–XI-
La orden de ruta, del 30 de mayo (1864) y entregada el 30 de ese mes al Padre de la Patria, firmada por Ulises Francisco Espaillat, ministro de Relaciones Exteriores y encargado de la vicepresidencia del Gobierno Provisorio de la Restauración, decía: “El general don Juan Pablo Duarte se pondrá en marcha inmediatamente para la vecina República de Haití.
“Las autoridades del tránsito no le pondrán impedimento, antes bien le prestarán todos los auxilios necesarios, principalmente de caballo para que llegue con prontitud al lugar de su destino”.
Ese documento tiene una nota del 31 de mayo, del coronel Aniceto L´Official, comandante de Armas de San José de las Matas, con la siguiente información: “Presentado y sigue ruta para Sabaneta” (hoy capital de la provincia Santiago Rodríguez). Estaba en marcha desde Santiago para llegar a la frontera. En la Sierra pudo conversar con el padre José Eugenio Espinosa, párroco del municipio y viejo amigo de Duarte.
No pudo salir del país por el puerto de Monte Cristi, al ser esta ciudad tomada a mediados de mayo (1864), por las tropas españolas, comandadas por José de La Gándara, nuevo capitán ceneral en Santo Domingo, nombrado el 31 de marzo. Esa acción militar constituyó un duro golpe para las fuerzas restauradoras, puesto que por esa ciudad portuaria llegaban a la revolución “auxilios de boca y de guerra” desde Haití, y el riesgo que corría Santiago de los Caballeros, como sede del Gobierno Restaurador.
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El desembarco de las tropas españolas y la toma de Monte Cristi se extendió prácticamente durante tres días, integradas por alrededor de 7 mil soldados, bajo el mando del mariscal de campo Rafael Primo de Rivera. Orlando Inoa señala el arribo de “catorce vapores de guerra transportando ese gran contingente militar”, mientras César Herrera refiere que “veinticinco buques desplegados en batalla maniobraron en la rada de Monte Cristi para el desembarco…”.
Asimismo, Herrera destaca “las temibles maniobras en la bahía de Manzanillo bajo el humo de las chimeneas y de las descargas de las baterías que protegían el desembarco”.
Aunque tuvieron que replegarse en los montes, los patriotas, encabezados por los generales Benito Monción, Pedro Antonio Pimentel y Juan Antonio Polanco, enfrentaron gallardamente el desembarco.
Una vez Duarte cruzó la frontera, se dirigió a Cabo Haitiano, donde fue atendido por Adolphe Grimard, representante del Gobierno Restaurador en ese país para desarrollar gestiones de su interés. Permaneció varias semanas en territorio haitiano, antes de salir hacia Caracas, Venezuela, vía Saint Thomas y Curazao.
Para el primer destino viajó en el vapor inglés Governor Bailly, en cuya travesía departió con el escritor Alejandro Angulo Guridi. Llegaron a Saint Thomas el 28 de junio. Muy pronto se reunió allá con el doctor Melitón Valverde, informándole del nombramiento y de la misión que ambos desempeñarían como ministro plenipotenciario de la República Dominicana y agente confidencial en las repúblicas de Venezuela, Perú y Nueva Granda (Colombia).
La credencial para ambos, emitida el 7 de junio (1864), por el Gobierno de la Restauración, les otorgaba el más amplio poder para desarrollar sus actividades. Tras permanecer varias semanas en Saint Thomas, viajaron a Curazao. Desde esta isla holandesa encargó a Valverde viajar a Venezuela, para contactar a sus amigos masones en el poder, desde el triunfo de los federalistas, en 1863. Entre otras, llevaba cartas para el general Desiderio Trías, presidente interino, y para el general Manuel Ezequiel Bruzual, ministro de Guerra y Marina.