Dos visiones del fallido Golpe de Estado en Venezuela que creo a Chávez

Dos visiones del fallido Golpe de Estado en Venezuela que creo a Chávez

Fue una derrota puntual que propició un triunfo futuro.

Dos visiones del fallido Golpe de Estado en Venezuela que creo a Chávez. El 4 de febrero de 1992, fecha de la que se cumplen ahora 30 años, un grupo de militares decidió dar un golpe de Estado contra el presidente de Venezuela, Carlos Andrés Pérez.

Aquellos insurgentes estaban liderados por el comandante Hugo Rafael Chávez Frías, quien, pese al fracaso de la operación militar, se convirtió en una figura política gracias sobre todo a un breve discurso de apenas un minuto en el que se rinde y menciona dos palabras que fueron casi proféticas: «Por ahora».

«Compañeros, lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la ciudad capital», dijo en el mensaje en el que pedía a sus fuerzas que depusieran las armas.

Tras pasar dos años en la cárcel, Chávez salió libre en 1994 y cuatro años después se convertiría en presidente de forma democrática al ganar las elecciones.

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Su gobierno y su doctrina, el chavismo, no solo signan la historia del país, sino el presente a pesar de su muerte en marzo de 2013.

BBC Mundo rememora aquellos días de febrero de 1992 con la voz de dos de sus protagonistas.

El general Fernando Ochoa Antich, militar de carrera, hace 30 años era el leal ministro de Defensa del presidente Pérez.

El capitán Joaquín Suárez fue uno de los militares alzados y comandó el batallón de tanques que debía tomar el palacio presidencial de Miraflores en Caracas. Estuvo detenido dos años y ocho días por la sublevación y al salir tuvo que renunciar al ejército.

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Dos visiones del fallido Golpe de Estado en Venezuela que creo a Chávez.

¿Cómo veía la situación de Venezuela previa al golpe?

Ochoa Antich:

«En una situación de deterioro y crisis económica, el país estaba desencantado de la democracia. El presidente Pérez llega (en 1989) y plantea la reforma económica (…), pero hubo una inflación que empezó a estar en el 80%. Aumentaron los precios y empezó a haber escasez».

«El 27 de febrero de 1989 hubo un estallido social por la escasez (el llamado Caracazo). El gobierno usó las fuerzas armadas y hubo un número de muertos elevado. La popularidad del presidente Pérez empezó a caer. Había descontento porque la inflación no bajaba del 30% y Venezuela estaba acostumbrada a inflaciones de un dígito».

«En Venezuela se creía que los militares podían desarrollar un gobierno de corte desarrollista como el del general (Marcos) Pérez Jiménez (de 1952 a 1958). La gente tenía la ilusión de que un gobierno militar iba a repetir eso».

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«Sectores políticos, sectores capitalistas y medios de comunicación aspiraban a que hubiera un golpe de Estado porque querían que se rompiera el bipartididismo y jugar un papel distinto».

Suárez:

«Veíamos la corrupción dentro de la fuerza armada y cómo se iba deteriorando la sociedad (…) Nacimos como un grupo para rescatar la moral y el espíritu del ejército venezolano».

«En 1983 empezamos a ver con inquietud que la economía del país la estaban mal llevando y que los mismos gobernantes estaban vendiendo el país (…) El presidente Carlos Andrés Pérez lanza un paquete económico sumamente antipopular que violaba los derechos del pueblo y generó la explosión social, el famoso Caracazo de 1989».

«Cuando nos sacan a la calle a reprimir al pueblo, nos sentíamos incómodos. Concluimos que ya no sólo éramos un movimiento para la fuerza armada, sino que tenemos que pensar en país. Después del Caracazo es cuando decidimos insurgir para salvar al país».

¿Cómo era Hugo Chávez antes del golpe?

Suárez:

«Chávez era un hombre sumamente humilde al que lo afectaba lo social (…) Era sumamente carismático, tenía una gran sensibilidad por el bien común, por el bien del pueblo».

«Nuestras inquietudes surgen desde que éramos cadetes y Chávez nos las canalizó».

«No sólo fue mi profesor en la escuela militar, sino que lo conozco desde que era cadete. Es el padrino de mi matrimonio. Me unían lazos afectivos, ideológicos y militares».

Ochoa Antich:

«Era un hablador, le encantaba hablar y actuar en obras de teatro, tocar el cuatro (guitarra venezolana de cuatro cuerdas), era muy dicharachero. Era muy extrovertido».

«Era un cadete destacado. Una vez vi a su pelotón cantar una canción que me llamó la atención, pero no le di mayor importancia. Cantaban el Himno de la Federación, que dice: ‘El cielo está nublado anunciando tempestad, oligarcas temblad, viva la libertad’. Ahora sí le doy importancia».

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«En enero de 1992 había indicios graves de que había una conspiración y que estaba encabezada por Chávez. El presidente Pérez dijo que no se tomaran medidas. Yo llamé al comandante Chávez al despacho a final de enero. Me dijo que era una calumnia, que era una campaña en su contra. Yo le dije: ‘Mira, Chávez, si esto sigue así y los rumores siguen, hay que retirarle del cargo. Usted lleva años en este problema’.

¿Cómo vivió el día del golpe, el 4F?

Ochoa Antich:

«El 3 de febrero había fuertes rumores de que iba a haber un golpe de Estado. Había un rumor de que se le iba a hacer un atentado cuando el presidente regresara de Davos (Suiza). Decidí esperar al presidente en (el aeropuerto de) Maiquetía (junto a Caracas). El presidente se enfadó y dijo que esos rumores son los que hacían daño al gobierno».

