Dos discursos

Dos discursos

POR UBI RIVAS
El ex-presidente Hipólito Mejía pronunció un discurso de despedida al país el 13, y el presidente Leonel Fernández el suyo al inaugurar su segundo mandato constitucional el 6, que merecen analizarlos en conjunto, aunque por secciones.

El ex-gobernante Mejía expuso una retahíla de construcciones con las cuales, es cierto, «peinó» la geografía nacional, en una demostración constructiva pocas veces editada en gobernante alguno.

Empero, descuidó lo fundamental en un pueblo, que es la economía (el bolsillo) y los alimentos (el estómago), dos pivotes decisorios en el ánimo del votante en una consulta electoral, como siempre reiteré y así aconteció el 16 de mayo.

El agrónomo Mejía adujo como las principales causales del atascamiento económico de su administración, en primer lugar, los trágicos sucesos el 11 de septiembre de 2000 en USA, los precios de los combustibles y finalmente, las quiebras de Baninter, Mercantil y Bancrédito, todo lo cual es una verdad a medias.

En primer lugar los sucesos dolorosos del 11-S no repercutieron en nuestra economía habida cuenta de que las remesas de los conciudadanos residentes en USA no menguaron un ápice.

En segundo término no es cierto que los precios de los combustibles contribuyeran al crak económico criollo, porque el entonces presidente Fernández arbitró combustibles entre US$25 y $US31 el barril, y los stándares económicos presentaron 10% del PIB, 6% inflación y el dólar a 16.32×1.

En lo concerniente a la quiebras de los tres bancos mencionados, el entonces presidente Fernández detectó los inicios, como una canica ó belluga, que fue creciendo hasta convertirse en un alud con el conocimiento del presidente Mejía, y los correctivos se accionaron por una motivación estrictamente política y circunstancial conectada con la reelección.

Como circunstancia conectada con la reelección fue la determinante de incorporar 175 mil empleados con una carga de $8 mil millones al año, que fue otro detonante del crak dominicano de la administración Mejía.

Esas imprevisiones, ligerezas, temeridad, obsesión por mermanecer en el poder, produjeron los desastres de un PIB menos uno; una inflación de 60.35%; un dólar al 43×1.

El presidente Fernández en su pieza oratoria de juramentación por segunda ocasión, precisó en relación a un plan de austeridad, cero jipetas (deben venderse todas en pública subasta y suministrar carros confortables pero modestos a funcionarios citadinos y jeeps a los de campo); cero borrón y cuenta nueva para quienes se detectaren actos de peculado, como instó el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez en su homilía durante el te-deum inaugural del nuevo gobierno.

Normalizar servicio energía eléctrica con plan pago a generadores; desayuno escolar profundo y revolución educativa al estilo moderno concebido por el joven mandatario y estadista, y recabara asesoría del BID y el Banco Mundial, así como del FMI para organizar el pandemonium heredado.

Pero todas las grandes medidas y/o ejecutorias que ha concebido el presidente Fernández para sosiego y prosperidad de sus conciudadanos debe implementarlas este mismo mes, aprovechando la oferta de colaboración que le extendiera el ex-presidente Mejía; aprovechando también la euforia de los dominicanos que en un 57% votamos por él.

El momento, la cuestión, presidente Fernández no es solamente aquí, sino ahora mismito. Y. Empiece. Tiene el apoyo total de sus gobernados.

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