Drenaje, un mal muy viejo

Drenaje, un mal muy viejo

Un compromiso entre el Ayuntamiento el Distrito Nacional, la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo y la Oficina para el Reordenamiento del Transporte proyecta ponerle fin en dos años al viejo dolor de cabeza que significa el pésimo estado de los sistemas de drenaje pluvial y sanitario  de  Santo Domingo. Es de las pocas veces que se hace un compromiso de tal envergadura por obras invisibles, que no aportan rentabilidad proselitista.

La capital del país ha sufrido por mucho tiempo la acumulación de las aguas en vías públicas de tráfico intenso, lo que se traduce en dificultades de circulación en época de lluvia. El drenaje sanitario ha sido también deficiente y perjudicial para la calidad de vida en amplios sectores. Disponer adecuadamente de estas aguas representaría un gran paso de adelanto. De hecho, en virtud de las obras relacionadas con el Metro de Santo Domingo, ya está realizada una parte del trabajo consignado en el compromiso.

El convenio parece romper un esquema de trabajo que concentraba la mayor atención en las obras visibles y capaces de generar algún capital político en tiempo de elecciones. Si esta es una  nueva tendencia en el sector público el país saldrá ampliamente beneficiado. Era hora de ponerle fin al viejo problema del drenaje en la capital.

Febrero: Mes del Corazón

Los accidentes cardiovasculares están entre las principales causas de muerte y discapacidad en nuestro país. La vida moderna, con sus prisas y sobresaltos asociados a malos hábitos alimenticios, contribuyen a que así sea. De ahí la importancia de las actividades que realiza la Sociedad Dominicana de Cardiología para llamar la atención sobre este problema y convocar a los ciudadanos a moderar sus vidas para preservar la salud cardiovascular.

En estos afanes por la vida hay gente comprometida en grado de sacerdocio. El cardiólogo Héctor Mateo, fundador de la Sociedad Dominicana de Cardiología, está en primer plano. Su esfuerzo ha dejado huellas a través del Instituto Dominicano de Cardiología que, por cierto, no puede valerse con la subvención de 1.3 millones de pesos mensuales que le otorga el Gobierno. Hagamos lo necesario por reducir las cifras de mortalidad generadas por las enfermedades cardiovasculares.

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