Muchos de nosotros tratamos de autoengañarnos, queremos evadir y subsanar la realidad, queremos opacar a Carlos Marx y a Jesús. Tendemos a taparnos los ojos y los oídos; no queremos aceptar que nosotros estamos divididos, no queremos afirmar que vivimos en un mosaico social, lleno de ideas y de prejuicios. Es un hecho que todos palpamos y vivimos, y este comportamiento social se manifiesta en los que por muchos años nos han mal gobernado.
Nuestra sociedad está dividida por apellidos, por castas, por rasgos fenotípicos; nos juntamos y nos relacionamos con personas que se parecen a nosotros, personas que poseen códigos de comportamientos parecidos a los nuestros. Personas de ojos parecidos a los nuestros; también buscamos personas de influencia o de un proceder similar al nuestro. Este comportamiento se refleja y se practica en todas las esferas sociales.
Jesús y Carlos Marx, deben ser leídos y analizados. Tanto Jesús como Marx, transcienden a la hipocresía social, confrontan el dicho de que todos somos iguales. Aclaro que, estudiar a Marx no nos hace marxistas; pero nos da un nivel de alerta y nos hace ver lo egoísta que somos; de la misma forma, pero con una dimensión existencial y divina, profundizar en la vida de Jesús no nos hace seguidor de Jesús, pero nos acerca a una conducta que surge en el corazón del ser humano. Estudiar a Jesús nos incomoda, Jesús es peligroso, es inusual, es más que un pensador o un activista, Jesús es el Salvador del mundo y del cosmo.
Ese mismo Jesús explica y dijo: “Yo os aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los Cielos. Os lo repito, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de los Cielos”. El dijo, yo os aseguro, es una afirmación del creador, del sociólogo por excelencia. A mí me parece que Carlos Marx abrazó ese axioma, esa verdad insoslayable. Sin embargo, Jesús dejó una brecha, dejó una opción, una intencionalidad, no expresó que era imposible. No estoy tratando de promover el comunismo, creo en la propiedad privada, creo en un Jesús que no sólo nos libera para llegar al paraíso, es un Jesús que salva la economía, que promueve la justicia, que rechaza el exceso de poder y deja en el plato de la sociedad un pan que puede satisfacer al rico y al pobre.
Es bueno hacer la diferencia entre marxista y marxiano; debemos recordar que Carlos Marx habla de las clases sociales, más que marxista, me considero marxiano. Un marxista sigue las doctrinas sociopolíticas creadas por Carlos Marx; sin embargo, el marxiano se aplica a lo relacionado con la persona de Marx, con sus ideas que no forman parte del marxismo. El estilo marxiano nos recuerda la lucha humana y carnal que posee el ser humano, lucha por el poder; es como si hoy, Marx, nos alertara de una burguesía dueña de las minas en territorio dominicano, una burguesía dueña de las multinacionales, dueña de los partidos políticos convencionales, aquellos que se han convertido en partidocracia, en empresarios de la política. También nos recuerda aquellos que se han adueñado de la religión como un medio de producción y no como un medio para reivindicar la dignidad y los derechos inherentes del ser humano.
Estoy consciente que algunos pensarán que yo estoy comparando a Jesús con Carlos Marx, no es así; estoy tratando de visualizar un Marx que se siente frustrado por la situación social de aquel entonces, y un Jesús que murió para darnos una vida real, en abundancia, ahora y después. Sin embargo, tanto los católicos, como los evangélicos y otros sectores religiosos, se han conformado con la realidad social en la cual vivimos, pensando que lo sucedido en la República Dominicana por generaciones es profético. Es tan así, que preferimos escapar en una espiritualidad que no es bíblica, otros escapan hacia los Estados Unidos, como si el diablo no estuviera allá.
Espero que muchos nos atrevamos, como lo hizo Marx, a identificar aquellos obreros dominicanos, muchos de ellos oprimidos y olvidados y mal pagados. A identificar aquel sector dominicano, socialmente integrado por indigentes, mendigos, chiriperos, prostitutas, ladrones,
charlatanes, todos ellos fruto de un sistema donde la ley existe sólo en papel, y se aplica cuando queremos sacar beneficios; también creo, que debemos identificar a todos los sectores que generan riqueza de forma justa, a los empresarios; en fin, a toda clase social.
Todos los sectores y grupos ya mencionados, deben ser tratados con dignidad, con justicia y con equidad. Si eso sucede en la República Dominicana el pueblo se alegrará; claro, esto sucederá, cuando surja un líder que encarne la práctica de Jesús, la visión y pasión de Juan Pablo Duarte y Díez, y el coraje de Francisco Alberto Caamaño Deñó.