Drogas: del enfrentamiento al tratamiento

Drogas: del enfrentamiento al tratamiento

La pasada semana la Academia de Ciencias de la República Dominicana desarrolló un simposio sobre la problemática de las drogas, en el plano global y en el nacional -contando con varios patrocinadores y la presencia y participación del Consejo Nacional de Drogas, la DNCD, la OEA, la Unión Europea, entre otros- y un aspecto distintivo fue la gran cantidad de psiquiatras y psicólogos que hicieron relevantes contribuciones sobre los enfoques que empiezan a prevalecer actualmente sobre esa problemática.

Es sabido que no se trata de un problema nuevo y la lucha contra el mismo tampoco. En 1971 el presidente Richard Nixon asumió el dilema en términos policiales: “El enemigo público número uno de América es el abuso de las drogas”. Tan solo 3 años después el senador Edward Kennedy alertaba que esa guerra parecía que se estaba perdiendo. Cuarenta años más tarde, con miles y miles de millones invertidos y miles de vidas perdidas no se ha logrado avanzar mucho. Más bien se ha retrocedido. El problema hoy tiene dimensiones colosales. Decenas de miles de muertos anualmente y beneficios cada año de más de 320 mil millones en manos de los narcotraficantes, han planteado el dilema de buscar nuevas alternativas para hacer frente al reto. En las Naciones Unidas el actual presidente de México declaró: “Si ellos no pueden o no quieren reducir el consumo de drogas, al menos deben detener el flujo exorbitante de recursos que financia a los criminales. Y si esto no se puede, es el momento de explorar otras alternativas diferentes al propósito no logrado de reducir el consumo”.

La Administración Bush profundizó la política de guerra antidroga persiguiéndose tanto a traficantes como usuarios, habiéndose efectuado más de 40 mil redadas contra distribuidores y consumidores. Ellos sobrevivieron. Ante la alternativa de más “guerra”, sin victorias, o la legalización que proponen cada vez más actores con eventuales consecuencias imprevisibles, ha surgido lo que los Estados Unidos han denominado una “tercera vía”. Esta se enfoca en los criterios actuales de enfrentar el consumo como una enfermedad y no como un delito. Ahí apunta la nueva estrategia del presidente Obama. Durante sus primeros tres años de administración destinó 31 mil millones a tratamiento y programas de reinserción y 27 mil a actividades policiales. Lo presupuestado en el 2012 fueron 10,100 y 9,400 millones respectivamente. La Casa Blanca declaró:  “Décadas de estudios científicos demuestran que la adicción a las drogas no es un fallo moral por parte de los individuos, sino una enfermedad mental que puede prevenirse y tratarse”.

Lo cierto fue que de acuerdo con sus leyes, si en 1980 estaban en prisiones 5 mil individuos por posesión de drogas, en el 2009 eran 100 mil. Ahora los 2,600 juzgados especializados sobre narcotráfico envían anualmente a 120 mil individuos a programas de rehabilitación y la Reforma Sanitaria del 2009 obliga a las aseguradoras a considerar la adicción una enfermedad y cubrir el tratamiento.

Se pretende reducir el consumo. Veamos.

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