Dos horrendas noticias forenses

Dos horrendas noticias forenses

Si bien es cierto que un creciente número de nuestros jóvenes caminan enajenados con dos tapones en los oídos y un Ipod cargado de música, ello no los separa del mundo real. No es posible la vida en aislamiento total, la gente vale como ser social.

Es por ello que casi a todo el mundo le conmueve cada vez que uno se entera de alguna catástrofe o tragedia en otros congéneres. Relatamos la macabra acción de un desalmado y enajenado individuo endemoniado, quien, tal vez movido por la pasión, procedió a estrangular a una bella joven y luego optó por decapitarla y desmembrarla.

No conforme con el horroroso hecho de sangre, aquella bestia salvaje procedió a colocar en diferentes bolsas plásticas el tronco, extremidades y cabeza de la occisa. El siguiente paso consistió en lanzar los restos mencionados a las aguas del río Haina. Así es como fueron apareciendo en distintos sitios las fundas negras con el sorprendente y desagradable contenido. Varios días hubieron de transcurrir antes de que pudiéramos reunir todas las partes y se lograra recomponer el cadáver de la víctima. Por otro lado, un oficial de la Fuerza Aérea Dominicana acribilló a balazos a dos adolescentes a quienes sorprendió bañándose en un pozo de una finca de la cual era vigilante. Contemplar dichos cadáveres en la mesa de autopsia conmovería al estoico más sereno. Estos dos hechos aislados, pero muy cercanos en tiempo y lugar uno del otro deben movernos a una profunda reflexión. Vivimos en una sociedad que va tornándose progresivamente en menos segura y por ende, en más peligrosa. 

Los asesinatos y robos están a  la orden del día. Policías se convierten en asaltantes y vulgares delincuentes, militares matan por capricho, civiles asesinan por encargo, y drogadictos atracan para obtener recursos económicos con que mantener el vicio. A nosotros nos toca contabilizar los muertos, en su mayoría jóvenes con una vida en flor. A nadie parece interesarle poner fin a este prolongado período dantesco por el que atraviesa la República  Dominicana. Unos niegan el cuadro realista, otros lo minimizan, en tanto que muchos se muestran indiferentes. Hace tiempo que no se registra en el territorio nacional un solo día donde no aparezca un joven muerto a balazos o a puñaladas. Reto a que alguien se atreva a desmentir la aseveración de que desde el año de 1980 hasta abril 2010 la violencia homicida no ha dado tregua a las familias humildes dominicanas.

Llevamos más de tres décadas huérfanos de un plan maestro sostenido tendente a reducir las muertes violentas en el país. Resulta obvio que si se intenta emprender con responsabilidad y seriedad dicha iniciativa vamos a chocar con intereses poderosos  intocables hasta ahora. Pero, ¿quién se va a atrever a ponerle el cascabel al gato? Quizás alguien lo conteste después del 16 de mayo.

Mientras tanto, no hagáis preguntas necias Terencio. 

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