Washington. Daniel Ramírez Medina, de 23 años, estaba durmiendo en una casa de un suburbio de Seattle la semana pasada cuando aparecieron agentes de inmigración para detener a su padre, según sus abogados.
A pesar de que Ramírez está amparado en un programa federal para proteger a los que llegaron a Estados Unidos de niños de forma irregular, los agentes también lo detuvieron a él, arrojando a Ramírez al centro de un debate nacional sobre las prioridades migratorias del presidente, Donald Trump.
Algunos interpretaron la detención del joven como el inicio de un ataque contra el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), mientras que las autoridades federales sugirieron que se trataba de un simple ejercicio de su autoridad.
Las autoridades federales, que describieron al padre como un delincuente deportado con anterioridad, insistieron en que Ramírez admitió pertenecer a una pandilla. Sus abogados lo niegan con rotundidad, señalando que no tiene historial delictivo y que tiene un hijo de 3 años que es ciudadano estadounidense.
“Si ha habido un cambio de tendencia en términos de política federal de inmigración, entonces merecemos saberlo para que la gente pueda prepararse para lo que va a ocurrir”, dijo la concejal de Seattle Lorena González, que creció en una familia de jornaleros inmigrantes en el centro de Washington.
“Esta detención es un símbolo de esa incertidumbre, que sigue creciendo mientras este presidente sigue sin ser claro sobre lo que va a hacer con los adscritos al DACA”, añadió.