DR-CAFTA
Una negociación que crea oportunidades

DR-CAFTA<BR><STRONG>Una negociación que crea oportunidades</STRONG>

POR JOHN AUTHERS
Cuando el presidente George W. Bush anunció en 2002 que quería un nuevo Acuerdo de Libre Comercio Centroamericano (CAFTA) con las cinco naciones de América Central, la República Dominicana percibió una amenaza en el aire.

Durante 20 años había disfrutado los beneficios de la Iniciativa para la Cuenca del Caribe (CBI), un programa en el cual Estados Unidos, unilateralmente, abrió sus mercados a la indumentaria ensamblada en la República Dominicana. Excluyendo el petróleo, era el cuarto socio comercial en las Américas para los norteamericanos.

El CAFTA amenazaba con eliminar esa ventaja competitiva y la concedía a países como Nicaragua y Honduras, donde los niveles de pobreza son tan graves que podrían competir aún con los salarios que pagaban los dominicanos.

Hugo Guiliani Cury, quien recientemente encabezó la misión de República Dominicana en las conversaciones de la Organización Mundial de Comercio en Doha, fue designado como nuevo embajador en EEUU, con una nueva tarea: “Mi misión era venir con un acuerdo paralelo o incorporarnos al CAFTA”, dice.

Los dominicanos olfatearon una oportunidad, y la aprovecharon. Cuando el acuerdo entre en vigor este año, será el DR-CAFTA. La República dominicana se incorpora en los mismos términos que los países de América Central, y después de mucho menos disputa: la violencia  ha marcado los intentos por ratificar el tratado en países como El Salvador y Guatemala.

En la República Dominicana, donde la influencia de EEUU es más extendida, y donde los beneficios que ha traído la industria textil son fácilmente visibles, el asunto sin problemas por el radar de los políticos y nunca resultó un tema de división nacional.

Pero esto no significa que incorporarse al CAFTA fuera fácil. Dice el señor Guiliani: “Fue muy difícil. Ni los centroamericanos ni los norteamericanos querían incorporarnos”. Sonia Guzmán, una funcionaria del gobierno e hija de un ex presidente dominicano, fue designada para dirigir el enorme equipo negociador.

Para la ronda de apertura, llevaron casi 400 representantes del sector privado dominicano con ellos. En las rondas finales, en Puerto Rico y Washington, llevaron una delegación de 300 personas, y casi llenaron su propio hotel.

El esfuerzo de cabildeo cubrió todos los cabos del espectro político estadounidense. Incluyó al entonces Representante de Comercio de EEUU Robert Zoellick -quien antes, en su carrera, había desempeñado su papel de corredor de acuerdos de paz en América Central, y parecía conocer la región mejor que el Caribe- y Charles Rangel, un veterano congresista demócrata. El distrito del señor Rangel incluye los sectores Harlem y Washington Heights de Nueva York, y cuenta con una enorme comunidad dominicana.

El señor Rangel, una de las figuras más liberales del Congreso, votó finalmente contra el DR-CAFTA, por razones de derechos laborales, sin embargo, el señor Guiliani y la señorita Guzmán dicen que su ayuda para sentar las bases fue inestimable.

El señor Guiliani también hizo las rondas por los centros de análisis de derecha, señalándoles que con políticas relativamente conservadoras, República Dominicana había alcanzado el crecimiento más fuerte en América Latina entre 1992 y 2001, superando incluso a Chile, el favorito de estos “think-tanks”. Para el primer año, el objetivo era lograr que EEUU abandonara su posición inicial, de que los dominicanos no estaban preparados, ni legal, ni económicamente, ni en los derechos laborales, para incorporarse al tratado. 

“En realidad, ninguno de los cinco países centroamericanos tiene la fuerza en estas áreas que tenemos nosotros”, dice la señorita Guzmán. “Lo interesante es que nuestro equipo finalmente logró convencer de eso al representante de comercio. Tenemos leyes laborales, y seguridad social, y leyes para el medio ambiente que son más avanzadas que en cualquiera de los países de América Central”.

Una vez que se ganó esta batalla, el problema fue convencer a EEUU de que los dominicanos deberían negociar por separado, en lugar de adoptar las condiciones negociadas por los centroamericanos. Esto hubiera resultado inapropiado. Por ejemplo, los países de América Central dan todos gran importancia al maíz, y negociaron duro para que se les permitiera continuar protegiendo a los productores locales. La República Dominicana es un importador neto de maíz. “De ahí que negociáramos de manera totalmente bilateral con EEUU y sin la presencia de los centroamericanos”, dice la señorita Guzmán.

Mientras que el objetivo inicial era consolidar las ventajas de la Iniciativa para la Cuenca del Caribe, la señorita Guzmán considera que al final se fue mucho más lejos. Ahora, 98% de los productos dominicanos que entren a EEUU estarán libres de impuestos, comparados con el 80% anterior. La llegada del DR-CAFTA significa que los privilegios del comercio de República Dominicana con EEUU están protegidos ahora por un tratado internacional, que forma parte de las leyes norteamericanas. La CBI, si bien generosa, se concedió unilateralmente y pudiera haber sido descartada por EEUU en algún momento.

El tratado pudiera abrir igualmente otras oportunidades. En la actualidad, hay unos cuantos fabricantes de calzado en el país. La opinión ortodoxa era que este negocio, que es sumamente de trabajo intensivo, irremisiblemente se había perdido ante la pujanza de China. La otrora gran industria del calzado de México virtualmente fue erradicada durante la pasada década por la competencia asiática.

Pero una relajamiento de las reglas de origen significa que los productos exportados a EEUU desde la República Dominicana estarán libres de impuestos, aún si contienen componentes importados de China. La idea es que las compañías de República Dominicana pudieran importar cubiertas o suelas, y aprovechar la ventaja de una calidad de trabajo superior, además de la proximidad al mercado norteamericano.

Estas desahogadas reglas de origen también facilitan que la isla explote una ventaja que tiene sobre China y América Central: su proximidad con EEUU: Miami está a solo dos horas por aire y a 34 por mar. Esto significa que las compañías dominicanas pudieran insertarse por sí mismas en la cadena de suministro de EEUU.

Los chinos no pueden ofrecer una gerencia de inventario “just-in-time” para los vendedores estadounidenses. Pero los dominicanos, si se pertrechan con un suministro importante de componentes manufacturados en China, pudieran hacerlo.

VERSION: IVAN PEREZ CARRION

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