Dos Papas enfermos

Dos Papas enfermos

R. A. FONT BERNARD
Se aprecia un inusual paralelismo entre el proceso degenerativo de la salud del Santo Padre Juan Pablo II, fallecido el pasado sábado día 2, y el que abatió al Papa Pío XII el día 6 de noviembre del 1958. En el caso de éste, hubo dificultades para establecer un diagnóstico confiable, debido a la influencia ejercida en él por su médico personal, el doctor Galeazzi-Lissi, quien solo era un reputado médico oftalmólogo. Desde el año 1954, Pío XII estaba convencido de que padecía un aguda arritmia en su salud, considerada por el doctor Galeazzi-Lissi como «cierto desorden sicosomático».

En la opinión de personas cercanas a Su Santidad, el doctor Galeazzi-Lissi era un charlatán, protegido por la gobernanta del Vaticano, la influyente Madre Pasqualina.

Como consecuencia de la administración no dosificada, del ácido crónico, utilizado para teñir el cuero, pero supuestamente para aliviar los trastornos gástricos del Papa, éste fue afectado por complicaciones esofágicas, que le condujeron a una crisis de hipo, que con el tiempo, se hizo crónica. Y para paliar esas crisis, su médico personal propuso, una solución de moda entonces entre las estrellas cinematográficas envejecientes. Esta consistía en una llamada «terapia celular», un tratamiento utilizado en Suiza, por un médico llamado Paul Niehans, que recomendaba inyectar bajo la piel del paciente las células vivas de fetos de ovejas. Conforme lo aseguraba el doctor Niehans, era una terapia apropiada, para curar la cirrosis, el cáncer, y hasta las deficiencias sexuales, con una dramática renovación del natural proceso de envejecimiento.

(Ese tratamiento le fue aconsejado a Trujillo por un diplomático dominicano residente en Europa, y fue rechazado por el dictador).

En sus memorias, el actor de cine Alex Guines relata que en una audiencia que le concedía el Papa Pío XII este intentó establecer una fluida conversación, interrumpida frecuentemente por el hipo. Días después, Su Santidad no pudo levantarse de la cama, falleciendo a la 12:30 de la noche. Se diagnosticó oficialmente que había fallecido a consecuencia de «trastorno circulatorios». El doctor Galeazzi-Lissi, presente durante la agonía, tomó varias fotografías, que luego ofreció, sin éxito, a varias revistas europeas.

Marginalmente consta que con el calor del otoño el cadáver del Papa comenzó a pudrirse, al segundo día de su fallecimiento, y que a consecuencia de esto, el cortejo fúnebre tuvo que ser modificado.

Conforme a la tradición, el cadáver del Papa fue sepultado sucesivamente en tres ataúdes, el último de los cuales estaba fabricado con madera de olmo, en el que se colocó una bolsita que contenía monedas de oro, plata y bronce, acuñadas durante su pontificado.

Como se sabe, el Papa Pío XII fue sucedido por el cardenal Angelo Roncalli, originario de una familia campesina, quien adoptó el nombre de Juan XXIII. A este le sucedió el cardenal Albino Licciani (Juan Pablo I), quien falleció treinta y tres días después, por un infarto del miocardio, según el diagnóstico oficial. En torno a este fallecimiento aún circulan versiones encontradas en el ámbito del Vaticano.

El 16 de octubre del 1978 fue elegido como jefe de la Iglesia Católica el cardenal de origen polaco Karol Wojtyla, quien con el nombre de Juan Pablo II agotó uno de los períodos más prolongados, en la sucesión originalmente iniciada por San Pedro. Este, entre los doce discípulos de Jesús, es que sobresale con el nombre de Simón, luego Pedro –palabra griega que significa piedra–. De ahí el juego de palabras que, según San Mateo, perdura como un mandato del Maestro: «Tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré yo mi iglesia; yo te daré las llaves del reino de los cielos».

Tras el atentado criminal de que fue objeto Su Santidad Juan Pablo II, el 13 de mayo del 1981, estuvo cuatro meses en sus habitaciones privadas. Pero el día 16 de junio del 1992, fue sometido a una cirugía, para extirparle un tumor no canceroso del colón. La larga convalecencia, provocó a una serie de conjeturas, que condujeron a la convicción, de que «el Papa había consolidado su papel histórico con la caída del comunismo». Pero el año siguiente, se dio la voz de alarma, con el preanuncio de que el Papa estaba afectado por el mal de Parkinson. Y ese mismo año, sufrió una caída que le produjo una luxación traumática en el hombro derecho, que le obligó a inmovilizarse con un vendaje por cuatro semanas. El año 1994, una caída en sus aposentos privados, le provocó una fractura en el cuello del hombro derecho. Se le sometió a una cirugía con anestesia general. Y esto motivó, que tuviese que suspender un viaje previsto a los Estados Unidos de América.

Desde entonces, conforme transcendía desde los Santos Muros, la Congregación de Obispos adoptaba decisiones, de las que el Papa era enterado posteriormente. Y cuando al fin, en octubre participó en la Asamblea General de la ONU, en Nueva York, se le notó que caminaba ranqueante, y tuvo dificultades para leer su discurso.

Se ha conjeturado, que debido a su delicado estado de salud, el Papa ignoraba los desmanes de los dictadores Jorge Videla y Augusto Pinochet en la Argentina y Chile, respectivamente. Actuó como «amigable componedor» en la disputa de ambas naciones por los islotes del canal de Beagle. Y en su posterior visita a la Argentina, se limitó a rogar «para que el Señor ofrezca su consuelo, a cuantos ya no tienen la esperanza de abrazar sus seres queridos, en una obvia referencia, a los millares de desaparecidos por la dictadura, en la ejecución del llamado «Plan Cóndor», apadrinado por el Pentágono. Su Santidad Juan Pablo II pasará a la Historia como el Pontifice que venció al comunismo, en asociación con el Presidente Reagan, pero en la aplicación de esa política en el litoral latinoamericano, utilizan al nuncio. Apostólico de Santiago de Chile, Monseñor Angelo Cedano, como interlocutor ante el General Pinochet. Cedano fue ascendido a cardenal, y posteriormente se consolidó como el poderosísimo actual Secretario de Estado. Fue él, quien gestionó la visita del Papa a Chile, en octubre de ese año. En la ceremonia de despedida, Su Santidad elevó una oración a Dios, «para que refuerce en cada uno de vosotros, el firme deseo de afrontar los problemas que os turban, con la voluntad de encontrar soluciones a través del dialogo, la concordia, la solidaridad, la justicia, la reconciliación y el perdón.

El 2 de noviembre del 1998, el cardenal Cedano solicitó al gobierno británico la libertad de Pinochet y su regreso a Chile, invocando «razones humanitarias».

El recién fallecido Papa Juan Pablo II, ejerció sin dudas, un positivo padrinazo a favor de la paz mundial, y tuvo un influyente protagonismo, juntamente con el Presidente Reagan, en la consolidación de la «peretroisca». En la ocasión el Papa se refirió a la instauración de «un socialismo con rostro humano». Lamentablemente, desde la cirugía del colón a la que fue sometido, comenzó a actuar con unas progresivas limitaciones físicas. Uno de sus más cercanos allegados, el cardenal polaco Stanislaw Dziwsz, declaró, tras el retorno de Su Santidad de su periplo africano, que «es un viejo Papa, pero no un Papa viejo. Su juventud mental y espiritual es extraordinaria».

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