Drogas: entre ricos y pobres

Drogas: entre ricos y pobres

El consumo de drogas no es una categoría como levantar una copa de Moe-Chandón o almorzar con caviar en un restaurant de alta definición social, porque ese vicio desgraciado, simplemente no tiene fronteras ni establece diferencia entre ricos y pobres.

Elvis Presley, por ejemplo, era un consumidor de drogas narcóticas con consecuencias fatales, e igual aconteció con el príncipe de Sirylanka, que producto de una sobredosis mató a su mamá, a su hermana, su padre y luego se suicidó. Y en estos días, Leila Pahlevi, hijo del último Sha de Irán, murió atormentadamente por efecto de la cocaína.

Boxeadores, peloteros de grandes ligas, políticos y los propios narcotraficantes, por supuesto, terminan como notorios consumidores en el afán de conseguir clientelas.

En los ambientes azotados por la pobreza las estadísticas son más altas, porque los pobres son las bases del mundo y todo es más numeroso, hasta las cárceles.

Los pobres están mal representados en la estructura institucional y política, y para no ir más lejos, la desigual distribución del capital genera mal distribución del ingreso.

Los ricos esperan a los pobres que “se la buscan”, y me voy a permitir indicar que las ”chicas beeper” y los “delivery” están en la mirilla de la DNCD y de la sociedad como un todo.

Para los fines de drogas, un “delivery” equivale a una “mula” como los Garabitos y a Capotillo, por ejemplo, llevan la droga para venta y consumo. Allí no hay plantaciones ni laboratorios. Sobran distribuidores, pagados y alentados por los “capos”.

¿Ustedes sabían que cuando la DNCD “aprieta”, Capotillo busca la manera de levantarse a manera de “meta-mensaje”, es decir, para que no molesten al sector? Desde esta observación es necesario excluir a los dirigentes comunitarios porque son buenos y opuestos a estas barbaridades.

Bueno, pero el tema es que las drogas no tienen fronteras y este menester, como vicio y negocio sí que está verdaderamente globalizado y recuerde a la famosa hija de Aristóteles Onassis murió pro el consumo de una sobredosis.

De tal suerte que siempre tendré que decir que el trabajo es duro y sofisticado el planteamiento de la prevención, y por tanto quizás es bueno convenir en que la influencia más poderosa en contra del uso de las drogas no es la DNCD, ni la Policía, ni las prisiones, ni los políticos, sino usted mismo.

Los jóvenes que aprenden acerca de los riesgos del uso de las drogas de parte de sus padres, tiene un 36 por ciento menos de probabilidad de fumar marihuana que aquellos que no aprenden nada de parte de ellos.

Increíble, francamente alarmante, el número de personas que se envenena con las malditas drogas y parecería inexplicable que mujeres embarazadas consuman cocaína aun a sabiendas de que podría fatalizarle el parto, dañarle a su criatura y ni hablar de lo que producen las drogas con respecto al ciclo menstrual.

Pero, por el momento sólo aspiro a recordarles que el consumo de drogas no tiene límites; no conoce a pobres ni a ricos y el mundo está totalmente descompuesto por consecuencia de ese crimen de lesa humanidad.

¿Cuando las potencias mundiales que irradian su poder sobre el planeta, concurrirían en el sentido de profundizar la prevención como prioridad fundamental? Después hablaré un poco de esta última observación, tan importante para estrechar fronteras y superar barreras.

 

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