Dos murales de José Cestero y una personalidad inconfundible

Dos murales de José Cestero y una personalidad inconfundible

POR MARIANNE DE TOLENTINO
José Cestero, uno de los maestros más auténticos del arte dominicano, funde en su obra el dibujo y la pintura: su virtuosidad es gesto y escritura. Evolucionó dentro de estilo y factura neo-expresionistas, pero ha ido demostrando constantemente su dominio de la academia clásica y el conocimiento teórico de los maestros del pasado.

Devoto incondicional de Vincent Van Gogh, él se siente también discípulo de Diego Velázquez, de Francis Bacon, de José Luis Cuevas y otras figuras cimeras de la historia del arte occidental.

Recientemente, en dos exposiciones, ha pintado las aventuras y desventuras de El Quijote, llevadas luego al libro gracias a Verónica Sención y su acción emprendedora. Con el noble hidalgo le suelen identificar, por su temperamento utópico, su increíble fantasía, su falta de apego a las cosas terrenales. El propio Cestero se hizo un autorretrato como Quijote, ¿o recíprocamente el Quijote no se convirtió en Cestero, blandiendo la brocha como el caballero andante la lanza?

Esas personalidades ilustres de la ficción o la realidad, él las reinventa como protagonistas de su mundo, en un marco de talleres o de lugares históricos. Son algunos de los “fantasmas”, a menudo acompañados por el autorretrato –que sorprendentemente también se parece muchísimo al “modelo segundo–”, y las celebridades, que, vivas o muertas, siempre cobran una nueva vida, pueblan sus cuadros, junto a tipos populares dominicanos, prefiriendo el pintor a los locos mansos y callejeros. 

Ahora bien, tan importante como la presencia humana, José Cestero plasma incansablemente un paisaje urbano efervescente que recrea la ciudad colonial y sitios seculares, identificables como lo son los fantasmas… Pero, si él lo decide, puede tornarse un émulo de Corot, la Escuela de Barbizon o Camille Pissarro, pincelando frondosos bosques y arboledas. Surge de ese lenguaje singular e inesperado por definición, una imagen real-fantástica fascinante, que dos murales recientemente pusieron de manifiesto.

Obras murales en el Mirador Sur y en el Hilton

No hubiera exagerado José Cestero, si luego de pintar la cifra de cemento que le fue atribuida en el parque Mirador del Sur, se hubiera exclamado: “Yo soy el número Uno”. Lejos de proclamarse como el mejor de los 21 artistas dominicanos invitados, efectivamente le tocó pintar el 1 en la hoy llamada Avenida de la Salud. Una superficie muy pequeña, pero bien aprovechada.

El proyectó allí no solamente su personalidad pictórica de estilo efusivo, entre romanticismo, impresionismo y expresionismo, sino también tuvo en cuenta que, siendo el lugar un área verde, su obra adquiría mayor sentido, transmitiendo una versión reinventada de la naturaleza. José Cestero, hacedor omnipotente, vitalizó a la piedra: él la cubrió de arborescencias y ramales verdeantes, la animó de ritmos fluidos, la volvió luminosa e irradiante. Pintó con la desenvoltura, la habilidad y la espontaneidad que conocemos y tanto nos gusta.

En el vestíbulo del Hotel Hilton y el espacio de la recepción, está el segundo de los murales que mencionamos. Una pintura de José Cestero, concebida como tríptico y realizada en acrílico sobre lienzo, ha sido colocado en el vestíbulo del Hotel Hilton de Santo Domingo, a una altura de dos metros cincuenta. Es muy representativa de su autor, que recrea la famosa Plaza de la Catedral  como “un escenario de la ciudad” de Santo Domingo. Entre basílica, parque y edificios, antiguos y modernos, se yergue la estatua de Cristóbal Colón.

Varios personajes animan el lugar. Fantasmas de figuras callejeras y amistades resucitan por la magia de la pintura, pero los dos protagonistas principales, conversando a la derecha, son el famoso artista colombiano Fernando Botero -cuya escultura en bronce de los Bailadores se encuentra muy cerca– en el Malecon Center– y el propio José Cestero. Perros realengos y traviesos, palomas incontrolables y magistralmente bocetadas, participan en una escena urbana, histórica y familiar…

Esta “Conversación fuera de la Catedral” ha sido llevada a la estampa original, numerada y firmada, tirada en el taller de serigrafía de Coco Gontier, a partir del proyecto del mural, ejecutado sobre papel por el mismo José Cestero.

Ahora bien, estas dos obras murales no son los únicos frutos de la producción reciente de José Cestero, que, actualmente atraviesa un período de creatividad intensa.

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