien había muerto de disentería. Leclerc era cuñado de Napoleón.

Más de 62,000 muertos había dejado la guerra, según cálculos del general francés Pamphile de Lacroix, citado por el historiador y sociólogo haitiano Jean Price-Mars.

La partida de Rochambeau abría una nueva era en las tinieblas de un escenario terrorífico, pues atrás quedaban indefensos ciudadanos franceses que no pudieron huir junto al comandante en jefe del ejército expedicionario.

Llegaba el año 1804 y enero sería memorable y también nefasto. Reunido en Gonaïve, 200 kilómetros al noroeste de Puerto Príncipe, el primero de enero, el Estado Mayor del Ejército insurgente proclama el nacimiento de una nueva República, bajo el nombre de Haití.

La nueva Constitución fue redactada por los poetas Boisrond Tonnerre y Juste Chanlatte, dos mulatos libertos instruidos que azuzaban a las multitudes contra los blancos. En la tarde el general Jean-Jacques Dessalines, comandante en Jefe del Ejército Libertador, fue proclamado Gobernador Vitalicio.

Luego, vendría la terrible venganza. Chanlatte y Tonnerre comienzan la intriga racial y el general Dessalines inicia por el Oeste y el Sur la matanza más terrible fue cometida en Los Cayos, cerca de Fond des Blanc.

«La sangre francesa corre por todas partes al paso de Dessalines, desde Los Cayos hasta Puerto Príncipe donde la masacre tuvo lugar del 16 al 25 de marzo de 1804… La matanza continúa luego hacia El Cabo. La venganza se extiende al Norte donde sólo fueron sacrificados los hombres, pero vuelve al Sur llevándose de paso esta vez a mujeres y niños», (Jean-Claude Dorsainvil, Manual de Historia de Haití).

Dorsainvil hace constar “la piedad de Claire Heureuse”, esposa de Dessalines para arrancar de las garras de los verdugos a muchos franceses inocentes. Price-Mars considera tal actitud de venganza como una respuesta a los crímenes horrendos y la crueldad usada por los franceses contra los esclavos, a quienes descuartizaban y luego lanzaban a los perros.

El nacimiento de la República de Haití había tenido sus antecedentes en la lucha racial que se había desatado en la colonia de Saint Domingue desde que los mulatos Vicent Ogè y Jean Baptiste Chavannes comenzaron una lucha para que se les reconocieran los derechos a los denominados «affranchi» (hijos de blancos y negros).

Ogè y Chavannes fueron cruelmente descuartizados en 1791. Más tarde, un chamán negro, llegado como esclavo desde Jamaica y que respondía al nombre de Boukman, se levantó en Bois-Caimán. Se convirtió en una leyenda con aureola mística y luego de una larga persecución Boukman fue capturado.

Otro líder surgió entonces: Toussaint Louverture, conocido como el cochero de Breda, de quien se decía era descendiente de un rey africano.

La campaña de Louverture comenzó en 1793 y hacia 1796 se había convertido en general y en amo y señor de la colonia. Sin embargo, Louverture no pensó en la fundación de una República, sino que abolió la esclavitud y se proclamó gobernador de la provincia ultramarina de Francia.

En 1795 España había cedido su colonia de Santo Domingo, en la parte oriental de la Hispaniola. En 1801, desobedeciendo las disposiciones de Napoleón Bonaparte, Louverture invadió la zona oriental que antes estaba bajo control español. Entonces Napoleón envió una expedición para poner fin al poderío de Louverture. Leclerc llegó con 80 navíos y 58,000 hombres.

En 1802 hubo un armisticio y Louverture se retiró a sus plantaciones de Ennery, en el norte de la isla. Más tarde fue apresado, acusado de conspirar a favor de Inglaterra y enviado a Francia. Murió en el Castillo de Joux, el 7 de abril de 1803.

La mayoría de los generales de Louverture habían permanecido retirados en sus plantaciones, sin ser molestados, pero la revuelta del general Charles Belair, provocó la ira de Rochambeau, quien desató una cruel cacería.

Tal actitud provoca una conspiración general, bajo el mando del mulato Alexandre Petion y del negro Jean Jacques Dessalines. A esa conspiración se unen Henry Crhistophe, un negro educado que había servido como camarero en un barco inglés, Capois-La-Mort, Pierre Gérin, Moreau Herne y Boisrond Tonnerre.

En el Arcahaie se reúnen los generales negros y mulatos. Allí una mujer llamada Catherin Flond teje la primera bandera. Tenía los colores blanco, azul y rojo, que simbolizaba la unidad de blancos, negros y mulatos. Dessalines, ya nombrado comandante en Jefe del Ejército rebelde, decide eliminar el color blanco.

El 11 de octubre las tropas de Desalines, compuesta por diez mil hombres, toman Puerto Príncipe, y el 17 Nicolás Geffrard ocupa Los Cayos. Una cruenta guerra había comenzado y encontraría su fin sangriento con aquella capitulación del general Rochambeau la tarde del 18 de noviembre de 1803.

