Dos protectoras de animales de Brasil luchan para evitar su cierre por deudas

Dos protectoras de animales de Brasil luchan para evitar su cierre por deudas

Río de Janeiro. Las dos mayores y más antiguas sociedades protectoras de animales de Brasil mantienen una lucha con las autoridades para evitar su cierre por las millonarias deudas tributarias que han contraído con el Gobierno.

La amenaza de clausura por impagos a la seguridad social acecha, entre otras, a las dos instituciones decanas de Brasil- la Unión Internacional Protectora de los Animales (Uipa), fundada en 1895 en Sao Paulo, y la Sociedad Unión Internacional Protectora de los Animales (Suipa), creada en 1943 en Río de Janeiro.

Rodeada por centenares de perros, gatos y otros animales domésticos abandonados o heridos, la directora de la Suipa, Izabel Nascimento, dijo a Efe que sus deudas son “una bola de nieve” y no paran de crecer.

“La Suipa siempre trabajó en rojo porque tenemos muchos animales, no estamos a favor de matarlos y constantemente tenemos superpoblación. Aunque estuviéramos en rojo antes nos atrasábamos sólo unos días en el pago de los salarios”, pero “ahora estamos muy atrasados porque nos han embargado las cuentas”, explicó Nascimento.

La deuda de la Suipa con el Gobierno asciende a 18 millones de reales (unos 7,7 millones de dólares) en contribuciones a la seguridad social, mientras que la Uipa de Sao Paulo adeuda cerca de la mitad de esa suma, según Nascimento.

Este saldo se acumuló desde que, en 1995, el Gobierno dejó de considerar a las protectoras de animales como sociedades filantrópicas y de utilidad pública, debido a que no están destinadas a personas.

Por ese cambio legal, se equiparó a estas sociedades con las empresas normales, por lo que pasaron a estar obligadas a pagar a la seguridad social el 20 % del salario de cada trabajador.

La Suipa, que se mantiene principalmente con donaciones, emplea a 160 trabajadores en tres centros de acogida, donde actualmente hay cerca de 5.000 animales, en su mayoría perros y gatos abandonados, pero también gallos de pelea o cerdos y cabras que fueron rescatados de sacrificios realizados por practicantes de religiones de origen africano.

En el centro de acogida de la Suipa en Benfica, un barrio del suburbio de Río, se encuentra un caballo que fue herido de bala por unos narcotraficantes cuando merodeaba por el basurero de una favela en búsqueda de comida, después de haber sido abandonado por su dueño.

Las sociedades protectoras reclaman que el Gobierno condone la deuda y las vuelva a reconocer como entidades filantrópicas, con las consiguientes ventajas fiscales. Nascimento argumenta que la institución que dirige desempeña un “servicio público” que en Río de Janeiro ningún organismo oficial hace.

La Suipa atiende de forma gratuita a numerosas peticiones de los bomberos, de la defensa civil, de la Alcaldía o de jueces, que acuden a esta institución para que se haga cargo de las mascotas de algún fallecido o de animales abandonados o heridos. La institución tiene una clínica de animales y un crematorio con precios populares.

El Colegio de Abogados (OAB, por sus siglas en portugués) y la Defensoría Pública han arropado a estas sociedades protectoras y han convocado para el próximo día 30 una audiencia pública en la que participarán médicos y autoridades sanitarias.

“El objetivo es probar que la Suipa no puede cerrar, porque si no hay un gran riesgo para la población de que los animales causen infecciones”, declaró a Efe el presidente de la comisión de protección y defensa de los animales de la oficina de Río de Janeiro de la OAB, Reynaldo Velloso. Con los resultados de la audiencia pública, se elaborará una petición que será elevada a la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, para que condone la deuda por decreto.

Si el Gobierno no atiende a los ruegos, el Colegio de Abogados y la Defensoría preparan una acción civil pública en la justicia, mientras que la directora de la Suipa garantiza que defenderá a los animales en un supuesto cierre. “No los matarán, porque primero me tienen que matar a mí. Antes suelto a todos los perros y gatos en (la playa de) Copacabana”, avisó Nascimento.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas