Dos veces sorprendida

Dos veces sorprendida

Alberto Baeza Flores escribió: “Nuevas elegías en el Caribe”, “Romancero de Bayamo”, “Islas de las islas”. Todos estos cuadernos de poesía circularon en Cuba ilustrados con viñetas de René Porto-carrero y Luis Alfonso. Además con un curioso membrete: Ediciones La Poesía Sorprendida en Cuba. Fueron impresos en 1946, en los talleres de Serafín García, en San Miguel #657, La Habana, Cuba. Uno de ellos contiene dibujos del célebre Mariano. Este escritor chileno fue funcionario del cuerpo diplomático de su país en Cuba y en la República Dominicana. Su mujer era bayanesa. A ella dedicó el cuaderno “Isla en las islas”; y al poeta dominicano Rafael Américo Henríquez: “En su íntima, intensa y solitaria isla Española, con admiración y amistad”.
A la esposa, Elsa Pacheco Reyes, le dice: “Bajo la verde y cristalina luz de Cuba, con amor y soledad”. He sabido, por activa diligencia de un archivero de La Habana, que esa señora Pacheco trabajó en Santo Domingo, junto al marido, en la Publicación de poemas de Ramón Guirao y de Lezama Lima en la Revista de la Poesía Sorprendida. Ella realizó la versión al castellano de un extraño poema de James Joyce. Eso fue a fines del año 1943, durante la Segunda Guerra Mundial. El complicado poema de Joyce se titula: “Escucho un arma combatiendo en la tierra”.
Poca gente sabe que Emilio Ballagas escribió una carta a la Revista de la Poesía Sorprendida: “Si fuésemos a buscarle apellido a la poesía verdadera no hallaríamos otro mejor que sorprendida”. Esa revista literaria dio cabida a escritores cubanos, puertorriqueños, españoles exiliados, haitianos, chilenos, franceses, irlandeses, alemanes, ingleses, norteamericanos. Era lo contrario de una “capilla”. Las Antillas contienen milagros de la cultura, bien disimulados entre sol y cocoteros.
Lidia me dice que terminaré enfermo de los pulmones si continúo “desempolvando papeles viejos”. Ella cree que para curar cualquier clase de tristeza basta con oír tocar las maracas y atender el ritmo del bongó. Afirma que bailar el danzón elimina las afecciones de la piel; que el corazón les dura sano más tiempo a quienes bailan con frecuencia. Jura que esa es la causa por la cual los cubanos sobreviven a los ciclones y a las dictaduras. (Ubres de Novelastra 2008).

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