[b]LA TRAGEDIA[/b]

El nacimiento de la nueva República se vio empañado por una tragedia. La Independencia fue proclamada el primero de enero y ya para septiembre Dessalines se había proclamado emperador.

En 1805 marchó sobre el Este, entonces en posesión francesa, bajo el argumento de que el general Jean L. Ferrand había ordenado capturar a los negros en la frontera para esclavizarlos.

Ese año es proclamada la Constitución Imperial en la que Dessalines se atribuye todos los poderes. El descontento no se hizo esperar. Una conspiración, dirigida por Gèrin y Petion, estalla en Puerto Príncipe.

El Emperador estaba en Arcahie y de allí salió, acompañado de sólo 20 hombres, el 17 de octubre de 1806. Al llegar a un lugar llamado Pont-Rouge, fue emboscado por las tropas de Gèrin. Tras ser capturado, el Emperador fue mutilado y sus restos dejados frente a la Plaza de Gobierno. Una loca llamada Défilée lo recogió y lo sepultó en el cementerio de Santa Ana.

Esa tragedia marcaría un largo recorrido de intranquilidad y durante dos siglos Haití andaría buscando el camino extraviado de la paz.

Tras la muerte de Dessalines, el país se dividió en dos Estados: El Reino del Norte y la República del Sur.

En el Norte gobernó desde 1807, primero como Presidente y luego como rey y emperador, el general Henry Christophe, hasta 1820, cuando se suicidó en su castillo de La Citadèlle.

En la República del Sur gobernó el presidente Alexandre Petion, desde marzo de 1807, hasta el 1818.

A la muerte de Petion le sucedió Jean Pierre Boyer, quien de inmediato inició gestiones para reunificar el país, y al suceder la tragedia del rey Christophe marcha hacia el Norte y tomó el control.

Luego en febrero de 1822 marchó hacia el Este para abortar el grito de Independencia del pueblo dominicano dado por José Núñez de Cáceres.

Boyer fue el amo y señor de la isla hasta 1843 cuando estalló la conspiración de Praslin, dirigida por Rivière Herard. Boyer huyó a Jamaica y luego a París, donde murió en la miseria el 9 de julio de 1850.

Desde entonces no hubo un respiro en la vida política de Haití. Desfilaron por el Poder Rivière Herard, Philippe Guerrier, Louis Pierrot y Jean-Baptiste Riché, quien murió antes de cumplir un año en el poder, en 1847.

En este período se da un hecho curioso, digno de destacar: el Senado se reúne para elegir a un Presidente entre candidatos. Los generales Paul y Soufrand. Ambos quedaron empatados en tres intentos. Es entonces cuando el historiador y legislador Beaubrun Ardouin propone que se escoja a quien quedó en tercer lugar. Ese hombre es Faustin Soulouque.

Soulouque, un analfabeto sin ningún criterio de Estado, se hizo coronar emperador, bajo el nombre Faustin Primero, en 1849 y creó una ridícula nobleza al estilo Henry Christophe.

El reinado de Soulouque duró hasta 1859 cuando fue derrocado por Fabrè Geffrard, quien levantó en armas, cansado de las expediciones del Emperador hacia la ya nacida República Dominicana.

Tras abolir el Imperio, Geffrard se instaló en el poder en enero de 1859 y gobernó hasta 1867 cuando se sublevó en armas el legendario general Silvain Salnave. Así comenzó otro período de intranquilidad que marcarán una serie de tragedias en la Quinta República.

Después de Salnave pasaron por el solio Nissage Saget, Michel Domingue, Boisrond Canal, Lysius Salomon, François Denys Legitimé, Florvil Hyppolite y Tirésias-Simon Sam, quien llegó hasta el 1902, cuando se inicia otra era en la historia, con el nacimiento de un nuevo siglo.

Tras el fin del mandato de Simon Sam, fue escogido Presidente el viejo general Nord Alexis (Tonton), quien en lo adelante se convertiría en un terrible dictador. Gobernaría hasta 1908, cuando fue derrocado por el general Antoine Simon.

Simon gobernó hasta 1911 cuando fue derrocado por una revolución que dirigió Cincinatus Leconte. Este iba a cumplir un año en el poder cuando fue pulverizado por una bomba que destruyó el Palacio Nacional.

Desde entonces se abre un período sangriento e inestable y desde 1911 hasta el 15 desfilan por el poder Tancrede Auguste, Michel Oreste, Oreste Zamor, Davilmar Théodore y el tristemente célebre Vilbrun Guillaume Sam.

En 1915 se levantó en armas en el Norte el doctor Rosalvo Bobo, antiguo Ministro de Guerra de Devilmar Théodore. La Quinta República iba a la deriva. Apenas comenzaba la segunda parte de la accidentada historia del pueblo haitiano.

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