Dos robles caídos

Dos robles caídos

El día once de abril último emigró a otra dimensión el doctor Gilberto Herrera Báez, quien me honró inmerecidamente con su amistad y su afecto, a quien visitaba con frecuencia en su hogar e innumerables veces fue invitado del espacio de tv que produzco. Tenía 93 años. Nació  el l2-3-l9l2 en San Pedro de Macorís.

Sus llamadas por teléfono comentando algún artículo mío en verdad que no sentía la vanidad del halago que se recibe, sino el valor de que  provenía de un hombre íntegro, honrado, que accionaba conforme le dictaba su conciencia recta como  plomada de albañil, como le enseñó su padre, el jurista y poeta don Porfirio Herrera Velásquez y esposa, doña Irene Báez de Herrera. Era hermano del intelectual , abogado y escritor Porfirio Herrera Báez, canciller de la República en un momento muy difícil.

 Don Gilberto sufrió hace cuatro años de una isquemia cerebral que le impidió la locomoción y lo confinó a una silla de ruedas, languideciendo muy de prisa, como todos pudieron penosamente advertirlo en la entrevista que concedió a Angela Peña, que insertó este diario el día doce de febrero último, pero que no le afectó las nociones de la palabra y los recuerdos, y aunque conversaba con dificultad, se hacía entender,  con gran esfuerzo, sin perder la coherencia y el sentido del humor.

El otro roble caído el día doce de este mes fue el ingeniero Salvador B. Dájer Hane. Un sabio de la hidrología, que a sus 97 años conservaba todo el vigor y acervo de sus conocimientos, que exponía con frecuencia en HOY,  y me llamaba para recordarle su publicación a Bienvenido Álvarez-Vega, director de este diario, y tan solo unos días antes de fallecer, suceso triste que me enteré por el artículo de su sobrino doctor Luis Scheker Ortiz en HOY el 16 de este mes, me llamó para que le actualizara la suscripción de HOY por un año.

La sociedad dominicana se priva de dos hijos suyos distinguidos y queridos y sus respectivas familias mitigan la pena de sus ausencias con la reciprocidad de que todos los reconocimos y quisimos como dos referentes humanos inolvidables.

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