Dos poemas y un Haiku

Dos poemas y un Haiku

Cuando al caminar encuentres
piedras en tu camino
no las deseches
quítalas por el bien
de los que vienen detrás
Día revolucionario.
Todos los pueblos arguyeron/las mismas palabras escritas por los pájaros cimarrones/ que incitaron a la tremenda rebeldía/de los caminos extraviados.
Después del vendaval/las puertas silenciosas respondieron/ al grito soterrado de las distinguidas/señoras que amasaban/ el pan en la plaza.
Noviembre/con todas las hojas/rodando/chocando/y bailoteando/bajo la lúgubre sombra/no fue un buen mes para la muerte/de los revolucionarios vanguardistas.
Yo que viví resguardado/por los tentáculos de un sol triste/
recuerdo la potencia de la manivela/el orden del día/la procesión frente a la iglesia/el ultimátum de los desacatados y/el fusilamiento de los/agitadores panfletarios.
Con sus palmeras en las patas/todos los cuervos de las arboledas/circunvecinas llegaron ataviados/de penachos rojos y con la mirada/de maestros funerales.
Solo la niña/la niña/la niña de tez terciopelo/reunía las flores/frente al capitolio/dorado y donde los comensales/pronunciaban grandes cosas.
Una auténtica poesía
Busco una poesía perfecta.
Escarbo letras y/más que eso/sonoros nombres del presente/y del pasado cercano y lejano.
Abro los ojos cuando hablan/de este, de aquel, de aquellos/de aquellas/de este pueblo/ de aquella ciudad/de aquel país y de aquellos mundos.
Sin embargo/comparando me abrumo/y, hasta, me atasco.
Entonces, suelto todo de un tirón/y empuño la pluma remojada en tintero.
No pienso nada:
mi cabeza es manantial que fluye/por donde soplan vientos desbocados.
Me arrebatan crepúsculos/nubes ardientes, arreboles tardíos/
secretos de tinieblas y la niña obrera.

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