La elección de los nuevos integrantes de la Junta Central Electoral (JCE) es un proceso parecido a la ecclesía, principal asamblea de la democracia ateniense de la Grecia clásica instaurada por Solón en el año 594 a. C, debido a que tiene un carácter popular al estar abierto a todos los ciudadanos.
Ciertamente, la convocatoria abierta y el mecanismo de selección establecido generó un amplio grupo de aspirantes, con lo cual se promueve la competencia en la selección de los nuevos miembros de la JCE, pero no necesariamente garantiza que se elija a los candidatos más adecuados.
Entre las ventajas de la convocatoria abierta para elegir a los integrantes del pleno de la JCE están el fomento de la transparencia en el nombramiento, permite una selección basada en el mérito y proporciona un amplio abanico de prospectos.
El Senado de la República, por mandato constitucional, es el encargado de elegir al presidente y cuatro miembros con sus suplentes para el próximo cuadrienio y en la actualidad una comisión especial realiza las evaluaciones de los aspirantes.
La principal función de la JCE es la administración de los procesos electorales y diversos sectores de nuestra sociedad elevan sus voces para que los integrantes de la misma sean independientes respecto a los colores partidarios, criterio que también ha externado el presidente constitucional de la República, Luis Abinader Corona.
Aunque se imputa notable importancia al hecho de que los miembros de la JCE estén libres de la influencia partidaria, también se debe tener presente que el objetivo principal es que el país cuente con una administración electoral profesional, imparcial y auditable.
Ello así, pues en cada proceso electoral los partidos políticos, los medios, misiones internacionales y organizaciones de nuestra sociedad civil, escudriñan el desempeño de la administración electoral en favor de los mejores intereses de los electores.
En resumen, los integrantes de la JCE no solamente deben ser independientes en términos partidarios, sino que necesitan contar con un alto nivel de habilidades administrativas y mantener el compromiso de integridad bajo las presiones que con frecuencia surgen en su quehacer.
31 años de servicio en distintas posiciones dentro de la JCE es un activo que debe valorarse y que en la persona de la doctora Betty Vargas otorgan un rango de habilidades necesarias para que su presencia en el pleno del organismo asegure un funcionamiento efectivo en los campos administrativos y legales, así como en comunicación, educación y logística.
Exconsultora jurídica y actual subdirectora nacional de Elecciones, la doctora Vargas es candidata a miembro titular de la JCE, aspiración que respaldan el Ateneo Dominicano, la Asociación Dominicana de Profesionales Egresados de Rusia, Europa del Este, Asia central y Cuba (ADOPEREACU), la Iglesia Católica y varias instituciones con las cuales colabora.
La doctora Vargas no está dentro de las élites que en estos procesos son favorecidas, pero su elección como miembro titular de la JCE es una oportunidad para que alguien con experiencia acumulada impulse acciones tendentes a eliminar las debilidades que todavía tiene la institución.
Además, su motivación está fundamentada en que los procesos electorales deben guiarse por principios básicos y fundamentales como la independencia, transparencia, orientación de servicio, imparcialidad, eficiencia e integridad.
Ella está consciente de que esos principios constituyen la base angular de los procesos electorales, los cuales considera que son esenciales para asegurar que los electores perciban la efectiva integridad del ente organizador de los comicios.