Drogas, atracos y muertes

Drogas, atracos y muertes

2 de 2
Debemos hacer conciencia de  que esos chicos constituyen la categoría de ladrones peligrosos y por más numerosos que deambulan por nuestras calles, estos no roban camisas o pantalones y andan bien armados y a veces con buenos y rápidos medios de transporte. Ya quedó atrás la época de las viejas novelas que agotaban los temas de los golfillos de bajos fondos que eran sometidos en los orfanatos a duros aprendizajes con el propósito de hacer de ellos hombres de trabajo y respetuosos ciudadanos, de los cuales muy pocos  se convertían en criminales después de salir de su encerramiento.

El saqueador de nuestra época no se fatiga mucho y no le importa la edad  de sus víctimas. Enrolado en el ejército de la droga,  cuando ésta sube a su cerebro, y éste último se inflama, es incapaz de pensar en otra cosa que no sea la próxima inyección o pastilla que le calme la angustia y la ansiedad.

Suerte de las personas que pasen por su lado y solo tengan que entregar su cartera sin correr un riesgo mayor; desafortunados los que forcejean con estos tipejos, pues la navaja, el puñal o la pistola irá directo a su cuello o pecho mientras en una de las manos del atracador sostiene todavía una jeringuilla con una aguja con los restos de sangre de su última penetración en su brazo o en el de otro compañero, que tal vez reposa tendido sobre el suelo.

Quizás temblando de las urgencias que reclaman su organismo y de los escalofríos de su impaciencia, consecuencia de la dosis  anterior, este atracador puede llegar hasta las últimas consecuencias y no piensa, no duda y clava su arma mortífera en su interlocutor, porque teme menos a la cárcel que a su enfermedad; porque además, para él la alucinación tiene más valor que una vida ajena. Y además cuenta con la protección de un gobierno, que es indiferente frente a la delincuencia y a la corrupción, pues solo le es de interés las obras suntuosas realizadas con préstamos, pues  sabe que no pagará sus deudas y dejará hundido en lo más profundo a nuestro país. Por suerte viene un Danilo Medina, que tiene los pies bien asentados sobre el suelo ¡Esperemos qué sucederá!

Publicaciones Relacionadas

Más leídas