«A las 23:30 del día 3 me dicen que hay una compañía que se insurreccionó (…) Hablo con el presidente y le informo de que hay un golpe».

«Me llamó el presidente y me dijo que estaban atacando Miraflores, y escucho los cañonazos. Había atacado Miraflores un batallón de tanques».

«Le dije al presidente que la situación es muy delicada y que la única solución es que se dirija al país por televisión. Que saliera por alguno de los túneles (…) El primer mensaje del presidente impactó mucho al país y a los alzados. La desmoralización comenzó inmediatamente porque el objetivo era detener y matar al presidente».

«Han querido presentar a Chávez como el héroe del 4 de febrero, pero su batallón debía haber atacado Miraflores junto a los tanques. Se atrasó y no atacó, pasó por Miraflores pero se fue al Museo Militar (actual cuartel de la Montaña, donde está enterrado Chávez) No envió a ningún pelotón a combatir. Si Chávez ataca Miraflores, habrían apresado al presidente».

Suárez:

«La operación empezó a planearse a mediados del 89 con suma dedicación (…) Es difícil decirle a tu esposa con una niña de menos de un año de edad, despedirse, porque sabíamos que íbamos hacia un futuro incierto (…) Nos enteramos el 3 de febrero al mediodía que esa noche iba a ser la operación».

«Sabíamos que nos habían delatado y sabíamos que no iba a ser fácil. Sacamos 30 tanques. La misión nuestra era tomar el palacio de Miraflores, consolidar el palacio y si se encontraba el ciudadano presidente de la República, apresarlo, detenerlo. Siempre han dicho que querían matarlo. No, eso es mentira».

«Ya nos estábamos quedando sin municiones, las comunicaciones nos fallaron mucho por las delaciones (…) Nos superaban en hombres en 10 a 1 (…) Yo entro a la oficina del presidente y llamé al ministro de la Defensa, el general Ochoa Antich, y le digo que vamos a deponer las armas».

«De casi 400 hombres, perdí a un solo soldado y me hirieron a 37».

«Es mentira que Chávez no bajó a Miraflores porque no quiso, sino porque la táctica así lo establece (…) Hay un puesto de comando que dirige el escenario de combate. Por eso es que el cuartel de la Montaña es el sitio estratégico donde él tenía observación directa sobre el palacio y dirigía las acciones. No tenía que ir a Miraflores, él era el comandante de toda la operación, no sólo en Caracas, sino a nivel nacional. Tenía que llevar el control de todo».

¿Qué pensó al ver el mensaje en televisión de Chávez y el famoso «por ahora»?

Suárez:

«Vi el mensaje como a los dos meses, cuando me lo llevaron a la cárcel en un video grabado. Sentí orgullo porque todos asumimos la responsabilidad y él también».

«Yo interpreté el famoso ‘por ahora’ como que nosotros habíamos iniciado un proceso revolucionario en Venezuela que tal vez ni nosotros mismos íbamos a ver el resultado, pero la historia de Venezuela había cambiado para siempre, porque el pueblo de Venezuela nos había apoyado con ese ‘por ahora'».

Ochoa Antich:

«Yo sabía que el alzado era Chávez. Lo llamé y le dije: ‘No tiene ninguna oportunidad, ríndase’. En ese momento llegó un oficial, Ramón Santeliz Ruiz, amigo de Chávez, y se lo mandé para que le mostrara la situación real».

«Una unidad de tanques tenía rodeada la base Libertador de aviación y amenazaba con entrar a la pista. Los aviadores (leales al presidente) decían que si había amenaza, volaban para atacar. Para evitar un enfrentamiento era importante que Chávez invitara a todas las unidades insurrectas que se rindieran. El presidente Pérez me dijo que autorizaba que hablara, pero que grabara el mensaje».

«Pero entonces me dicen que no hay tiempo, que el combate (entre aviación y tanques) es cuestión de minutos y dejo que hable en directo. Ahí cometí un error».

«Cuando después vi el mensaje de Chávez dije que el movimiento había sido un fracaso militar, pero un éxito político. El impacto político en la sociedad venezolana fue inmenso. Por eso no logra llegar a la presidencia, pero lo catapultó».

«Yo fui el responsable, lo autoricé, me equivoqué».

¿Cómo siguió usted la evolución Chávez después del golpe?
Suárez:

«Cuando se decidió a presentarse a presidente lo apoyamos. Cuando gana las elecciones es el cierre del capítulo del 4F, pero el comienzo del capítulo del proceso revolucionario de Venezuela. Siempre tuvimos la convicción de que al ganar las elecciones del año 98 comenzaba otra historia en Venezuela».

Ochoa Antich:

«Lo vi una vez. Yo estaba de embajador en México y él hizo una visita. Creo que era 1996 y me llamó. Nos encontramos en su hotel, quería pedirme un favor para que liberaran a un amigo. Quería que yo influyera».

«Llegó un momento en el que me dijo algo que me molestó. En la conversación empezamos a hablar del golpe, me dijo que había ordenado que se me respetara la vida. Le dije: ‘Chávez, eso quiere decir que si me hubiera resistido, me habrías matado’. Y él me contestó: ‘Ese hubiera sido su problema’. Me levanté y me fui. Su ambición no tenía límites, era capaz de cualquier cosa».

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